Mente positiva: Los tres mitos del lenguaje
El poder de las palabras puede influir negativamente. Debemos identificar que nos hace daño
Las palabras tienen poder. Pueden lastimar, edificar, enaltecer o humillar. Lo que decimos a los demás pesa y genera marcas que duran por largo tiempo.
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Leer másPero lo que decimos también tiene un efecto negativo sobre nosotros. Hemos adoptado frases y pensamientos que al repetirse se convierten en patrones que motivan conductas perjudiciales.
Está, por ejemplo, la tradicional expresión ‘tengo que’. Lo decimos tan a menudo y tan a la ligera que no notamos su implicación. Usamos esa frase para condicionamos a cosas que no queremos realizar.
Pongamos un ejemplo para notar la diferencia. En lugar de decir ‘tengo que trabajar’ digamos ‘quiero trabajar’. Nuestras labores se convierten en una actividad deseada y no en una obligación poco atractiva.
Lo mismo sucede cuando nos referimos a una salida con amigos y pasar tiempo con nuestros seres queridos. No permitamos que algo que hacemos con cariño suene a una obligación.
En el otro extremo pasa algo similar. El director cinematográfico Matt D’ Avella recuerda que existe el mito del ‘no tengo’ para justificar actitudes negativas. No tener algo y usarlo como pretexto para limitarse es un problema cotidiano.
Mente positiva: 'Luchando contra los delirios de grandeza'
Leer másHay muestras: ‘no tengo las zapatillas costosas para correr y por eso no hago ejercicio. Cuando las tenga, seguro me ejercitaré y bajaré de peso’. Eso, a decir de D’ Avella, es una mentira que pospone lo que podemos hacer ahora mismo con lo que tenemos. Solo hace falta una buena voluntad y el deseo de mejorar.
El último mito es aún menos sutil. La sociedad que impulsa el consumo desaforado nos hace creer que necesitamos cosas que realmente no queremos. Las grandes empresas de publicidad instauraron en nuestro lenguaje cotidiano la expresión ‘necesito esto’ haciendo referencia a ropa de marca, productos de lujo y hasta aplicaciones para el teléfono celular.
¿Realmente son implementos necesarios? Imaginemos por un instante nuestra vida sin esos productos. ¿Seguimos vivos? Si, y en algunos casos incluso estamos más tranquilos porque no tuvimos que endeudarnos ni usamos dinero en cosas que en pocos días olvidaremos en la bodega.
Intentemos eliminar estas tres frases de nuestro vocabulario por una semana y notaremos una diferencia significativa. Quizás incluso generemos cambios positivos en nuestro entorno.