La muerte, un espejismo
Para el maestro zen Thich Nhat Hanh, el nacimiento y la muerte son tan solo puertas que atravesamos,
vestíbulos sagrados que cruzamos en nuestro viaje.
Uno de los miedos más fuertes que experimenta el ser humano es a convertirse en nada al morir. Muchas personas piensan que la vida inicia al ser concebidos y que finaliza al fallecer.
La muerte no existe, lo que llamamos muerte, aunque sea el ser más pequeño de la naturaleza, no es más que un cambio de forma de su energía.
El apego y el dolor a la pérdida se puede aliviar si reconocemos a la muerte como un espejismo, y aunque se sienta la separación del ser querido, sabrá que no lo ha perdido para siempre, sino que pasó a otro plano de existencia.
No hay que tener miedo a este tipo de experiencias, recuerde que el amor es el factor que permite la comunicación con el difunto, cuyo lazo afectivo no desaparece con el fallecimiento.
Si experimenta o siente morir por la persona que ha fallecido es más por necesidad y apego que por amor. Lo ideal es sostenerse en base a lo que se quisieron y construyeron juntos, con la alegría y el recuerdo de todo lo vivido. Dejarlo partir genera fortaleza y crecimiento personal.
Cuando se pierde a uno de los padres, este sigue viviendo a través nuestro, ya que somos una prolongación viva del cuerpo de ellos, de los abuelos y bisabuelos; los antepasados viven dentro nuestro y no solo es información genética sino energética.
- Morir forma parte de la vida
La frase: cuando mueres, te mueres y punto, considera a la muerte como el final porque solo contempla la vida en el cuerpo físico, pero esto solo indica la creencia en el materialismo.
El científico francés Antoine Lavoisier dice: Nada nace, nada muere y hace una comparación: Antes de nacer la nube era agua en el río o en el océano y luego se convirtió en vapor, más adelante se transformará en lluvia y nadie dice que la nube ha muerto: lo mismo pasa con la leche, no muere cuando se hace yogur o queso. Nada muere, todo se transforma.
- Morir en una dimensión para pasar a otra
Las vivencias cercanas a la muerte son parecidas en todo el mundo y no distinguen religión, raza ni cultura, y pueden incluir algunos de los siguientes elementos: experiencia fuera del cuerpo, mayor percepción sensorial, emociones intensas, viaje hacia un túnel, observación de una luz brillante, encuentro con seres místicos, familiares o amigos fallecidos, sentido de alteración del tiempo y del espacio, revisión de la vida, visualización de paisaje celestial, ver una barrera o puerta, aprendizaje de un conocimiento especial y el regreso voluntario o involuntario al cuerpo físico.
Así lo corrobora también un estudio en el que participaron más de 300 pacientes con experiencias cercanas a la muerte (ECM), y al margen de la religión que profesaran, todos coincidían en ver una luz, un ángel o una energía. Además de sentirse en armonía y plenitud.
- Se comunican a través de los sueños
Una de las formas más frecuentes de contactar con un ser querido muerto es mientras se está dormido. En dicho estado el cuerpo astral sale del cuerpo físico y viaja. La comunicación con los espíritus durante el sueño es más vívida, y concisa que un sueño tradicional.
El mundo de los sueños actúa como una especie de puente entre los vivos y el mundo espiritual por lo que es más fácil para los espíritus comunicarse con usted porque durante el sueño la mente es más receptiva a los mensajes. No hay que tener miedo a este tipo de experiencias, recuerde que el amor es el factor que permite la comunicación con el difunto, cuyo lazo afectivo no desaparece con el fallecimiento.