Natalia Landaluce y su burbuja de magia
Su creatividad y talento se imponen en el mundo de la decoración y las flores, pero su verdadero encanto está detrás de sus particulares creaciones.
Ya sabía de su nombre y capacidad cuando la vi, a lo lejos, por primera vez. Iba de un lado a otro cargando arreglos gigantescos con pampas -que fueron el comentario general en la clausura de un campeonato de golf en el Quito Tenis y Golf Club-. Pero no solo los peculiares arreglos llamaban la atención. Alta, flaquísima, guapa y con una facha fuera de lo común, Natalia daba de qué hablar.
Nacida en el Escorial, Madrid, su formación se inclinó hacia la fotografía, el arte y el diseño gráfico en Estados Unidos, donde estuvo radicada desde los 15 años, antes de venir a Ecuador por tiempo indefinido. Ahí se dedicó a lo que quizás no debió hacer -en el campo comercial-, porque el estrés y los viajes continuos la llevaron a sufrir ataques de pánico. Estos episodios frenaron lo que pudo ser una prometedora carrera pero, aunque le gusta el estrés y ha aprendido a manejarlo, todo apunta a que ese no era su camino y tampoco fue el momento para despegar por sí misma.
A Quito vino por amor, de la mano de Bernardo Miño, su esposo, quien creyó en ella y la ha apoyado en todos sus emprendimientos desde que llegó al país, donde afloró la creatividad que había en ella, con el ansia de encontrar espacios propios de crecimiento y desarrollo. Curiosamente, fue el encierro de la pandemia lo que disparó esa chispa mágica que arrancó con la aventura en la que hoy se encuentra inmersa: “A mi marido y a mí no nos interesa el lujo y tampoco lo buscamos. No quiero oro ni butacas de 800 dólares, me llenan otras cosas. Y cuando empezó la pandemia, encerrados en nuestro apartamento, necesitaba hacer algo, decorar nuestra casa. Quise colgar cuadros, pero él, ‘nanay’. Así que un día se me ocurrió poner flores en las paredes y quedó muy bonito. Así empezó todo”.
Todo lo que creo es porque sale de mí. No me gusta cuando la gente me manda cosas, porque se bloquea esa creatividad que tengo y me hace feliz.
Un nuevo comienzo
Diseñadora, florista y decoradora, creó Atix Home, un espacio que se mueve constantemente hacia diversos campos y que avanza a velocidad con una marca ya reconocida en el mercado. “Conlleva flores, decoración de espacios, asesoría, bodas y demás eventos”. Sin embargo, aún no logra definir qué mismo hace, pero le gusta escuchar lo que dicen otros de su trabajo: “haces magia”, “haces creaciones mágicas” o todo lo relacionado con la magia. Aquello se adapta a su modo de ser, pues se declara 'pro Disney' total y, asegura, lo seguirá siendo hasta la muerte. “Es mi forma de comportarme, me encanta esa palabra: ¡magia!”.
Atix, comenta, es una palabra quechua que significa ‘el que todo lo intenta y lo consigue’, que surgió de su esposo cuando vivían en Houston y deseaban emprender en ‘flipping houses’.
Los diseños de la artista se destacan por ser únicos, considerándose una pionera en el medio. La inspiración, cuenta, le viene por sí misma y bajo ningún término a condición o modelos pre establecidos. “Todo lo que creo es porque sale de mí. No me gusta cuando la gente me manda cosas, porque se bloquea esa creatividad que tengo y me hace feliz”.
¡Reciclar y crear!
El emprendimiento empezó realmente por una convicción absoluta hacia el reciclaje y el ir en contra del desperdicio. “Esto empezó porque me encanta reciclar, muebles, alma, espíritu… (ríe). Siempre he trabajado con ‘low budget’ (bajo presupuesto), porque he buscado lo bonito con lo que ha habido. Por eso busco darle una segunda oportunidad a las flores y plasmar ese 'conservar para siempre'"
Su base de trabajo está en casa y utiliza aquellas flores que no cumplen con los parámetros ideales de exportación y que serían desechadas en su gran mayoría. También se abastece del mercado de la calle pues le gusta apoyar a los comerciantes informales.
En casa
Apasionada, vehemente, positiva y demasiado empática -porque sufre cuando no puede ayudar a otros-, le marcó el sufrir bulling escolar, lo que le restó identificarse a sí misma varios años. “Tuve muchos conflictos internos, pero eso me enseñó a entender otras realidades… por eso he peleado muchas batallas de otros”, dice.
Con más de 50 tatuajes repartidos en su cuerpo, cada uno retrata lo que más ama y define. Entre esos, una peonina, su flor favorita, y las iniciales de la herencia moral que su padre desea para sus hijos: amabilidad, integridad, solidaridad y alegría.
Vive a mil, pero tiene una vida sencilla junto a su esposo, su fortaleza. “Es un héroe sin que busque serlo y es la persona más generosa sin que nadie lo sepa. Humilde y desinteresado, me pone los pies sobre la tierra porque tengo muchas cosas buenas, pero también soy muy complicada con muchos picos emocionales. Y él los sufre todos. Hemos crecido juntos y nos hacemos bien el uno al otro. Es un marido maravilloso y sé que será un padre increíble”.
Su familia se extiende a España, donde están radicados sus padres y hermanos y también su equipo de trabajo en Quito, a quien considera muy cercano: “Sin ellos no hubiese podido estar donde estoy”, finaliza.
Cara a Cara
- ¿Cómo se dio esa formación con las flores?
Nunca la tuve, pero soy muy dedicada a lo que hago, siempre. Esa hiperactividad mía me hace probar de forma constante y dar el 100 por ciento. ¡Mi casa está repleta de flores! Mi formación ha sido el prueba-error… si se me ocurre algo pruebo y si sale mal vuelvo a probar. Es un aprendizaje callejero como lo llamo.
- ¿Qué le gusta de Ecuador?
La gente que es encantadora, el clima, las flores que son mi pasión y el acceso a ellas. El ser una pionera aquí, a lo mejor no lo hubiese sido en otro lado. También el que hayan temas tabúes, como la salud mental, y que yo los pueda exponer y así ayudar a otros, me encanta
- ¿Qué extraña de España?
Salí a los 15, así que realmente no echo de menos nada, más que a mi familia que son todo en mi vida.
- ¿Qué le asusta en la vida?
No hacer feliz a la gente que quiero y no poder ayudarles. También perder a alguien de mi familia, porque estoy muy atada a ellos y perdería una parte de mí.
- A futuro, ¿qué planes tiene?
Tener un bebé me da mucha ilusión y que Atix siga creciendo en diferentes partes del mundo. Estoy a punto de abrir mi primera tienda en Quito.