Natalia Miranda, sin miedo a las barreras
Con más de 30 años trabajando en directivas de empresas de grandes nombres, hoy es propietaria de un negocio de exportación de la ‘fruta del dragón’.
En lo alto de una colina está ubicado el departamento de Natalia, que es su hogar temporal cada vez que viene de visita a Guayaquil.
Ella aprovecha el calor veraniego para ubicarse en los asientos del área social y abrir una lata de cerveza para bajar su temperatura corporal. Vestida de blanco, con joyería artesanal y de semblante pasivo, mira hacia el horizonte, que está cubierto de follaje verde y del que se asoman algunas casas con techos de color grisáceo.
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Leer másEs en ese ambiente que la propietaria de Cardon S. A. (hacienda especializada en exportación de pitahaya) comienza a recordar su primer trabajo como bodeguera en el hotel Barceló. Con tan solo 16 años, ella destacaba en un oficio con el que generalmente se identifica a la población masculina.
Armada de valentía y responsabilidad, ella fue subiendo de escalón en escalón sin desviarse del sector hotelero. Es así como este la formó durante trece años seguidos, antes de dar su siguiente paso.
“Me llamaron para trabajar en Salica Industria Alimentaria, del Ecuador. En esa empresa trabajé 17 años y fue donde pude desarrollar casi toda mi experiencia profesional. Empecé ahí en el 2005 como gerente de compras y en tres años me ascendieron a coordinadora general”, relata la empresaria. Salica se destaca por comercializar y exportar productos con atún a varios países de Europa, principalmente a España, donde radica la industria.
- El nacimiento de la hacienda
Durante un viaje de vacaciones a la provincia de Manabí para visitar a sus familiares, se encontró con gratos amigos que, entre ponerse al día de lo que ocurría en el vecindario y rememorar anécdotas de tiempos pasados, le propusieron unirse al negocio de la pitahaya.
“En el 2018 decidí empezar el sembrío. Esto era algo totalmente nuevo en el país, porque no había mucha información a nivel de producción, como hay en la actualidad. Junto a mi hijo, que ya se estaba graduando del colegio, decidimos emprender en la exportación sin saber casi nada de la parte agrícola”, confiesa Natalia.
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Leer másA los dos años de estar funcionando, la empresa aumentó su demanda hasta los cielos, por lo que tuvo que comprar otra hacienda. Ahora cuenta con 20 hectáreas para la producción y sembrío de la ‘fruta del dragón’.
- Su colaboración con el ambiente
Sin embargo, no todo fue color de rosa. Los ciudadanos de Rocafuerte (Manabí), lugar donde están ubicadas las haciendas, empezaron a preocuparse por la creciente deforestación, debido a la producción del fruto rojo con pulpa blanca. Aquello le causó desasosiego, al punto de quitarle el sueño, por lo que decidió comprar más hectáreas de los bosques del lugar para conservar especies nativas como el ceibo.
Hace poco tuvieron un acercamiento con la agencia alemana GIZ, que se preocupa por la conservación de los recursos naturales y el medio ambiente. Con su ayuda, Natalia ha hecho posible que estas especies aún se mantengan en pie.
- Rumbo al crecimiento
La mente de esta visionaria fluye y está en constante movimiento. Para el futuro de la empresa planea agrandar su terreno, para ubicar una máquina empacadora y ocupar más hectáreas para empezar a proveer a los mercados nacionales de su fruta estrella. “La pitahaya, aunque de a poco se está abriendo camino, aún no es muy conocida en el país”. Por lo que a pasos cortos pero seguros está buscando formas de promocionar esta fruta y crear derivados para aumentar su demanda.
Sin embargo, su mayor anhelo es que el país llegue a ser líder en la exportación de este producto.
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Leer más- Sus mayores inspiraciones
Detrás de Natalia hay personas que la inspiraron para ser perseverante en la vida y seguir adelante pese a los obstáculos: su madre Ana Álvarez Guale y su abuela Lastenia Guale son sus grandes referentes de superación, lucha y trabajo.
Recuerda a su abuela, propietaria de una distribuidora farmacéutica, levantarse muy temprano todos los días para sacar adelante su negocio. De ella heredó ese espíritu de persistencia y perseverancia.
Ellas la trajeron a Guayaquil en busca de mejores oportunidades y le dieron las armas necesarias para un presente y futuro de éxito.
También destaca el aporte de sus padres, quienes nunca le pusieron límites. “Jamás les escuché un ‘no, esto es solo para mujeres’. No tuve ninguna prohibición para conseguir lo que quería. Por eso, cuando empecé a trabajar no experimenté dificultad en los retos que me proponía”, enfatiza.
“La clave de surgir en cualquier cosa es creérsela. Estoy ciento por ciento convencida de lo que deseo hacer, porque es el propósito lo que me mueve y me apasiona, El resultado llegará porque lo tengo mentalizado”.
- Personal
- Tiene 47 años.
- Es madre de un hijo de 25 años.
- Es ingeniera en Administración de Empresas y magíster en Dirección de Empresas.
- Es propietaria de Cardon S. A.
- Vicepresidenta de la Organización de Mujeres Exportadoras (OWIT).
- Le encanta el deporte y es maratonista.