Nervio vago: el ‘trabajador invisible’ del cuerpo humano
El equilibrio del nervio vago es imprescindible para una vida plena y satisfactoria
A pesar de su nombre, el nervio vago no es particularmente ‘perezoso’ o ‘no trabajador’, ya que es una pieza clave de nuestro organismo y juega un papel vital en la salud física y mental. También llamado nervio neumogástrico, según el neurólogo Roberto García, es uno de los nervios con el trayecto más largo en el cuerpo y tiene una participación crucial en el funcionamiento de diversos órganos internos. A continuación, los médicos expertos detallan más sobre él, sus funciones y cómo estimularlo.
El origen de su nombre
El término nervio vago proviene del latín ‘nervus vagus’, que significa vago o errante, pero no está relacionado con su "vagancia". Según la psicóloga Kimberley Wilson, en un artículo publicado por la BBC, el nombre hace referencia a que este nervio “deambula por el cuerpo” al conectarse con múltiples órganos, como el corazón, pulmones, estómago, intestino, páncreas, hígado, riñones, bazo y vesícula biliar.
¿Qué es?
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Leer másEl nervio vago es el décimo de los doce pares de nervios craneales y, según el médico psiquiatra José Luis Delgado, es fundamental para el sistema nervioso parasimpático, que controla funciones involuntarias como la frecuencia cardíaca, la digestión y la respiración. “Se extiende desde el tronco cerebral (más o menos detrás de las orejas), cruza el tórax hasta el abdomen y es una vía de comunicación entre el cerebro y varios órganos importantes”, explica Delgado.
Su repercusión en las emociones
El doctor Delgado, quien también es subespecialista en Neuropsiquiatría y Neurología Cognitiva, detalla que el nervio vago está vinculado con las emociones, el comportamiento, el aprendizaje, la memoria y la sensación de bienestar, ya que activa partes del cerebro como la ínsula y el sistema límbico, que están relacionados con estos procesos.
Además, desempeña un papel importante en la gestión del estrés e interviene en la modulación del sistema inmunológico, por lo que puede alterar la respuesta inflamatoria del cuerpo y el mantenimiento de la homeostasis (autorregulación) intestinal.
“A través del nervio vago, el cerebro se comunica con el intestino y viceversa, formando parte de lo que se conoce como el eje intestino-cerebro. Por un lado, a través de su actividad motora, el nervio vago envía señales para mover el intestino; por otro, componentes de la microbiota intestinal pueden comunicarse vía vagal con el sistema nervioso y verse reflejados en la función cerebral”, añade Delgado.
Por ello, los pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) tienen una mayor prevalencia de psicopatologías como ansiedad y depresión, entre otros trastornos. “Una de las teorías es que los trastornos psiquiátricos en la EII se presentan por un desequilibrio en el eje intestino-cerebro, debido al exceso de inflamación y la mala comunicación a través del nervio vago”, explica el especialista.
¿Es posible detectar su disfunción?
Su largo trayecto a través del cuerpo provoca que los síntomas de su disfunción puedan ser muy variados, afectando diferentes niveles del organismo. Por ejemplo:
- Al jugar un papel esencial en el movimiento y la función del tracto gastrointestinal, su mal funcionamiento puede causar náuseas, vómitos, hinchazón, reflujo gastroesofágico y gastroparesia (retraso en el vaciado del estómago).
- Al ayudar a controlar el ritmo cardíaco, una disfunción podría derivar en arritmias u otros problemas cardíacos.
- Aunque no controla directamente la respiración, sí influye en ella, y su disfunción podría causar dificultades para respirar o sensaciones de falta de aire.
- Al ser parte esencial del sistema nervioso parasimpático (que nos ayuda a descansar y digerir), su disfunción podría provocar que nos sintamos constantemente en un estado de "lucha o huida", incrementando los niveles de estrés y ansiedad.
- Al atravesar el cuello, si hay algún problema, podría generar disfagia o dificultad para tragar, y también afectar las cuerdas vocales, cambiando el tono de voz o causando ronquera.
Sin embargo, Delgado comenta que la detección y el diagnóstico de las patologías del nervio vago pueden complicarse, ya que, en muchos casos, los síntomas pueden confundirse con otras afecciones o se puede tratar el dolor de manera superficial, sin investigar el origen del mismo. “Siempre que se manifiesten síntomas de lesión vagal, se deberá llevar a cabo una exploración física, complementada con pruebas diagnósticas por imagen, como ecografías o resonancias magnéticas”, añade.
¿Cómo estimularlo?
Existen varias formas de prevenir un daño del nervio vago, que además pueden ayudar a controlar el estrés y la ansiedad en la rutina diaria. Puede estimularse mediante actividades como baile, canto, meditación con respiración profunda, yoga, natación, artes marciales y duchas breves de agua fría. “Recomiendo realizar actividad física entre 30 y 45 minutos diarios”, señala el doctor Luis Oviedo, especialista en cardiología. En cuanto a la alimentación, los especialistas sugieren mantener una dieta equilibrada, basada en vegetales, con probióticos y baja en sodio.
Los masajes, ¿sí o no?
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Leer másEl doctor Oviedo, miembro de la Sociedad Ecuatoriana y Europea de Cardiología, comenta que es posible realizar masajes para estimular el nervio vago, pero que deben ser realizados únicamente por un médico, especialmente si el paciente tiene taquicardia (aumento en la frecuencia cardíaca). “El masaje en la arteria carótida dura entre cinco y 10 segundos y es una maniobra de salvamento en casos de emergencia”.
Por otro lado, en pacientes con epilepsia, el neurólogo García, médico tratante del Hospital Francisco de Icaza Bustamante, señala que se puede implantar un dispositivo estimulador del nervio vago que inhibe la producción de los estímulos de la epilepsia. “El dispositivo se coloca a nivel subcutáneo, en una de las ramificaciones del nervio vago, en la caja torácica”, explica García.
Debe saber
Delgado añade que, en un artículo publicado en Psychological Science, varios investigadores señalan que existe un circuito de retroalimentación positiva entre un tono vagal alto, las emociones positivas y la buena salud física. En otras palabras, cuanto más aumenta el tono vagal, más mejora la salud física y mental. Por el contrario, cuando el nervio vago no está funcionando bien, se presenta un tono vagal bajo, lo que puede hacer que las personas se estresen fácilmente y tengan problemas para calmarse.
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