ENTREVISTA NICHOLE FI (13680189)
La diseñadora cuenta con 115 kimonos en su extensa colección.Leonardo Velasco Palomeque

Nichole Fiorentino, la quiteña que se enamoró del kimono tradicional japonés

Tiene la colección de esta prenda más grande del país. Habla sobre su amor por el atuendo y las reglas que norman su uso

En 2002, Ecuador llegó al mundial de fútbol por primera vez. El encuentro se jugó en Corea y Japón. Los medios del país transmitían desde ambos sitios los partidos, y también los despampanantes paisajes y las tradiciones culturales de cada localidad. Para Nichole Fiorentino, entonces de 9 años, ese acercamiento al otro extremo del mundo la marcó de maneras inesperadas.

“Yo no tenía en ese momento mucho contacto con nuestra pluriculturalidad, todo a mi alrededor era muy homogéneo, y lo que mostraban en la tele me parecía maravilloso”, recuerda. Desde entonces, empezó a investigar todo lo que pudo sobre la cultura japonesa, enamorándose irremediablemente de una de sus tradiciones más conocidas: el uso del kimono.

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Más de veinte años después, es la coleccionista más grande del país de esta prenda japonesa, con 115 trajes a su haber, algunos incluso con 200 años de antigüedad.

Recientemente, exhibió algunas de las piezas más importantes de su colección en la muestras ‘Vive Japón’ que se llevó a cabo en el centro comercial Paseo San Francisco.

“El kimono no es solo vistoso y lindo, sino que tiene una historia textil súper profunda y milenaria. Para mi es importante mostrar eso porque desexotiza Japón”, señala.

En la muestra habló sobre las prendas que fueron hechas en una época de conflicto con el fin de abordar la resiliencia a través del textil y la ropa.

“Después de la segunda guerra mundial, Japón estaba hecha pedazos, pero la gente aun tenía que casarse, tener su fiesta de mayoría de edad, entonces tenían que adaptar sus prendas a esa realidad. Los artesanos empezaron a hacer diseños con colores planos y fueron tan famosos que esos colores y patrones incluso llegaron a Londres en los años sesenta”, explica.

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Fiorentino mostró recientemente su colección en el Paseo San Francisco.Leonardo Velasco Palomeque

Un encuentro con la tierra del sol naciente

Risueña cuenta que consiguió su primer kimono en Disney pero que, tras hallar un foro virtual donde otros occidentales se reunían a compartir su amor por esta prenda, descubrió que la que tenía no era más que una bata.

El verdadero kimono tiene entre veinte y treinta piezas. Tiene piezas internas que necesitan amarrarse, piezas externas que necesitan amarrarse, y una faja decorativa externa que realmente no sujeta nada. Además, el kimono tiene un espectro de formalidades enorme. Mis primeros kimonos reales fueron un yukata, que es un kimono súper casual de verano, y un kurotomesode, que es un kimono muy formal que solo pueden usar mujeres casadas”, recuerda.

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Tras años dedicada al diseño gráfico, Fiorentino optó por dar un giro de 360 grados y pasar a diseñar accesorios, objetos y cerámicas. También partió a Japón donde convirtió su afición en trabajo, especializándose en la universidad Bunka Gakuen en el kimono casual contemporáneo, y transformándose en aprendiz de la técnica de teñido yuzen con la artista japonesa Keikou Tanabe.

Pero, ¿qué sucede en el Japón contemporáneo con esta pieza milenaria?

Fiorentino asegura que si bien la moda occidental prima en el país asiático desde los años cincuenta, aun es una prenda que se mantiene viva y cuya historia enorgullece a los japoneses.

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La diseñador viajó a Japón donde se especializó en el kimono casual contemporáneo.Leonardo Velasco Palomeque

“En los años setenta y ochenta empezaron a abrirse escuelas para enseñarles a los más jóvenes cómo ponerse el kimono y con eso se estandarizó la silueta. Se empezó a usar de una manera más formal, aunque sí hay quién lo usa a diario, sobre todo gente mayor. Es una prenda de la que están muy orgullosos. Además, hay quienes heredaron las colecciones de sus mamás y abuelas, y para darles un uso se lo ponen sin toda la formalidad del caso o los mezclan con ropa occidental”, indica.

Agrega que, si bien se pueden hallar algunas de estas prendas a módicos precios en internet, también los hay de cientos y miles de dólares. “Un kimono usado de poliéster te puede salir baratísimo, mientras que uno formal, elaborado a pedido te puede costar $ 150,000. Depende mucho de la técnica, el diseñador y el textil”, dice.

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Durante su tiempo en Tokio también elaboró un kimono propio. “Me tomó un año”, afirma.

Además de la muestra reciente, espera llevar a cabo otras exposiciones con su colección próximamente, sobre todo fuera de Quito.

¿Cómo se usa el kimono japonés?

El kimono completo está compuesto del kimono interno (juban), los accesorios para vestir (himo, datejime, erishin, obishin, obimakura), el obi (la faja) y los accesorios estéticos (obijime, obiage, han eri, obidome) y el kimono.

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