Nuestro cuerpo también se nutre con luz
Ella es información para nuestro cuerpo, el cual gozará de vitalidad en la medida en que lo exponga a esta de manera correcta a lo largo del día.
Siempre que hablamos de nutrición nuestro enfoque está orientado eminentemente hacia los alimentos, pero la luz a la que estamos expuestos puede influir incluso mucho más que estos en nuestra salud.
Es importante empezar reconociendo que cada célula de nuestro cuerpo tiene receptores de luz, principalmente a través de las células de los ojos y la piel (melanoxinas), y que su funcionamiento está dirigido por el efecto específico de cada tipo. La luz es información para nuestro cuerpo, el cual gozará de vitalidad en la medida en que lo expongamos a esta de manera correcta a lo largo del día.
Muchos profesionales han etiquetado al sol como un enemigo que trae enfermedades catastróficas como el cáncer, pero la nutrición moderna basada en ciencia ha demostrado que el sol es necesario para la vida, y que, por el contrario, es capaz de facilitar la recuperación de enfermedades y optimizar nuestro bienestar. En contraste, la luz azul, la que proporcionan los bombillos para iluminar la casa, puede convertirse en los principales disruptores hormonales y funcionales para nosotros.
Se pueden usar velas o lámparas de luz roja e infrarroja para iluminar la casa durante la noche y así evitar el uso de luz azul.
ESPECTROS DE LUZ
La razón radica en que el sol emite diferentes espectros de luz a lo largo del día; todos necesarios para orientar nuestros ciclos circadianos a través de nuestras hormonas y otros procesos naturales, es así, que nuestro cuerpo sabe que al ver el amanecer debe activar hormonas como el cortisol proporcionándonos el impulso necesario para empezar el día, y con la luz del atardecer nuestro cuerpo se dispone a prepararse para el sueño, poniendo en marcha las funciones de la melatonina que produjo durante el día.
LA MELATONINA
Sí, la melatonina se sintetiza por el día con luz solar y se utiliza en la noche convirtiéndose en el mejor antioxidante que producimos. De la misma manera, al estar expuestos a la luz azul por la noche, la información que recibe nuestro cuerpo es la de mantenerse activados y no prepararse para el sueño, dando paso a problemas como el insomnio, cansancio durante el día y desajustes de los biorritmos.
LA LUZ AZUL
Esta luz azul además evita que nuestro cuerpo active las funciones de reparación, reciclaje y formación de nuevas células en nuestros órganos de manera funcional, ya que es 4 veces más potente que las emisiones naturales de la luz del sol, logrando “engañar” a nuestro cuerpo haciéndolo creer que todavía es de día, evitando que seamos eficientes al momento de restaurar nuestro cuerpo al dormir.
TOMAR SOL ENTRE 15 Y 30 MINUTOS
La forma correcta de tomar el sol es gestionando bien los tiempos de exposición (entre 15 a 30 minutos) en diferentes momentos del día, empezando por trabajar haciendo callo solar para quienes no están adaptados a hacerlo, es decir, haciendo una exposición paulatina que puede empezar con 5 minutos e ir incrementándola según nuestro cuerpo lo permita de manera intuitiva. Esta toma de sol debe a hacerse con la piel lo más descubierta posible y sin bloqueador solar ni cremas, protegiendo el rostro y percibiendo las señales de “stop” que dé el cuerpo según la habituación de nuestra piel.
HÁGALO UN HÁBITO
Finalmente, quiero motivar a que las personas experimenten la toma de sol como un hábito esencial para su salud, ya que sus rayos en contacto con nosotros son la ruta directa para convertir el colesterol de nuestra piel en vitamina D, para mejorar la hidratación celular, producir más ATP (moneda energética) que se usa para eliminar enfermedades y optimizar muchos procesos fisiológicos y bioquímicos en nuestro cuerpo. La luz solar ha permitido la vida en nuestro planeta a lo largo de toda la evolución, es inherente a la especie humana, y vivir coherente a eso, significa un aporte importantísimo para nuestra salud y longevidad.