La oenegé Dibujando Sonrisas capacita y alimenta a familias

La historia de la Fundación Dibujando Sonrisas comienza con Andrés Fantoni Baldeón, quien en su rol como coordinador zonal de la Dirección Nacional de Registro Civil en 2018, decidió organizar una cruzada navideña para familias de escasos recursos en Guayaquil. Este acto fue el detonante para la creación de una organización más estructurada.

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“Lo que empezó como una iniciativa para brindar alegría en Navidad se transformó en una misión permanente de dignificar vidas a través de la salud, la educación y la nutrición”, señala Albita Ruiz, vicepresidenta nacional de la Organización No Gubernamental (ONG).

Dibujando Sonrisas creció rápidamente, y en menos de seis años, pasó de dos personas a un grupo de más de 100 voluntarios, quienes día a día contribuyen para llevar esperanza y asistencia a las comunidades más necesitadas.

La fundación ha llegado a aproximadamente 60,000 familias a lo largo y ancho del Ecuador, abarcando ciudades y provincias como Guayaquil, Durán, Salitre, Santa Elena, Portoviejo, y Quito, entre otras. Ruiz explica a EXPRESO que el éxito del organismo se debe en gran parte al enfoque en tres pilares fundamentales: salud, nutrición y educación.

“Cada visita que hacemos, cada brigada médica, cada plato de comida que compartimos, busca no solo aliviar las necesidades inmediatas de las personas, sino generar un cambio duradero en sus vidas”, comenta Ruiz. La ONG organiza brigadas médicas que cubren desde medicina general hasta odontología y oftalmología, distribuyendo medicamentos gratuitos que son donados por voluntarios y empresas privadas.

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En cuanto a la nutrición, las visitas a las comunidades siempre incluyen la entrega de kits de alimentos, y en muchos casos, jornadas de desayunos y almuerzos para quienes más lo necesitan. La educación también juega un papel crucial en los esfuerzos de la institución. 

Se brindan capacitaciones gratuitas que permiten a los beneficiarios desarrollar habilidades prácticas para generar ingresos y mejorar la economía familiar por sus propios medios y habilidades profesionales.

“El corazón de este equipo es su gente”, dice Ruiz a este Diario con orgullo. Actualmente, la fundación cuenta con una base fija de 100 voluntarios, a los que se suman familiares, amigos y otros colaboradores en cada una de sus actividades.

“Cada uno aporta su tiempo, su esfuerzo y su cariño para cambiar la vida de los demás. Sin ellos, nada de lo que hacemos sería posible”, destaca. La organización está siempre abierta a nuevas personas que deseen sumarse al esfuerzo solidario. “Invitamos a quienes sientan el llamado de ayudar a acercarse a nosotros a través de nuestras redes sociales”, afirma su vocera.

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El camino de la ONG no se detiene. Según Albita Ruiz, el objetivo a futuro es expandir la fundación a todo el país. “Queremos tener una sede en cada provincia del Ecuador y continuar estableciendo alianzas con otras organizaciones, empresas y la academia para profesionalizar aún más nuestra labor”, explica.

Con la misma energía que impulsó su nacimiento, la Fundación sigue adelante, motivada por la sonrisa de cada niño y la gratitud de cada familia. “Nuestro lema es ‘Ser más para servir mejor’, y con ese espíritu vamos hacia adelante. Todavía tenemos mucho por hacer”, concluye.

Brigadas médicas

Ofrecen atención en medicina general, odontología y oftalmología, además de distribuir medicamentos gratuitos en comunidades vulnerables. Entregan kits de alimentos y organizan jornadas de desayunos, almuerzos y meriendas para familias de escasos recursos económicos , tanto en zonas rurales como en zonas urbanas.

Capacitaciones

Ofrecen talleres que ayudan a los participantes a desarrollar destrezas que les permitan generar ingresos y mejorar su situación económica.

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