Olivia, la perrita callejera que se convirtió en una viajera influencer
Fue hallada vagando por las frías calles de Quito. Su rescatista la adoptó y juntas hacen viajes por todo el país que comparten en su Instagram
Durante ocho años, Kathya Bustamante se ha dedicado a salvar perros en situación de peligro en las calles de Quito. En todo ese tiempo, la bióloga de 28 años, ha logrado que noventa canes, cuyo denominador común son el abandono y el maltrato, hayan sido acogidos en hogares seguros y llenos de cariño. Su amor por los animales, para esta bióloga quiteña, de 28 años, no tiene límites. Rescatarlos es su pasión.
Detrás de cada perro rescatado hay una historia de dolor. Uno de esos casos es el de Olivia, una perra mestiza que por casualidad Bustamante encontró vagando sin rumbo, a la altura de los parqueaderos de la Escuela Politécnica.
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Leer másLa rescatista recuerda claramente que fue un 14 de septiembre del 2015 cuando la vio pasar. Le impactó que estaba bastante sucia, preñada y con una pedazo de soga atada al cuello.
"Ese día no me acerqué porqué iba con otro perro rescatado en mi auto. Dije que volvería porque me dio pena verla así. Averigué en el sector y me dijeron que la habían botado hace un tiempo y que pasaba vagando.
Cuando traté de cogerla fue imposible. No aceptaba comida ni nada. Me veía y corría, me gruñía, odiaba a la gente, era super desconfiada. Intenté dormirla, sedarla, pero no pude", recordó la bióloga, quien nunca se dio por vencida.
Cuando regresó para intentar nuevamente agarrarla, ya había parido. Tuvo cuatro cachorros en un botadero de basura en medio de jeringas, latas, vidrios rotos y otros desechos. Dos semanas después, Kathya volvió y logró acorralarla dentro de un hueco donde se había escondido. "Era tal la desesperación de la perra que se golpeaba la cabeza y se encogía aterrada hasta hacerse una bolita. Temblaba de terror y cuando salió se quedó paralizada, como diciendo ya no doy más", contó la rescatista.
La subió a su carro y la llevó a la casa de su abuelita donde estuvo temporalmente junto a sus cachorros a los que, meses después vacunó, esterilizó y logró dar en adopción. La intención de Bustamante era que la perra tuviera el mismo destino, pero 'se enamoró' de ella.
"Cuando la llevé donde el veterinario, estaba desnutrida, apestaba, no había cómo bañarla. Del gris pasó al blanco. Era una perrita demasiado desconfiada, no sabía cómo mover la cola, ni jugar. Me enamoré de ella porque era super tímida. Con sus hijitos aprendió a jugar. Veía una escoba y se asustaba, se hacía una bolita", señaló la bióloga al hablar del animal que decidió adoptar y llamar Olivia.
Juntas han recorrido algunas partes del país. Está tan acostumbrada a viajar que en la montaña se siente segura. Ama el campo y las alturas. Corre libre. Es educada. Muy inteligente y aprendió trucos básicos.
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Leer más"Cuando la miro fijamente porque está haciendo algo malo, se queda tranquila. En todas partes se adapta, acampamos juntas, ella es feliz, pasea sin cadena. Es fiel. Cuando la rescaté tenía cerca de un año, ahora tendrá cinco. Le tiene terror al carro repartidor de gas, es como si algo de eso le trajera malos recuerdos, nunca había salido a ningún lado. Es bastante temerosa, al punto de que le asustaba el sonido de las hojas secas", explicó Kathya sobre los detalles y el carácter de su mascota que pertenece a un club de influencers, además de tener su propia cuenta de Instagram (@olivias.journey.ec) donde posa en cada lugar que ha conocido y donde es realmente feliz.