ONG AMA y su aporte a la educación de jóvenes

Lbachie, presidida por Raquel Loor, nació en 2015, con un objetivo claro: ayudar a jóvenes de escasos recursos a continuar su educación y brindarles herramientas que faciliten su desarrollo personal y profesional. Esta noble iniciativa se ha adaptado y evolucionado a lo largo del tiempo, respondiendo a las necesidades cambiantes de la comunidad guayaquileña.

Uno de los primeros proyectos de la Organización No Gubernamental (ONG) fue en 2015, cuando se enfocaron en jóvenes que estaban en procesos de rehabilitación por consumo de drogas. 

Loor explica a EXPRESO que uno de los mayores retos que enfrentaban estos jóvenes era la reinserción en el sistema educativo, ya que, al superar los 18 años, se les imposibilitaba continuar sus estudios en colegios regulares. “La mayoría de ellos no se graduaban y, sin un título de bachiller, no podían acceder a un trabajo formal, lo que los hacía recaer en los vicios”, comenta Raquel.

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Gracias a una alianza con una institución educativa del Puerto Principal, la fundación logró que 24 jóvenes terminaran sus estudios, algunos cursando dos o tres años en uno. Este primer éxito marcó el inicio de un camino lleno de desafíos, pero también de grandes logros.

En 2017, el Gobierno implementó una ley que permitió a los mayores de edad continuar sus estudios en colegios nocturnos, lo que motivó a la Fundación AMA a replantear su enfoque. Sin embargo, continuaron apoyando a los jóvenes en sus trayectorias académicas, dirigiéndolos a los centros educativos apropiados.

Con el tiempo, la fundación expandió sus actividades, ofreciendo cursos prácticos como elaboración de currículums, contabilidad básica y maquillaje para mujeres que buscaban una fuente de ingresos. “Estos programas permitieron a muchos jóvenes y adultos adquirir habilidades que les abrieron nuevas oportunidades laborales”, comenta Loor a este Diario.

La llegada de la pandemia en 2020 cambió drásticamente las necesidades de la comunidad. “Recibíamos mensajes de personas que no habían comido en días, o que no tenían leche para sus bebés”, recuerda la presidenta de la ONG. 

En respuesta, la fundación tocó puertas de empresas de alimentos y carnes, y gracias a sus donaciones de víveres, pudieron ayudar a cerca de 500 familias con alimentos básicos. “Durante un año, la fundación llevó asistencia casa a casa, ofreciendo un rayo de esperanza en medio de la crisis sanitaria. Eso fue maravilloso”, comparten.

Actualmente, uno de los principales proyectos de la Fundación AMA se desarrolla en la 'Montaña de Oración', ubicada en el kilómetro 65 de la vía a la Costa, antes de llegar a la parroquia rural Progreso. Aquí, la fundación busca ofrecer refuerzo escolar y cursos a niños y jóvenes de la zona. “Los niños de esta zona no reciben clases de inglés ni computación. Su educación está limitada, y en un mundo donde la tecnología es clave, ellos no tienen ni computadoras ni impresoras”, explica Loor.

Actualmente, están a la espera de la aprobación de un proyecto por parte del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) para obtener recursos que les permitan continuar con esta labor y habilitar un comedor comunitario en la zona.

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