La ONG Honrar la vida y sus servicios a los niños de la capital
Se preocupan por una educación en valores y derechos para todos. Potencian una alimentación balanceada
La Fundación inició su labor en los barrios urbanos marginales con un proyecto donde 150 niños y niñas elaboraron juguetes de Navidad. Los pequeños fabricaron dos artículos: uno para ellos y otro para compartir con niños del barrio vecino, Atucucho.
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Leer másEl objetivo era revalorizar el sentido de la Navidad, ya que el frío reparto masivo de juguetes a personas de escasos recursos afectaba su dignidad. Con trabajo y buena voluntad, se rescató una celebración que se había convertido en algo comercial.
El proyecto desarrolló mayores destrezas en los pequeños fabricantes de muñecas y coches de madera, acrecentó su autoestima y les permitió sentir que son capaces de conseguir cosas por sí mismos. Del otro lado, se fortaleció el compromiso de los voluntarios y la unidad del grupo. El programa motivó a jóvenes universitarios que, tras conocer esta nueva realidad, desarrollaron otro proyecto: el Domingo Comunitario.
Este espacio de convivencia tiene como objetivo brindar al menos una comida balanceada y nutritiva por semana, además de desarrollar una experiencia de educación alternativa que complemente la recibida en los colegios públicos, en una relación adulto-niño basada en respeto y amor. Para la Fundación Honrar la Vida, el Domingo Comunitario, aunque exigente, fue vital. Les permitió conocer de forma directa una nueva realidad.
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Leer másLos voluntarios se reunían los sábados por la tarde para planificar, con el objetivo de que los niños recibieran una comida nutritiva y balanceada al menos una vez a la semana y experimentaran una relación adulto-niño basada en el amor, mientras complementaban su educación con actividades artísticas y lúdicas.
Pero no fue fácil. La pobreza se reflejaba a cada paso, a veces en la rudeza de algunos padres o en la dureza de algunos maestros hacia los niños. “Para la Fundación cada paso era un crecimiento, esta experiencia los llevaba hacia la madurez y la determinación. Los voluntarios se volvieron cocineros, enfermeros, psicólogos, maestros. Junto a aquellos pequeños aprendieron una nueva forma de comunicar; el lenguaje del amor por el otro”, explica la organización en su página web.
La organización brinda una educación alternativa donde las inteligencias múltiples tienen un gran protagonismo. Niños entre 1 y 16 años se benefician de sus proyectos, recibiendo una educación personalizada con contenidos de gestión emocional esenciales para su desarrollo, a pesar del entorno hostil en el que viven.
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Leer másLa personalización de los procesos es clave para evitar que muchos de estos niños fracasen en su construcción personal, trabajando así para que se conviertan en líderes positivos de su entorno y su cultura. En los centros de la organización, los niños también reciben una alimentación nutritiva que garantiza su desarrollo físico e intelectual acorde a su edad.
Los barrios en los que trabajan tienen índices alarmantes de pobreza, delincuencia, drogas, alcohol y desnutrición. Por ello, han creado espacios físicos sanos, con un ambiente familiar y un entorno académico.
El acompañamiento se brinda de manera individual, grupal y familiar, basándose en el amor incondicional, permanente y continuo. Este enfoque se incluye en los procesos de aprendizaje cognitivos, emocionales, sensoriales, espirituales y físicos. A esto se le suman espacios para natación, danza, música esmeraldeña, cocina y arte.
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