La ONG Muchachos Solidarios vela por los niños vulnerables
Fundación brinda educación, alimentación y apoyo emocional a niños en situación de pobreza en Quito
En la ciudad de Quito, donde las historias de lucha y superación son el pan de cada día, la Fundación Muchachos Solidarios brilla como un faro de esperanza para niños y familias en situación de vulnerabilidad.
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Leer másEsta organización, que nació hace 24 años como una iniciativa familiar, se ha consolidado como un ejemplo de solidaridad y perseverancia, ofreciendo no solo ayuda material, sino también un apoyo emocional y educativo crucial para sus beneficiarios.
Los primeros pasos de Muchachos Solidarios se dieron desde un ámbito privado, cuando una familia decidió apoyar a 30 hogares con útiles escolares al inicio de clases y detalles navideños en épocas festivas.
“Siempre hemos caminado con ellos en lo que se ha podido ayudar”, comenta Mónica Silva, vocera y rostro principal de la fundación. A medida que pasó el tiempo, amigos y voluntarios se sumaron a la causa, formando una red humana que ha permitido ampliar la cobertura y el impacto de sus acciones.
Sin apoyo del gobierno actual ni del municipio, la fundación ha sobrevivido y crecido gracias a la autogestión y la colaboración de sus siete voluntarios, todos profesionales que dividen su tiempo entre sus trabajos y su dedicación a la fundación, ubicada en las calles Almeida y Junín en la capital. Mónica Silva, quien lidera las operaciones en el día a día, describe el esfuerzo como “un espacio creado para dar gracias a la vida y devolver las bendiciones que Dios nos da”.
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Leer másEl trabajo es arduo y constante. “Pagamos renta, contratamos tres empleados, y además realizamos actividades para recaudar fondos como la venta de artesanías y chocolates durante temporadas especiales como Navidad y el Día de la Madre”, señala Silva. A pesar de las dificultades económicas, el compromiso de los voluntarios y el apoyo de la comunidad han mantenido vivo el proyecto.
El principal enfoque son los niños en situación de vulnerabilidad, aquellos que provienen de familias disfuncionales o con recursos económicos muy limitados. Diariamente, 70 niños acuden a la casa de la fundación después de sus clases, donde reciben un almuerzo nutritivo que combate la desnutrición y les permite seguir adelante.
“Nuestro objetivo es que llenen su barriguita, porque sabemos que muchos de ellos regresan a sus casas para acompañar a sus padres en las calles, vendiendo artesanías o productos de temporada”, explica Silva.
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Leer másPero la ayuda no se limita a la alimentación. La educación también ocupa un lugar central en el trabajo de la fundación. Cada niño beneficiario debe estar matriculado y presentar sus notas como prueba de su compromiso académico.
Para aquellos que necesitan apoyo adicional, se buscan voluntarios que los ayuden a superar sus retos educativos. Este enfoque ha dado frutos palpables; algunos de los jóvenes han logrado ingresar a la universidad, convirtiéndose en un testimonio del impacto de esta labor. Entendiendo que los problemas de los niños muchas veces son un reflejo de las dificultades familiares, también la ONG trabaja con los padres.
“A través de capacitaciones, enseñamos actividades que podrían convertirse en un sustento adicional para sus hogares. La fundación sigue insistiendo, creyendo firmemente que el poder de la educación puede cambiar muchas vidas”, concluye Silva.
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