Una organización pretende generar acción social en sectores vulnerables
Con las primera donaciones beneficia a 50 familias y a más de 300 niños
Un deseo de estudiantes. Así empezó la comunidad misionera de acción social ‘Mi Esperanza’ en febrero del 2020. El primer intento se relacionó con una amistad que trascendió a un ‘deseo’ de ayuda, donde sin tener medios económicos o sociales emprendieron la fundación.
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“Salí a averiguar por otros medios el mismo tipo de donación, pero no lo conseguí, y además estaba terminando de entregar mi tesis universitaria cuando de pronto estalló de la pandemia”, cuenta Joel Bayas, líder de la fundación en Ecuador.
Encontrar alianzas estratégicas con la empresa privada le dificultó a Bayas, es más, dice que por momentos “se quería dar por vencido”. Dicen que perseverar trae resultados y así apareció la primera empresa que donó canastas de alimentos y su servicios para aportar con el desarrollo de los jóvenes.
“Con la primera donación salí por todo mi barrio a entregar los 30 cartones de víveres acompañado por mi sobrino. Fue así como empecé este proyecto. De ahí para acá no he dejado de formar alianzas para llevar una pequeña ayuda a los más necesitados”, sostiene. Una vez consolidado el aporte privado, Bayas buscaba legalizar la fundación, pero las trabas no se hicieron esperar y por costo no avanzaron en el proceso.
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"Nuestro deseo es instituir aquí en Guayaquil una escuela donde se imparta educación, deporte, arte y así alejarlos de las drogas y la violencia que sucumben a nuestra niñez y de la que, también, son vulnerables", agrega. Hasta el momento, el grupo beneficia a 50 familias y a más de 300 niños
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