Patricia Villamarín, la mujer de la industria pesada
Desde la empresa cementera que gerencia, esta ecuatoriana promueve la presencia femenina en el sector.
Ella se mueve en la vida con una premisa: que el deseo sea su motor principal. Con ese ímpetu, esta abogada ha ido subiendo los escalones del éxito y brillado en un universo de hombres: la industria de cemento y áridos.
Vestida con casco y botas o de traje sastre y tacones, defiende al infinito los proyectos en los que cree y, sobre todo, abre caminos para que haya mayor presencia de mujeres en el sector de la construcción.
Tras una sesión de fotos, Patricia Villamarín entra en diálogo con SEMANA para conocer un poco más de su lucha.
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Leer más- En un mundo de hombres
Lo corporativo, tributario y financiero son los temas del derecho en los que disfruta explayarse. Sin embargo, tiempo antes de iniciar sus veinte años de trayectoria como abogada, cuenta que, siendo muy joven, demostró su gusto por las letras en temas tan diversos.
“Estudié Derecho sin ningún ejemplo familiar en leyes. Sencillamente me apasionaba, sobre todo el dirigido a empresas”, confiesa.
Su éxito fue el resultado de esfuerzo, sudor y dedicación. “Me casé muy joven y de inmediato fui mamá. Hubo momentos en los que incluso llevaba a mi hija a las clases. Yo me sentaba a tomar apuntes y ella se quedaba a mi lado. Si bien tenía la opción de dedicarme solo a la maternidad, yo quise estudiar. Para mí no existe el ‘no puedo’”, agrega.
Con el título bajo el brazo, vino luego su segunda hija y también el inicio de la etapa laboral. La Cámara de Comercio de Quito fue su primer lugar de trabajo. Allí daba asesoría a empresas privadas. Tiempo después trabajó en la parte legal de un banco y luego pasó a un estudio jurídico en el que la mayoría de los clientes eran farmacéuticas.
Hace nueve años, en cambio, se le presentó un reto diferente: entrar a una industria de cementos y áridos. En un sector conocido por tener mucha presencia masculina, ella ha ido desarrollando iniciativas en favor de la equidad de género.
“La construcción es un mundo de hombres, con muchos retos, complejidad especial y responsabilidades... No niego que llegué con temor. De a poco nosotras hemos ido ganando espacio. Si al principio había foros en los que yo era la única, de repente ya comenzaban a asistir tres (mujeres) y así se iban sumando”, recuerda.
- Por y para las mujeres
Cuando se la escucha, se siente su sororidad, término que hace referencia a la relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento. Su rol, más allá de su estatus laboral actual, habla de amistad, hermandad y aspiraciones con perspectiva de género. Así lo demuestra su participación en programas de ayuda, sobre todo a personas en estado de vulnerabilidad. En Otavalo, por ejemplo, ha brindado charlas a niñas, adolescentes y jóvenes de las comunidades cercanas para que culminen los ciclos de enseñanza primaria y secundaria, para luego acceder a la universidad. Y curiosamente, en la actualidad el 64 % de las becas se las llevan mujeres.
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Leer másEn esa frecuencia, su ejemplo y palabras buscan un mismo latir entre todas. “Espero haber inspirado a las más jóvenes... Siempre aconsejo enfocarse en la excelencia. Tienen que estudiar, ser fuertes, decir lo que piensan y defenderlo de una manera amable. No se pueden dejar amilanar, ni dejar que los demás piensen que por ser mujeres no saben”, aconseja desde su experiencia esta líder.
Eso también lo lleva a lo profesional. “El mundo del Derecho también es de hombres. Si bien ahora ya no estoy en el departamento legal, mi idea era que me reemplace una mujer. Y no fue fácil. Sigue habiendo minoría de mujeres. Pero aun así hay que apoyarlas. Somos nosotras mismas las que debemos abrir camino a las demás”, dice con firmeza.
Patricia aspira a que en Latinoamérica más empresas privadas volteen su mirada a la equidad de género. “Cuando cambien su visión, las capaciten, ofrezcan confianza (sobre todo a quienes son madres), crearán lealtad en esas mujeres que realmente valoran llegar a tener espacio, y eso hará que escalen y sean las mejores”.
“Hoy se habla mucho del equilibrio profesional y personal, y suele ser difícil de obtener. Siempre hay algo que se sacrifica en el camino, y eso suele ser la maternidad”, dice. “La crítica a una madre profesional nunca falta. Si el niño se enferma, está el pediatra que dice que tal vez sea mejor que uno se quede en casa. O si el hijo tiene un problema de notas en la escuela, la profesora también opina sobre el trabajo de una. Crítica siempre habrá, pero creo que si los hijos ven esa madre trabajadora, crecen con otra aspiración. Mi madre, por ejemplo, trabajó toda la vida y de una u otra forma influyó en mí”. Las hijas de Patricia realizan sus estudios universitarios en Alemania, y se siente orgullosa de lo recorrido con ellas.
Cuando no está trabajando, aparte de la maternidad su otra pasión es la lectura. “Siempre estoy leyendo algo, eso hace que la vida se torne más fácil”, precisa. Los libros del escritor japonés Haruki Murakami y de la italiana Elena Ferrante forman parte de su biblioteca.
En esa búsqueda de balance personal, también practica caminata, pilates, yoga y meditación guiada. “Necesitamos desconectarnos, si no el estrés nos gana”. Así ha logrado fortalecerse y creer en sí misma, sin hacer caso a críticas o prejuicios, para ser un ejemplo para las demás.
- Personal
- Se graduó de abogada y tiene una especialidad en Derecho Tributario y Financiero.
- Cuenta además con un MBA.
- Es gerente corporativa de Compliance en Unacem.