El racismo, enemigo de la igualdad
Las redes sociales son ahora un medio de protesta contra esta ideología. Hay que educar a los niños en la empatía para cambiar esta problemática
El 25 de mayo del 2020, cuando el mundo esperaba con incertidumbre nuevas noticias sobre la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus, otro acontecimiento captaba la atención de millones de personas: el asesinato de George Floyd, un afroamericano muerto por el abuso de poder del personal policial estadounidense.
La noticia, que se difundió como ‘pólvora’ a todos los continentes, acompañada del video que se subió en Facebook, hizo que sin importar el miedo al contagio por el COVID-19, miles de estadounidenses salgan a las calles a protestar contra el racismo. Y, a través de las redes sociales, se sumaron muchas personas más, sin importar su género, raza, edad o condición social.
Hasta la fecha, las manifestaciones continúan y las personas en Twitter, Facebook e Instagram siguen publicando sus razones y mensajes de por qué el racismo debe acabar.
Todos buscan justicia, no solamente por la muerte de Floyd, sino por la de miles afrodescendientes que por años han sido discriminados, maltratados y hasta asesinados solo por su color de piel.
Realidad social
Según el análisis de Lourdes España, líder del Frente de Sociólogas del Guayas, el racismo no es la nueva problemática del siglo XXI. Durante toda la historia de la sociedad, siempre ha existido la desigualdad y grupos que creen en la superioridad de una raza frente a las demás.
“Lo sucedido a George Floyd fue la gota que derramó el vaso y responde a una coyuntura sobre la falta de inclusión, respeto y protección a los derechos humanos. Se vive en una sociedad en la que existe perennemente escenas de racismo, homofobia, xenofobia y machismo; y muchos no dicen nada, expresa María Fernanda Narváez, abogada especialista en derechos humanos.
La experta dice que las diferencias entre los movimientos antirracismos del siglo pasado y los actuales es que ahora las redes sociales ayudan a visibilizar las realidades y problemáticas de forma masiva sin estar cerca fisicamente.
Esto permite que las nuevas generaciones conozcan y sientan empatía por estas luchas. Además, estas herramientas también potencian las convocatorias de apoyo creadas no solo por quienes sufren de racismo, sino por las personas de todas las razas.
Educar con información
La psicóloga Ivanna Peña considera que socialmente la discriminación pasa desapercibida; sin embargo, hay personas que aunque dicen que no lo son, con ciertas acciones o frases demuestran lo contrario. “El racismo no solo se manifiesta con agresión física, sino también con palabras”.
Además, como detalla España, hay quienes expresan comentarios racistas solo para pertenecer, agradar y ser aceptados por un grupo determinado. No se puede ocultar: la discriminación provoca violencia. Las protestas en Estados Unidos provocaron disturbios, saqueos, detenciones y hasta muertes.
Nadie nace racista, dicen las entrevistadas, y si bien es cierto, es un acto que existe socialmente hace decenas de generaciones, está en las manos de cada persona cambiar el discurso y no repetir esta conducta, por demás dañina y perjudicial.
Es fundamental reconocer los propios prejuicios y reflexionar sobre ellos. Aprender a ser tolerantes y respetuosos con la diversidad.
Los niños
Peña resalta que es normal que los pequeños reaccionen inmediatamente con asombro ante cualquier diferencia del otro, a la que no están acostumbrados, como: el color de piel o si tiene una discapacidad física o mental. Sin embargo, las acciones racistas desde temprana edad pueden aparecer, debido al tipo de información a la que han estado expuestos.
“El niño es como una esponja que absorbe todo, y repite lo que ve en casa. No hay que esperar a la adolescencia para hablar de estos temas, sino desde pequeños enseñarles sobre la individualidad y respeto con el que se debe tratar a una persona”, enfatiza la experta. De allí la importancia de que los padres les expliquen sobre los tipos de razas que hay, o de las enfermedades que un niño puede sufrir, sin que eso sea motivo de burlas o maltratos. Enseñarles que ser blanco o de ojos azules no hace a nadie superior a otros.
“Cuando el niño tiene relación directa con personas de diversas razas, siempre el vínculo que creen, le va a ganar al prejuicio social”, comenta Peña.
¿Llegará el momento en que el racismo desaparezca? Narváez considera que puede llegar un punto en la historia que eso suceda, pero no cree que sea en un futuro cercano. “Sin embargo, las personas comienzan a tener mayor conciencia. Visibilizar el problema y no normalizar las situaciones de racismo es un gran paso”, exclama.
El afectado
Quienes sufren de este tipo de actos pueden o no tener repercusiones psicológicas dependiendo de cómo se encuentran emocionalmente: “Por un lado está la persona que se empodera y sigue adelante; pero también existe quien basa su identidad en las palabras que recibe del otro y puede acarrear síntomas como la depresión, tristeza, soledad y ansiedad”, sustenta Peña.
En el caso de los niños, si en el hogar no encuentran un apoyo emocional para hablar sobre lo sucedido, esa experiencia puede hacer que ellos mismos saquen conclusiones negativas y no sepan cómo afrontarlo. Se aconseja crear un ambiente seguro en casa y enseñarles que no se puede modificar lo que las demás personas piensan, pero que si queremos que el mundo sea mejor, el cambio empieza por uno.
Qué hacer
Narváez detalla que si una persona sufre de discursos racistas o discriminación en redes sociales o de forma presencial, puede acudir a la Defensoría del Pueblo, institución que trabaja para erradicar esta problemática. Además, el artículo 117 del Código Orgánico Integral Penal determina que “la persona que cometa actos de violencia física o psicológica de odio, contra una o más personas en razón de su nacionalidad, etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad de género u orientación sexual, identidad cultural, estado civil, idioma, religión, ideología, condición socioeconómica, condición migratoria, discapacidad, estado de salud o portar VIH, será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años”.