Rafael Florido: "En este mundo soy un peregrino"
El cónsul honorario de Guatemala en Guayaquil encontró en la sanación pránica el vehículo para servir al prójimo y sentirse útil en esta sociedad.
Es curioso conocer a un cónsul que al mismo tiempo es escritor, artesano,pintor, psicólogo, sanador y chamán. Pero si hay algo que va primero en el orden de presentación de Rafael Florido (72) es el de peregrino. Así es como se ve y se siente en este mundo el cónsul honorario de Guatemala en Guayaquil.
Nos recibe al caer la tarde en el área social de la urbanización donde vive con varias de sus artesanías talladas en madera y entablamos un diálogo con un hombre que afirma que todo en la vida llegó a él por casualidad y de maneras asombrosas.
¿Cómo es que un cónsul termina siendo también sanador y chamán?
En un avión que volaba de Miami a Washington, yo leía un libro de escuelas iniciáticas de la antigüedad. Ahí decía que debía buscar un mensaje. Me agaché hasta por debajo de los asientos y no encontré nada. Me quedé dormido y de repente alguien me toca, me volteo y observo a un ser perfecto que me preguntó por el libro. Le respondí que daba clases en algunas escuelas de esoterismo y leía todo lo que podía. Entonces, literalmente, me dijo que tenía un mensaje para mí.
¿Y en qué consistía ese mensaje?
Me explicó que acababa de concluir un curso de sanción que yo debía hacer. Me insistió durante el viaje, yo estaba renuente. Ofreció pagarme el costo del pasaje, intercambiamos números. A mi regreso a Ecuador, me llegaban correos electrónicos del curso de sanación. Mi esposa me dijo que era una señal. Conseguí hacer el curso, me pagué yo mismo el pasaje. Al final de mi preparación, medité y me vi desde el instante de mi concepción a la época actual y ahí me di cuenta que todo lo que había vivido fue necesario para aprender. Lo tengo escrito todo y conservo los correos electrónicos de este señor.
¿Y desde ahí se convirtió en sanador?
Yo trato de que vaya la gente y conozca a este grupo de psicólogos que da la vuelta al mundo. Fuimos 100 personas las que asistimos junto a 250 facilitadores y ocho psicólogos. Siempre estuve relajado, pero nunca me imaginé toda la experiencia que iba a vivir.
Algo que me llamó también la atención es que usted sea un chamán. Generalmente se tiene la idea del hombre internado en la selva y que toma ayahuasca, pero resulta que estoy frente a un cónsul de Guatemala en Ecuador
Todo empezó cuando me invitaron a unas clases de sanación pránica con el que se llega a ver el estado energético de cualquier persona. Con los ojos cerrados observas sus falencias, deficiencias y problemas. Es una bendición rezar por todo y por todos.
¿Pero cómo llega a ser chamán?
En Guatemala conocí a la doctora Rina Ponce (ya fallecida) quien me invitó una noche a conocer a unos ancianos. Ella me llevó a unas montañas a la casa de unos austríacos quienes tenían una habitación llena de altares. Conversamos y de repente ingresaron tres indígenas mayores con sus trajes típicos. Uno sacó un elemento de madera junto a una vela y el otro una bola de cristal con un objeto de bambú con arena. Empezaron a hacerme preguntas por cuatro horas, sentí que me chupaban. Se levantaron, se despidieron y se fueron. Pasaron unos días, me fui a despedir de la doctora Ponce porque tenía que volar y me dijo que me esperaban. Me hicieron pasar a la habitación de un altar que tenía mazorcas de maíz hasta juguetes de niños. Me invitaron a meditar, estiré las manos, me senté en posición de loto como para el yoga, cerré los ojos y sentí un morral que estaba colgado en la puerta cuando entré. Empezó a moverse, pensé en un reptil.
Sé que le tenía miedo a los reptiles...
Tuve una experiencia terrible de niño con una cascabel. Bueno, el asunto es que estuve a punto de tirar el morral, pero me acordé que no se movía cuando entré al lugar. Entonces pensé en un bebé y ahí se quedó quieto. Cuando la doctora me lo quitó, uno de los indígenas me colocó ponchos de lana, tenía como doce encima y este señor daba vueltas alrededor mío. Y finalmente me dijo: ‘Vaya y cure’. Ahí fue que supe que me iniciaron como chamán.
¿Todos tenemos el don o la habilidad para ser un chamán?
Cualquier persona está facultada pero hay que ser dedicado. Es como cuando empieza a escribir, después de mucho tiempo fluye.
De los políticos, ¿quién necesita una limpia urgente?
No lo sé (risas). No me atrevería, pero le puedo decir que usted no puede hacer nada sin la autorización de la otra persona, ni siquiera a su campo energético.
¿ A quién le negaría un tratamiento?
Lo he negado varias veces a personas que llegan a mí para obtener un conocimiento que no les es válido o cuando ingresan no para un tratamiento sino para una autosatisfacción.
Usted sana a otros pero, ¿quién lo sana a usted?
El universo mismo. Pero no pierdo la oportunidad de que me experimente alguien que tenga la facilidad y el conocimiento de hacerlo. Yo camino al lado del mar de Chipipe y me voy limpiando.
¿El peregrino encontró el amor?
Bastó una vez y no hizo falta hallar más. Tengo una esposa excelente e hijos realizados. Estoy muy agradecido con la vida, he tenido confrontaciones que me hicieron crecer y últimamente con la pandemia el cerebro me ha acelerado, me ha ayudado a crecer.