Un refugio que nació tras el rescate de Guapo
Katiuska Delgado tenía seis años cuando junto a su padre salvó a un cachorro mestizo del maltrato. Hoy posee un albergue con 300 animales
Katiuska Delgado aún se sorprende por el nivel de crueldad al que puede llegar el ser humano con los animales. No olvida que Valentina casi muere luego de que un hombre la golpeara con un machete hasta partirle el cráneo y dejarla con el cerebro expuesto. Después de una larga y compleja cirugía, la perrita se salvó.
Paz también sufrió maltrato, uno tan cruel que la hizo perder su pata delantera izquierda. La habían golpeado con un fierro y terminó con una gangrena. Hoy, ella y Valentina son unas perritas alegres y se han convertido en modelos de una campaña navideña que impulsa el Refugio Pana para motivar la adopción de los rescatados.
Katiuska es quien está al frente del albergue en el que no deja de ver casos que la marcan, como los de cachorritos que son tirados a la basura y que, pese a los esfuerzos por salvarlos, mueren.
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Leer másAunque la fundación se constituyó de manera oficial hace doce años y se ha convertido en una de las más reconocidas de Guayaquil, para ella los rescates comenzaron hace dos décadas, con la llegada de Guapo a su vida. Recuerda que era una niña cuando vio a aquel cachorrito mestizo salir corriendo hacia una peatonal, luego de que lo golpearan para sacarlo de un local comercial. Tenía sarna, estaba herido y asustado.
Katiuska tenía seis años y vivía en Loja. Junto a su padre, Pablo, corrieron a auxiliarlo. “No entendía qué pasaba. Yo lloraba, lo veía súper mal, débil, enfermo, golpeado... Mi papá me explicó que a veces las personas abandonan a los animalitos cuando no los quieren”, recuerda.
Guapo recibió atención médica y se convirtió en el primer rescatado de esta joven que hoy es psicóloga clínica.
“Era un perro maravilloso, un mestizo chiquitito, hermoso, que se hizo gigante. Desde Guapo fui rescatando más. Lo tuvimos hasta que murió a los 15 años; me acompañó a rescatar a muchos más animalitos”, cuenta con nostalgia.
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Leer másKatiuska tiene hoy dos trabajos que le permiten cubrir parte de los gastos de alimentación, esterilización y cuidados de los peludos. También realiza actividades de recaudación. Su papá, quien le inculcó su amor por los animales, falleció hace dos años, pero la labor sigue allí, con el apoyo de Elizabeth Sánchez, su madre y de Jenrry Mora, su novio.
Le gustaría hacer más (tiene 300 animales rescatados), pero al ser un refugio autofinanciado se vuelve complicado. Cuentan con el apoyo de hogares temporales y con perritos que son cuidados por la comunidad. Reconoce que cada día a las redes sociales recibe decenas de pedidos de ayuda para los animales, pero al no tener más recursos, se hace difícil llevarse a todos, pero buscan la manera de aportar. Por eso esperan que más personas se unan a la causa.