René Pulla, pintor del folclor y de las tradiciones azuayas
Durante 60 años este artista ha llenado con su arte espacios públicos y privados. Sus pinturas y esculturas ya forman parte del patrimonio cuencano
Setenta y dos años han pasado desde que René Pulla Moreno hiciera su primera pintura. Tenía apenas siete. Hoy, a sus 79, recuerda lúcidamente su primer trabajo como al faro que iluminó su horizonte para la pintura y la escultura. “Era el rostro del profe”, recuerda con una leve sonrisa mientras acaricia a un gatito, la mascota de la casa.
Por donde ha pasado René Pulla, siempre sembró su producción estética, bella, simple, sin retorcimientos conceptuales, de una honda raigambre popular, que él conoce como nadie.
Cuenta que en su niñez siempre que volvía de la escuela se paraba tras la tranca de madera del taller del artista Carlos Beltrán, autor de las pinturas de los rostros de los alcaldes de Cuenca. Era para mirar boquiabierto las pinceladas y la mezcla de colores. Sin que él se enterase, se convirtió así en su primer maestro, confiesa Pulla.
Pero su primer paso no lo dio con la pintura. Antes hizo de ayudante en los talleres de marmolería y escultura de los maestros Luis Barros y Rosendo Sinchi. Ahí pulió el arte manual que, junto al dibujo y la pintura, se convertiría en su futuro artístico.
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Leer másDe eso ya 60 años. De forma profesional, René ha ido trabajando en obras de madera, mármol, papel, cartulina, resinas y, por supuesto, lienzo y mural. Ha pintado y pinta, a más de obras abstractas, castillos pirotécnicos, vacas locas, paisajes cuencanos, costumbres morlacas, el Pase del Niño Viajero, Corpus Christi, globos, mercados, o simplemente la Chola Cuencana... Tesoros patrimoniales de la urbe que atesora el alma de los morlacos.
Pulla es un artista del género costumbrista, folclorista y tradicionalista. Ha participado en más de 90 exposiciones nacionales.
“Por donde ha pasado, siempre sembró su producción estética, bella, simple, sin retorcimientos conceptuales, de una honda raigambre popular, que él conoce como nadie”, asegura el escritor cuencano Jorge Dávila.
El Vado, el tradicional y más antiguo barrio de Cuenca
Leer másEntre sus obras destacan las instalaciones fugaces del Museo de las Conceptas, Nacimientos con escenarios y personajes. La Virgen lavando pañales y San José colgándolos, las múltiples escenas del Museo Etnográfico Pumapungo, el monumento al Palo Ensebado, en el barrio de El Vado; y, una enorme pintura que evoca un impresionante mural, en la iglesia de Cristo Salvador.
Al fin al cabo, vivo dentro del arte, respiro arte, hago arte, y mi casa, ese es mi espacio.
Su casa, un museo particular
Un decorado único y personal, comulga con antigüedades y recuerdos ancestrales de la vida cuencana, colocados elegantemente y en sitios estratégicos de cada centímetro de los espacios que constituye la vivienda y taller del pintor René Pulla. “Es una casa de locos”, dice mientras muestra una colección de monedas antiguas puestas en una vitrina de la pared que comunica la sala con la cocina.
La alacena está conformada por unas ollas, que comparten espacio con retratos al óleo de los miembros de la familia Pulla-Guerrero. Una vieja, pero restaurada vitrina de vidrio, de las que había en las tiendas de barrio, es el bar de la casa. En la pared principal de la sala se hallan pinturas sobre iglesias antiguas y bandas de pueblo amenizando actos religiosos de épocas pasadas. No podía faltar un crucifijo, al que cada mañana lo mira y recuerda las bendiciones que el Creador riega sobre su familia.
Igual los dormitorios tienen un decorado singular, con la firma de René, pues en todo hay belleza, arte e ingenio, con iluminación de luces de colores que realzan cada uno de los cuadros, pinturas y objetos, que llevan a sentir a quien lo visite, como si estuviese en un museo y sala expositiva de habilidades. Los cuadros y objetos, son cambiados mensualmente, no solo de posición, sino con otros de la misma línea de decoración como parte de la “locura” que dice le caracteriza a René. El estilo del frontis de la vivienda, también es especial, parece las cúpulas de una iglesia, “Al fin al cabo, vivo dentro del arte, respiro arte, hago arte, y ese es mi espacio”, adujo el pintor