Romina Muñoz comparte su recorrido de artista visual a gestora cultural y ministra
La ministra de cultura explica cómo su trayectoria le ha ayudado a conocer aspectos importantes de su actual cargo.
Vestida de beige y negro, sin una gota de maquillaje y su cabello lacio al natural, Romina Muñoz (39 años, Guayaquil) saluda con la cortesía que caracteriza a los quiteños. Su tono de voz tenue y calmado invita a escucharla durante horas, mientras habla sobre su apasionado interés en el arte en todas sus facetas.
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“Tienes que conocer muchas disciplinas para sumergirte en la producción artística”, explica. “Me interesaba esta amplitud de variedades que convoca el arte”. Así es como explica por qué se inclinó por esta carrera. Pero sus inicios tienen raíces en su familia.
Estos son los inicios de Romina Muñoz
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Leer másNos comparte que en su etapa de estudiante su mamá siempre estaba dibujando, pues estudiaba Diseño de Interiores. Tras el fallecimiento de su padre, Pedro Muñoz, fundador del bingo Don Toribio, Norma Procel tuvo que hacerse cargo del negocio y de sus hijos sola. “Ella era muy hábil con las manos. Quizás sea mejor dibujante que yo”, comenta entre risas. Uno de los recuerdos más vivos de su infancia es cuando su mamá compraba enciclopedias y libros para su hermano y para ella. “Creo que sentía la necesidad de compartir estas herramientas de lectura con sus hijos”, cuenta con una mirada que denota nostalgia mezclada con una felicidad contenida.
Al crecer, este amor por las humanidades y las artes se convirtió en su pasión. A pesar de su inclinación por las letras, decidió estudiar Diseño Gráfico. Fue un profesor de su carrera quien le sugirió que no pertenecía a ese campo, que debía estudiar artes. Así fue como terminó en el ITAE (Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador) y se graduó como artista visual.
La pasión por el arte de Romina le abrió varias puertas
El recorrido de Romina en el ámbito artístico no terminó ahí. Comenzó a enseñar Historia del Arte en el ITAE y, al mismo tiempo, era habitual para ella visitar museos, investigar y crear arte.
“Paralelamente a mi trabajo en la universidad, también realizaba exposiciones”, comenta. Formó parte del departamento de Vínculos con la Comunidad e Investigación del instituto, y junto con Gabriela Cabrera y Gabriela Fabre fundó el colectivo Las Brujas, con el que realizaba exposiciones de instalaciones, dibujos y fotos.
Romina confiesa que disfrutaba mucho estudiando a artistas, organizando y realizando exposiciones. “Es algo que me encanta y se me da muy bien”, revela.
Romina Muñoz en su papel de gestora cultural
“Me siento afortunada”, dice con una mano en el pecho y una sonrisa al hablar de su experiencia como directora del Museo Nacional del Ecuador (MuNa). Para ella, trabajar en el museo era como estar en una dulcería siendo niña. “Todos los días eran un placer estar cerca de las obras de arte”.
Cuando recién asumió el cargo de dirección del museo, se sentía cómoda porque “conocía a todo el equipo, pero como usuaria”, y ellos le decían: “¡Ojalá te hayamos tratado bien!” (risas). Romina asegura que siempre fueron amables.
Romina Muñoz, ministra de cultura
Así se maneja la ministra de cultura
Como ministra, ha enfrentado grandes desafíos a pesar del buen equipo que tiene. “Creo que dentro del ministerio hay mucha gente comprometida”, dice con seriedad, pero también explica que “es fundamental entender el sistema artístico como un ecosistema”, involucrando a una serie de agentes, voces académicas, investigadores, usuarios, perspectivas editoriales y, por supuesto, artistas.
Uno de los obstáculos que dificultan su trabajo es “quizás el miedo a ser transparente”, confiesa con tono pensativo. “A la gente le cuesta transparentar las limitaciones, pero yo creo que al hacerlo, se presenta una oportunidad”.
Menciona que trabajar con la estructura burocrática es complejo, pero no imposible. “Creo que he aprendido a resolver”, menciona, pero también aclara que sin esas habilidades, el ambiente puede resultar desgastante.
Aunque su mayor desafío y preocupación es que “el tiempo es corto y tengo que resolver muy rápido”, comparte que se siente feliz por los logros que ha alcanzado hasta el momento, como consolidar un equipo de trabajo comprometido, promover la colaboración entre ministerios (como el de Educación), mejorar el sistema de registro de las obras de los artistas para que sea más amigable con los usuarios, entre otros.
El lado divertido de Romina Muñoz
Al preguntarle sobre qué personaje es dentro de su familia, Romina cuenta que siempre fue la que estaba en cosas raras. “Me decían: ‘Eso que haces no sé qué es’. Esa es la imagen que tienen en mi familia (ríe). Ahora cada vez creo que comparten y entienden más, pero al inicio era con mucho recelo”. Ella se describe como una persona “curiosa, tranquila, fuerte con lo que me planteo, exigente conmigo misma y eso hace que la gente que me rodea haga las cosas que tiene que hacer”. Luego de esa afirmación, se voltea hacia su asesor y le dice: “Yo creo que soy fácil de llevar, ¿o no?”. “Mmm, sí, sí lo es”, responde él con una sonrisa. A lo que la ministra agrega: “Pero como soy muy decidida, también soy dispersa. De hecho, mi familia se burla porque hablo sola todo el tiempo y tengo la capacidad de hablar tres temas, incluso cuatro, a la vez”. Y el asesor añade: “Es algo con lo que yo también tengo que lidiar” (sonríe con la mirada).
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