Saboriza tu rutina con la cocinoterapia
Unos pintan, oyen música, bailan, practican algún deporte para liberar tensiones. Otros usan el delantal y los fogones para desestresarse.
El día de Taryn de Ceballos inicia a las 06:00, hora en la cual prepara el desayuno para su familia. Cincuenta minutos le toma llegar a la vivienda de su madre, donde deja a su hijo de 8 años, en el período de vacaciones. Luego corre a laborar y en ese lapso se maquilla. En la oficina la espera una jornada con inconvenientes que nunca faltan. Al finalizar la tarde, junto a su esposo, recoge a su niño y van a casa. Se acerca la hora de la cena, ella se prepara: saca los ingredientes y utensilios, fluye. Admite que halló en la cocina una vía de escape a su rutina como abogada, madre y esposa.
Llega cansada a casa, pero en su ‘cocina-spa’... se revitaliza. Baila o canta, no la interrumpen, saben que es su momento. En una hora, ‘congela’ las actividades pendientes por hacer en el hogar y ‘machaca’ los problemas del día. No le gustaba cocinar, creía que no tenía la habilidad, pero desde que probó sus bondades, la usa como terapia y tiene momentos apetitosos. “El olor de la albahaca me recuerda la infancia: el tallarín verde que mamá preparaba y que ahora sé hacer”.
Esta actividad es polifacética y en ella descubres sensaciones que estaban dormidas. Es emocionante ver que con creatividad puedes elaborar un plato de autor. “Hay que salirse de los cánones convencionales y tomar otras opciones terapéuticas”, indica Ana María Perrone, coordinadora de la Escuela de Ciencias Gastronómicas de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo.
Socializar te abre puertas
Leer másCualquiera puede hacerlo y gracias a ella se trabajan las funciones cognitivas, motoras y sociales. Es necesario que destines un tiempo de tu agenda para realizarlo, sin distracciones y con tus cinco sentidos, señala María José Abad, directora de la Escuela de Psicología de la UEES.
El cerebro trabaja mucho
Si pensaste que solo con las matemáticas ocurría eso, te equivocaste. Un estudio de la Universidad de Tohoku (Japón) reveló que al cocinar crece la capacidad cerebral, porque se desarrollan complejos procesos mentales por resolver.
La actividad de la corteza cerebral prefrontal aumenta, dicha área segrega dopamina, cuyas funciones son la motivación, coordinación de movimientos, toma de decisiones y aprendizaje, etc.”, explica la psicóloga Marcia Colmont.
Saboree los beneficios:
Son numerosos y hay que aprovecharlos:
- Perfeccionas las relaciones sociales. Se comparten platos, recetas, estrechando los lazos con las demás personas.
- Brinda herramientas básicas para planificar, coordinar y organizar (tiempo y espacio).
- Al conocer las bondades de la materia prima, se beneficia tu salud, pues aprenderás a elaborar recetas saludables.
- Descubres la conciencia sensorial. Los sentidos están alerta porque hueles los aromas, ves lo que cocinaste, tocas los ingredientes, degustas el plato y oyes los crujidos, lo que fríes, etc.
- Ayuda al manejo del tiempo, la atención y la concentración al elaborar un plato. Tu memoria se verá favorecida debido a que se recuerdas los ingredientes y las preparaciones cuando quieres replicar una receta.
- Te permite una desconexión de los problemas, te invita a relajarte y disfrutar. Combate el estrés.
- Aumenta la autoestima y la satisfacción personal porque dices ‘yo hice esto’.
- Incrementa la creatividad, ya que a las preparaciones cada quien le pone el toque personal y único.
- Aparece el ingenio, porque en ocasiones te toca resolver problemas como rectificar y corregir un sabor o buscar con qué ingrediente puedes reemplazar al otro. Y aprendes a medir ‘al ojo’ en algunos casos.
Cinco pasos para evitar la 'obesidad' mental
Leer másCondimentando los pesares...
Hace seis años, el cocinero cuencano Paúl Flores impartió clases de cocinoterapia y los resultados estuvieron en ebullición. En sus talleres recibía a estudiantes que pasaron por duelo, rupturas sentimentales, depresión, y reconoce que también tuvo adolescentes con problemas de concentración. “Ellos notaron el cambio y lo agradecían. También hicimos con los chicos una sesión en la cual ellos desahogaban sus sentimientos negativos hacia alguien, por ejemplo golpeaban una masa. En la segunda fase, la del perdón, prepararon un postre que entregaban a esa persona. En varios casos hubo reconciliación, hicieron las paces”.
El especialista en gastronomía recuerda verbos importantes en esta experiencia: comprar o sembrar, cocinar, emplatar, comer y compartir. Asimismo, manifiesta que esta terapia es una oportunidad para unirla a otras y hacer más efectivo el momento. Por ejemplo, escuchar canciones hace más placentera la jornada (musicoterapia).
Testimonios:
Me relaja y emociona cocinar porque lo hago para mi familia y amigos. Por lo general cocino los fines de semana. No le tengo miedo a ningún desafío, preparo de todo, aunque el arroz en todas sus formas es mi especialidad. Desde que me casé cocino, hice cursos, leo libros y desde entonces no paro. Soy muy feliz cuando piropean mis platos.
La venganza nunca es buena...
Leer másMe desestresa y disfruto de esta experiencia, y hasta me tomo una copa de vino. Me encanta escoger los ingredientes e improvisar. Hace 16 años aprendí por necesidad, pues viví fuera del país. Mi madre y abuela me enseñaron por teléfono. Lo que más hago es comida ecuatoriana y asados. Como no saben lo bien que cocino, ciertos amigos se impresionan cuando prueban mis platos.
Es una de las actividades que me encanta. Hacerlo ayuda a mi salud mental. Yo pongo música y me desestreso. Cocino todas las noches junto a mi esposo, hacerlo nos unió más. Otro beneficio es que como más saludable, pues lo preparo yo misma y selecciono los mejores ingredientes. Mi hija Amparito, de 13 años, está empezando a disfrutar de las bondades de cocinar.
De igual manera se lo puede realizar en soledad, depende del enfoque que se le quiere dar y el objetivo a alcanzar.
María José Abad, directora de la Escuela de Psicología de la UEES.