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La feminidad es el eje de sus obras en cuadros, cerámicas, postales y moda.Fotos: gERARDO mENOSCAL

Salhua Serrano: “El arte nos hace más cercanos y menos perfectos”

Cambió la odontología por el arte. Su oda a la feminidad se refleja desde cuadros hasta moda a todo color.

El tiempo en Salhua se ha dividido en dos partes. El primero en su camino por la odontología. Y el segundo como artista, del cual hoy vive. Escogió la moda y la pintura como un arte del desvío a lo que le resultaba monótono. Su especialidad son obras cargadas de contrastes que se sitúan en la encrucijada entre lo real y lo abstracto que encuentran significado en el espectador. 

Tras la serie Chorrera, que lanzó este 2024, Salhua ofrece mucha feminidad en sus diseños. La mueven los tiempos de violencia contra la mujer, y con cada trazo y color, invita a abrazar la cultura local que hace muchos años se asentó en la Costa ecuatoriana, y tenían especial devoción por la mujer y su fertilidad. 

¿Cuál es el siguiente plan para este año? La pregunta típica a una artista que, se supone, tiene agendado cada segundo de su vida, eso no va con Salhua. Se adapta a lo que la inspiren las generaciones que la siguen. “Probablemente haré una colección que mueva más la sororidad entre mujeres”, adelanta. 

En diálogo con SEMANA cuenta cómo fue el reto de dejar una carrera convencional; lo que significa ser artista en este mundo digital; su colaboración con comunidades de artesanas, y cómo irrumpe con conceptos cargados de significados.

De la odontología al arte

La sangre libanesa corre por sus venas. “Aunque por mi nombre piensan que no nací aquí, soy guayaca como el encebollado”, dice. Con un título de odontóloga bajo el brazo, no niega que el arte llamaba más su atención. “Es algo que, emocionalmente, me hace mucho bien”, dice específicamente sobre la pintura.

 “Mi padre, aunque es abogado, ha sido muy sensible a todo lo artístico. Entonces he convivido con cuadros de Kingman, Tábara, Guayasamín… Y he hecho desde obras de cerámica hasta bailar jazz”, comenta. 

Sin embargo, escoger una carrera tradicional pesó más. “Mientras cursaba odontología empecé un negocio de moda y noté que también tenía mucha sensibilidad por el diseño. Llegué a abrir una tienda en el Policentro y cuando ya estaba por hacer un posgrado como dentista, decidí salir de mi zona de confort y me apunté a Chio Lecca Fashion School (Perú). Desde ahí todo giró en torno a las telas”, recuerda emocionada. 

La reconexión con la pintura y cerámica, en cambio, vinieron en la pandemia. Desde entonces empezó el giro de su marca Salhua. No solo hacía cuadros sino que también las prendas pasaron a ser su lienzo, con un eje predominante: la mujer. Desde rostros femeninos en diferentes contextos hasta el útero, son parte de esas pinceladas en colores vibrantes. 

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Por y para las mujeres

Desde una de las paredes cuelga el cuadro ‘Feminista’, que participó en una exposición por el 8 de marzo, Día de la Mujer, en el museo de la Casa de la Cultura. Así como aquel hay muchos dedicados a las mujeres. 

El más reciente es inspirado en la cultura Chorrera. “Originalmente las vasijas eran color café, y al plasmarlo en cuadros o ropa, con mucho color… ¡Es como si tomaran vida!”, dice Salhua. Entre la gama de azules, amarillos, naranjas y más tonalidades, las figuras aparecen con los típicos cascos de aquella época para representar su poderío. 

“Con esta colección intento que la sociedad le dé a la mujer el puesto que merece. Que no se siga perpetuando el machismo y que la nueva feminidad, que estamos viviendo ahora, permita abrir más puertas a la nueva generación”, expresa. 

Las obras que cuelgan en cuadro también están sublimadas en vestidos, o pintadas en vasijas, postales y souvenirs. Con ello su objetivo es claro, “que el arte sirva para darnos la fuerza que necesitamos, y nos inspire a conversar, reflexionar y heredar esos pensamientos a las que vienen atrás”, concluye.

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En 5 preguntas

¿Cómo una obra de arte se convierte en ropa? 

Consideré que el acto de vestirse puede ser una herramienta más para expresar arte o construir una identidad. Entonces, ¿por qué no pensar una ropa como una obra de arte? Por mi esposo, Eddie Chiang (hermano de también artistas, Diego y Gino Chiang) comencé a pintar chaquetas y pantalones específicos para cantantes, pero hoy más hago sublimados artísticos en vestidos, kimonos o blusones.

¿Cree que hay mucho más por explorar en este terreno híbrido moda-arte? 

Sí, hay muchísimo más por explorar. No se tiene que cerrar solo al diseño de la ropa, sino que las alternativas son muchas más. Es hacer vivir toda una experiencia. Lo mismo que explayo en cuadros puede estar también en vajillas, souvenirs o postales. 

¿Cómo ha sido la acogida en el terreno de Instagram y TikTok?

Es conectar y reconectar con un público cercano al arte. La nueva generación es mucho más sensible, vienen con millón energía, y para mí eso me ha ayudado a refrescar cómo me manejo en las redes sociales. Como artista, la gente lo que necesita es sentirte más cercano, ver los procesos y ser menos perfectos.

 ¿Y la acogida en la calle?

Cuando saqué mis primeras colecciones, había la casualidad de que me escribían mucho chicas que decían “Me voy de viaje a Grecia” o “Me voy a Cuba, y se vería cool llevar este vestido”. Al parecer, se animaban a lucirlo solo en el exterior. Pero de a poco comenzaron a vestirlo a nivel local. 

Tras dejar odontología, ¿hoy es posible vivir del arte? 

Totalmente. No niego que he pasado demasiados retos. Al mes de empezar con mi marca llegó el terremoto del 2016, después me robaron la tienda, y así más cosas. ¡Ha sido un deporte extremo! Pero mi propósito es ayudar y qué mejor si lo que produzco, otras lo incorporan en cualquier ámbito de su vida y les da fuerza.

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