Sanar la relación con la madre
Perdonar a su madre y ser capaz de ver a la niña herida que hay en ella, le permite reconciliarse con el pasado y romper la cadena.
La relación con nuestra madre es la más importante en la vida, porque es la base con la que se construyen todas las demás relaciones. Con la mamá estamos unidos durante la concepción y luego en la lactancia, de ella depende totalmente la supervivencia, por eso este vínculo es fundamental.
La madre representa el modelo femenino, como ser mujer; la maternidad, el amor a la vida. Para el hombre significa el modelo de compañera que busca. Su elección de pareja y la conexión con su mamá condiciona la relación con su pareja.
Si no estuvo presente emocional o físicamente, para su hija/o, o si este se sintió de alguna forma abandonado, rechazado, traicionado o injustamente tratado, es decir, no experimentó un amor incondicional, esto genera una herida emocional. A partir de estas vivencias se construyen máscaras defensivas para no sentirse vulnerable y protegerse del dolor por no haber sido querido como quería y necesitaba.
Nuestra mamá viene de una madre que muchas veces tampoco fue sostenida ni valorada. Comprender que aportaron lo mejor que tenían y aceptar que hicieron lo mejor que pudieron con sus recursos emocionales es liberador y permite sanar .
Las heridas de la infancia
Si el niño percibió rechazo desde su concepción y los primeros años de vida, puede tener baja autoestima. Y por eso tiende a aislarse, sentirse incomprendido y ser perfeccionista.
Si el niño percibió abandono emocional o físico, puede desarrollar dependencia, apego, inseguridad y miedo a la soledad.
El niño que se sintió humillado, por haber sido reprimido o maltratado, va a tener miedo a la libertad, creerá que debe sufrir. No va a disfrutar de la vida, ni atender a sus propias necesidades.
Si el menor se sintió traicionado (o los padres se traicionaron) se vuelve controlador, desarrolla una fuerte personalidad y necesita sentirse especial e importante. Es exigente con los demás, y quiere tener todo bajo control.
Si el niño se sintió injustamente tratado, se mostrará rígido y no admite que tiene problemas, quiere parecer perfecto, no quiere sentir y es duro consigo mismo.
Cómo sanar
Para poder sanar estas heridas es necesario el reconocimiento y la aceptación, cuando la herida sana estos comportamientos ya no dominan su vida.
Al reconocer al niño interior herido se le da un lugar en el corazón, poder ver su vulnerabilidad, desde el amor y la compasión, entender los miedos y necesidades que tuvo ese niño le harán comprender mejor sus motivaciones, como querer agradar, buscar aprobación, intentar ser perfecto, querer llamar la atención o ser rebelde.
Sea como fuere las experiencias vividas, venimos de padres que también tienen sus heridas de infancia, traen sus propias carencias que les dificulta amar incondicionalmente. Nuestra madre viene de una madre que muchas veces tampoco fue sostenida ni valorada. Comprender que aportaron lo mejor que tenían y aceptar que hicieron lo mejor que pudieron con sus recursos emocionales es liberador y permite sanar .
Liberarse del peso de lo que debió haber sido o de cómo fueron las cosas; dejar de lado el resentimiento y el dolor respecto a su vida y a su madre, no significa negar lo que vivió, sino que permite abrirse a ver las cosas desde otra mirada más amorosa y compasiva con nosotros mismos y con ella, permitiendose ver las cosas de una forma nueva en la que logre vivir mejor y más feliz.
Ejercicio
- Cierre los ojos y relájese con 3 respiraciones profundas. Visualice a su madre frente a usted y agradezcale la vida de corazón, perciba que sucede y como se siente.
- Visualicese frente a su madre como un niño, abra su corazón y dígale: Gracias mamá , yo tomo la vida de usted en su totalidad , usted es mi mamá y yo soy su pequeño, la amo exactamente como es, ahora la tomo como mi madre y usted puede tomarme como su hijo, yo voy a cuidar la vida que me dio y la voy a honrar, querida mamá gracias. (Ejercicio de Bert Hellinger, Constelaciones familiares).