Santiago Malo: Entre la Gobernación y las Montañas del Azuay
Conoce a Santiago Malo más allá de su rol como gobernador del Azuay. Un vistazo a su vida en el campo, su rancho y su conexión con la naturaleza.CARLOS KLINGER

Santiago Malo: El gobernador del Azuay y su pasión por la vida en el campo

Santiago le abrió las puertas de su rancho a SEMANA para compartir una puesta de sol en un paisaje precioso y gélido

Es impresionante cómo las personas cambian su actitud y postura dependiendo del ambiente en que se encuentren. Uno de esos casos es el del gobernador del Azuay, Santiago Malo, quien en su despacho es una persona seria, meticulosa y certera a la hora de dialogar con quienes trabajan con él. Sin embargo, esta personalidad se transforma radicalmente cuando se encuentra entre las montañas, su esposa y los caballos.

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“Miren dónde me han hecho traerles”, dice con una sonrisa y dándole un abrazo cálido al equipo de SEMANA al llegar al rancho Patococha, un sitio que se encuentra a casi treinta minutos de la carretera que lleva a Girón. Escondida entre montañas, otras haciendas y viviendas rústicas en el camino, se sitúa ‘la pasión’ de Santiago. Este sitio, aunque a simple vista parece pequeño, comprende alrededor de 110 hectáreas que albergan una gran cantidad de ganado y cuatro decenas de caballos.

A Santiago Malo le agrada poner nombres significativos a sus animales 

Ni bien pone un pie en la entrada de la casa, se asoma un peculiar perro pastor australiano pelirrojo que sigue al gobernador con efusividad. Su nombre es Gurbay, bautizado así en honor a una frase que utiliza el amigo que le obsequió el canino, explica María Eulalia Toral, esposa del funcionario.

Para Santiago, poner nombres significativos o alusivos a seres queridos es una tradición familiar. Cuando él era pequeño, el primer caballo que tuvo se llamaba Toyota, ya que nació el día en que la marca automovilística llegó por primera vez a Cuenca, y su tío lo llamó de esa manera. Ahora tiene vacas que se llaman igual que familiares cercanos y caballos con nombres fuera de lo común, como Covid (nacido en 2020).

Descubre cuál es la pasión del gobernador del Azuay

Al entrar en la casa, hogareña, decorada con madera, tonalidades rojas y ornamentos de metal oscuro, lo primero que se ve es una puerta que da a un patio y, frente a esta, un espacio tipo bodega. “Vengan a ver todas las cosas de mi quehacer... Antes de ser gobernador yo era feliz”, comenta jocoso mientras abre la puerta. Al encender la luz, se ven paredes repletas de monturas. “Mi pasión, por decirlo así, es ese vínculo de cariño tan grande que tengo con los caballos”, dice con seguridad. “Mi momento más agradable es cuando tengo la posibilidad de salir a cabalgar”.

Él comenta que cuando era pequeño solía despertarse temprano durante las vacaciones en la hacienda y “volaba” a montar caballos con sus hermanos, costumbre que todavía mantiene. En la actualidad, también la comparte con sus hijos y nietos cada vez que los visitan. “Salimos mucho a cabalgar en los cerros de los páramos. Además, muchos de los caballos que tengo son de polo, porque a todos nos gusta mucho jugar. Y ahora que estamos desde hace un tiempo en Cuenca, hemos incursionado en otra actividad llamada ‘western’, que consiste en realizar labores que se hacen normalmente en el campo a caballo con ganado”.

Así es la casa del gobernador del Azuay

Santiago comenzó a mostrar cada una de sus sillas, los grabados que tienen, los apliques y las historias detrás de ellas. “Esta es una silla muy curiosa, hecha por un artesano americano que se llamaba Victor Quality. Ya murió, era uno de los pocos que trabajaban a mano. Entonces, vas a ver que el trabajo no es igual, pero es muy parecido de lado y lado”, explica mientras acaricia la parte inferior de la montura. “Era de los pocos artesanos que repujaban a mano”.

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Así como esa, hay algunas sillas más: unas hechas con labrado industrial, otras elaboradas en empresas que ya no existen, y también guarda su primera silla, que fue un obsequio de su tío, a quien le apasionaban los caballos, al igual que a él.

Aunque no lo crea, ese apartado de la casa convertido en un santuario para Santiago no es el único lugar donde guarda cosas preciadas. Toda la vivienda está decorada con varios muebles y artefactos antiguos pertenecientes a su familia. Por ejemplo, cocinas de leña convertidas en modulares, lámparas de parque que sirven como luces de hogar, un mueble que decora el pasillo que divide la cocina de las habitaciones y que todavía conserva los lentes de la abuela de Santiago y sus libros, hasta la lonchera de metal con un dibujo ‘western’ que él utilizaba en su infancia.

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A Santiago Malo le gusta relajarse mirando las estrellas

En las noches, usualmente “nos gusta mucho disfrutar de las estrellas. Es súper interesante sentarte ahí unas dos horas, ponemos una manta en el potrero, en el llano, y nos acostamos bien tapados, porque a 3.100 metros (sobre el nivel del mar) hace frío. Te sientas a ver y a buscar una serie de acertijos que empiezan a presentarse en el cielo. Es un disfrutar bien interesante y relajante”, asevera Santiago.

Pero con su posición en la Gobernación, se le ha imposibilitado recrearse en este tipo de días como solía antes. “Mis días no están siendo iguales, son los cambios que hemos ido teniendo”, confiesa.

En esta ocasión, no terminó su día bajo los astros, pero sí con algunos snacks como panes de yuca (uno de los bocadillos favoritos del funcionario), galletas María, tortillas tostadas de maíz, licor de uvilla y café para aguantar el frío.

Entre bocados, confesó que él y su esposa son vegetarianos desde hace más de veinte años, gracias a que siguen los principios del yoga. Así, entre bromas, al preguntarles a ambos si comerían chontacuros, María Eulalia respondió: “Todos los animales importan, aunque sean del eslabón más bajo de la cadena”.

Ellos meditan, creen en el karma y respetan las vidas de todos los seres. Comparten que uno de sus nietos también está, poco a poco, sumergiéndose en ese mismo camino de respeto a los animales.

Así terminó su día, con temas amenos como que al cumplir sesenta años, Santiago se prometió dejarse crecer el cabello, aunque su esposa no está de acuerdo con eso.

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¿Qué le parece a usted que la gente lo confunda con un personaje salido de la novela Pasión de Gavilanes?

Lo tomé bien (sonríe), todos en la casa lo tomaron bien. Ese vínculo es parte de mi vida y encaja en el quehacer diario de mi vida de campo. Pero claro, (se ríe nuevamente), la comparación puede tener varios enfoques. De hecho, sí hubo más de un comentario al respecto, pero me he sentido cómodo. Pocas cosas me incomodan.

¿Está leyendo algo ahora?

No, no estoy leyendo nada, no tengo tiempo casi ni para dormir (risas).

¿Es hincha de algún deporte?

Me gustan todos los deportes, me gusta ejercitarme. Lo practico todas las mañanas a las 5.

¿Cómo describiría la relación con su esposa?

Tengo que contarte algo, una de las cosas que más le disgusta a ella es la política, y hoy me esta viendo ser un actor político sin querer. Entonces, ese nivel de comprensión y desprendimiento en beneficio mío es algo que valoro mucho. Yo creo que el hogar sin ella no tendría sentido.

¿Quiénes son los referentes más importantes de su vida?

Mi papá y mi abuelo son grandes referentes en la formación que he tenido. Y no fue con imposiciones, sino más bien con ejemplos. Recuerdo a mi abuelo: era tan sutil al decir las cosas que nunca lo vi tener una actitud grosera, ni alzar la voz, gritar o estresarse por alguien, nunca. Pero sí lo vi siempre con un gran nivel de entereza y decisión en las cosas que hacía.

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