Sara Palacios “El arte sí es una necesidad primaria”
La escultora y artista es dueña de una afamada galería en Nayón. Habla con SEMANA sobre el arte, y la creación pictórica en la capital.
En 2013, la escultora Sara Palacios y la artista iraní Mitra Hashny alistaban una exposición en la que llevaban trabajando varios meses. Se llamaba ‘Proyecto de arte madre’ y contaba con lienzos, videoarte y esculturas. Pero tenían un problema; no contaban con un sitio dónde exponer. La idea de hacerlo en casa de Palacios, una enorme residencia campestre a las afueras de Quito, fue una sugerencia de Hashny, pero la artista nacida en Guayaquil y radicada en la capital desde 1967, tenía sus dudas.
“Hace diez años nadie tenía idea de dónde estaba Nayón. Las calles eran empedradas, no había ni postes de luz. Me parecía una locura, pero como no teníamos otras opciones, decidimos que no perdíamos nada y lo hicimos. A mi casa le dimos el nombre de ‘Galería Sarapa’ y empezamos a promocionar la muestra”, recuerda risueña.
Un taller para transformar el duelo por medio del arte
Leer másLa convocatoria fue un éxito. Doscientas cincuenta personas inundaron la sala de su casa, el comedor y el jardín donde habían colocado las obras. Sin embargo, la acogida no fue el único triunfo de la noche. Ese mismo día, una decena de artistas le pidieron el espacio para realizar sus propias exposiciones.
“La galería surgió así, del boca a boca. Al inicio ni siquiera tenía claro cuáles eran mis objetivos, todo lo fui aprendiendo sobre la marcha”, narra.
Pero no era la primera vez que la artista se lanzaba sin paracaídas a la aventura. Tras concluir la secundaria en Estados Unidos, estudió periodismo en la Universidad Central del Ecuador, contrajo matrimonio y se dedicó a la maternidad.
“Sentía una necesidad imperiosa de expresarme, pero no sabía cómo. Mi familia creía que sufría de la tiroides porque no entendían qué me faltaba. Tenía un esposo maravilloso, dos lindos hijos, pero no era una persona feliz. Tomé cuanto curso se me cruzó, hasta que a los 30 años empecé a pintar”.
Dos años después, conoció a Ulises Estrella, poeta e histórico director de la Cinemateca Nacional, quien se convirtió en su maestro y con quien trabajó durante treinta años. “Cuando empecé a trabajar con Ulises, yo era jovencita, y él me encaminó para que encuentre mi voz. Me obligó a exponer de manera individual y me dio la disciplina y la mirada que hoy yo le exijo a los artistas que quieren trabajar conmigo”, reflexiona.
Y es que, una vez abierta la galería que lleva su nombre, Palacios empezó a implementar ciertos criterios, entre ellos la negativa a realizar exposiciones colectivas y la necesidad de que los artistas que expongan en ella tengan un eje y una mirada tangible.
“Me molesta cuando le pregunto a los artistas qué quieren exponer y me dicen que vaya a elegir a su taller lo que quiero mostrar o me preguntan qué se vende más. Una galería no es una tienda en un centro comercial.
El artista debe tener una visión de lo que quiere transmitir, debe saber qué quiere decir, y esa voz no debe estar sujeta a lo que cree que se va a vender”
- Adiós al coleccionismo a gran escala
Simón Gangotena: “La música no debe solo visitar los barrios, debe quedarse”
Leer másAl hablar sobre las ventas, no obstante, asegura que el coleccionismo ha fluctuado mucho en la capital, y que es un mercado limitado. “El coleccionismo a gran escala murió cuando los bancos dejaron de invertir en adquirir obras para sus colecciones. La estocada final fue el cierre de la gran mayoría de galerías de Quito. Hoy la adquisición es escasa y no es constante”.
Cree, sin embargo, que este es un mercado que retornará con fuerza cuando las nuevas generaciones entren a espacios de mayor poder adquisitivo.
“Hay interés en el arte, hay públicos que se están formado porque tienen mucha curiosidad y ellos mismos investigan. Me parece importante, porque estamos hablando de una generación que no adquiere obras para decorar su casa, sino porque le hace sentir algo. Eso me parece importantísimo, porque el arte que adquieras debe ser algo con lo que te identificas, que está vinculado a tu vida. Y el motivo por el que no hay más de eso es porque hay pocos espacios que difunden lo que hace el artista ecuatoriano, pero el arte sí es una necesidad primaria”.
- Crecimiento y redes sociales
En ese sentido, la artista establece que su galería no se ha beneficiado del crecimiento poblacional de Nayón y las parroquias circundantes como Cumbayá o Tumbaco para atraer al público joven, sino a través del boom de las redes sociales.
Ella maneja la publicidad de la galería, pero también la ha abierto a nuevos proyectos. Los sábados, por ejemplo, Juan Estrella, estudiante de la Universidad San Francisco, desarrolla el club de cine al aire libre ‘La Parada’, mientras que los domingos, Tadeo Gangotena de InConcerto, organiza recitales en el sitio.
“La respuesta ha sido impresionante. Los sábados, vienen ochenta, cien personas a las proyecciones de cine, que incluyen un recorrido por la galería, y la gente siempre vuelve. En ese sentido, creo que esa combinación de eventos y de arte ha logrado que mucha gente se sume, venga, conozca, y luego comparta en sus redes sociales. Ese boca a boca ha sido vital para nosotros”, señala.
También le han permitido recuperar tiempo para continuar trabajando en su taller y retomar la poesía. “Si no tuviera ese apoyo, me sería muy difícil seguir creando o escribiendo, porque viviría ocupada”.
Con ese fin, también ha decidido reducir este año el índice de exposiciones en el espacio. En la agenda para 2023, están las muestras de los artistas Rafael Díaz Recalde, José Unda, Nicacio Duno y una exposición póstuma de Oswaldo Muñoz Mariño.
Esta reducción de trabajo también le ha permitido dedicar más tiempo a su familia. Tiene cinco nietos, de los cuáles dos tienen habilidad para las artes. “Mi nieto mayor ama el dibujo, y el segundo pinta. No sé si se dedicarán al arte, pero por lo pronto, verlos crear es un privilegio. Ya lo dije, yo creo que el futuro del arte está en las nueva generaciones”, añade.