Un semillero de talentos que sorteó las trabas de lo virtual
El programa social de la Fundación Sociedad Femenina de Cultura cumple 15 años en medio de una crisis que lo lleva a pedir donaciones para continuar
Mostrar los colores a sus alumnos de pintura a través de la pantalla resultaba complicado. Los niños no lograban visualizarlos bien, así que la maestra Janet Alejandro se ideó una manera de llegar a ellos. Lo hizo tomando fotografías de lo que iba haciendo y luego se las enviaba.
César León también buscó un mecanismo para llegar con sus clases virtuales de música. Se conectaba unos minutos antes para verificar, alumno por alumno, que los dedos estuvieran correctamente ubicados para comenzar las clases de guitarra. Lo mismo hacía cuando había que enseñar piano.
Este año fue complicado para los alumnos y maestros del programa social Semilleros, de la Fundación Sociedad Femenina de Cultura, pero no se dieron por vencidos.
De los ensayos en casa a las grabaciones en los museos
Leer másOtro ejemplo fue el área de ballet, en la que también primó la creatividad. Al inicio se dificultaba enseñar la correcta ubicación de los brazos y pies a través de la pantalla. Por eso, los tutoriales se convirtieron en los aliados de la maestra Margarita Cañarte. Les enviaba los videos mostrando la técnica que iban a aplicar y luego ella lo hacía frente a la cámara.
El programa, que se desarrolla en el Teatro Centro de Arte, cumple por estos días sus 15 años de creación y espera iniciar un nuevo periodo en junio próximo, para lo que aspira a que lleguen donaciones en esta etapa de crisis que atraviesan.
José Manners, director de Arte, reconoce que los padres de los alumnos se esforzaron mucho para que las clases pudieran continuar y buscaron la forma de que se conectaran desde casa. También adecuaron sus salas, cuartos o patios para las prácticas con cortinas o sábanas como escenario.
No había uniformes para los nuevos chicos, así que muchos usaron camisetas.
La risa como terapia desde el otro lado de la pantalla
Leer másPero para pagar a los maestros y poder dotar a los alumnos de uniformes, necesitan fondos. Además, así podrían cumplir con su meta de incluir canto este año en la enseñanza. Se añadiría a las clases actuales de danza folclórica, música folclórica, teatro, pintura y ballet. Cada una consta de cinco niveles (un nivel por año).
“Estamos lanzando campañas en las que solicitamos donaciones a la ciudadanía y a las empresas. Este año queremos llegar a los 150 alumnos”, dice. En 2020 fueron 130.
El programa surgió con el propósito de brindar instrucción gratuita a niños y jóvenes talentosos, entre 7 y 14 años, de escasos recursos económicos.
Desde el 2006, cuando se inició Semilleros, se han formado aproximadamente 1.000 estudiantes.
Muchos de ellos han hecho una carrera en esa línea, como Doménica Bourne, quien asegura que gracias a esta iniciativa pudo cumplir sus sueños de ser bailarina y maestra de danza. “Creo que sin esta oportunidad quizás el camino para cumplir mi meta hubiese sido más difícil o, en el peor de los casos, imposible”, reconoce.
La obra ‘premonitoria’ de una guayaquileña en Dubái
Leer másQuieren más historias como esta. La fundación guayaquileña ya cuenta con autorización para su plan de retorno a las clases presenciales, aunque no sabe si esto será posible por ahora. Si es necesario, volverán a dar capacitación virtual y pondrán nuevamente a prueba la creatividad para recibir a los chicos que llegan de sectores vulnerables con el sueño de convertirse en artistas.