Poliamor: Así es la vida en una relación para la que amar sí es compartir
Cada vez más personas le ponen cara a esta nueva forma de entender el amor. Con ayuda de una pareja poliamorosa de Quito y un sexólogo guayaquileño hablamos de este modelo de emparejamiento
Emilio tiene 25 años de edad, se considera bisexual y convive con María José; su pareja y con el hijo de ella, quien tiene 17 años. Emilio tiene un novio fuera del hogar que se llama Roberto, quien es gay y tiene una relación estable con otro hombre. A su vez, María José, quien también es bisexual, tiene otra relación alterna con Andrea, una chica que suele tener novios.
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Leer másTodos los mencionados saben de la existencia el uno del otro y el tipo de relación que los une. En este punto, los celos no tienen espacio. Todos lo aceptan, lo disfrutan e incluso comparten momentos juntos. Y es que eso es el poliamor: relaciones en las que, de mutuo acuerdo, se permite a ambas partes enamorarse y tener relaciones sexuales con otros.
La primera vez que Emilio, quiteño, dedicado al activismo por los derechos de la comunidad LGBTI y a la venta de productos cosméticos en la capital del país (antes de quedar desempleado), entró a una relación poliamorosa, fue hace unos siete años.
Se enamoró de otro joven que le mostró esa posibilidad y fue, dice, como si lo sacaran de la jaula y le colocaran alas para que volara en el amor con libertad. Estuvo por un largo tiempo saliendo con dos hombres a la vez, y los tres se caían muy bien. Desde entonces no ha vuelto a las relaciones de dos, porque donde hay tres o más "el beneficio, las charlas con vino o con café son mejor", destaca.
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Leer másA 'Majo', como le llama a su actual amor, la conoció hace 5 años por medio de amigos. Y a pesar de que él siempre se había fijado solo en hombres, la química y la gran amistad con ella, hizo que germinara el romance. Hace un año decidieron vivir juntos y formar un hogar. "Nosotros somos una pareja especial. Con Majo, descubrí la bisexualidad", revela.
En esta relación, desde el inicio las reglas quedaron claras: El amor se puede compartir, con dos o tres personas más. Así lo cuenta María José, quien tiene 34 años de edad y labora en una empresa financiera. Ella es quien mantiene el hogar. Él perdió su empleo en la pandemia, por se dedica a atender la casa.
Aunque su caso es bastante particular, ellos le narran a EXPRESO que la convivencia es de lo 'más normal'.
"Mi hijo sabe lo que soy y las parejas que tengo, se lo conté cuando él tenía 10 años de edad, desde entonces lo entiende y lo acepta. Ahora tiene 17 y me apoya en todo. Me dice que después de que yo sea feliz, mis relaciones no significan un problema para la casa, menos para él. Además él y Emilio se llevan muy bien", cuenta feliz.
Los familiares y amigos de ambos también aceptan la relación. Claro que al inicio se sorprendieron, cuentan, pero las personas que los quieren de verdad, aprendieron a respetar su decisión. "Mis hermanas, por ejemplo cuando les dije de la relación poliamorosa, me decían ¡cómo es eso, no puede ser! y se escandalizaban un poco", recuerda Emilio con humor.
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Es que, según mencionan, en su caso, tener una relación abierta no es el verdadero problema ante los desconocidos, porque en la calle aquello no se nota.
El rechazo en cambio viene de los homofóbicos, detallan, porque ven a una mujer lesbiana, vestida de hombre, tomada de la mano de un bisexual con detalles femeninos. "La gente no suele estar preparada para vernos como pareja. Es por eso que cuando vamos a una tienda, por ejemplo, ante quienes notamos que son homofóbicos, intentamos comportarnos como si fuéramos una pareja tradicional", explica él.
Revelan que al inicio se cuestionaban si lo que hacían estaba bien o mal, pero cada vez conocen a más relaciones poliamorosas y concluyen que si no lastiman a nadie, no hay para que privarse de ella.
Es por eso que decidieron, desde el inicio, no esconder su situación y permiten que Andrea y Roberto, (parejas alternas de Majo y Emilio, respectivamente) visiten con frecuencia su casa.
“Roberto casi no duerme aquí, pero Andrea sí. Cuando llega Majo duerme con ella y yo me paso al otro cuarto... Hemos hablando de vivir los cuatro, pero no hemos profundizado en el tema”, añade Emilio.
"Nadie se siente incómodo al ver a al otro con la tercera persona. Al contrario, siempre cuando él me dice que hagamos una comida y que invitemos a Andrea, yo le digo que lo invitemos a Roberto, para que entre todos compartamos y bailemos", enfatiza Majo.
“Hay ocasiones en los que la gente hace comentarios como: 'se van a ir al infierno', 'eso es poligamia', pero yo siempre los pongo en su lugar. Tenemos una relación muy bonita, basada en la sinceridad y libertad y este es mi hogar”, concluye Emilio.
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La conexión poliamorosa que tiene Emilio y María José, no es un caso aislado. En Ecuador este tipo de relaciones son más comunes de lo que crees, solo que, en su mayoría, se desarrollan en secreto. Así lo explica el sexólogo, Rodolfo Rodríguez.
“Hay casos de poliamor sobre todo en Quito y Guayaquil. Y se presentan tanto en personas heterosexuales como en homosexuales”, menciona.
Explica que la tendencia del poliamor en el país también es influenciado y que cada vez se conocen más casos, o estos salen a la luz. “Tenemos en el país muchos extranjeros, europeos y estadounidenses, por ejemplo, lo que hace que la tendencia del poliamor aumente al adquirir pensamientos del primer mundo en donde están más avanzados en términos de educación sexual”, agrega. Asimismo, advierte que no es tan fácil entrar a una relación poliamorosa, “porque más que haber relaciones de este tipo, hay quienes creen tener una o entrar en una, sin tener idea de lo que esto implica”.
Finalmente, el experto confirma que efectivamente la relación poliamorosa consiste en la interacción afectiva con varias personas, que incluye la parte sexual y en donde quedan estipuladas ciertas normas como no celarse.
“Los celos tienen que ver en gran medida con inseguridades y en otra con la forma de seguridad que podemos proporcionarnos para cuidar al ser amado frente a la amenaza. En una relación abierta no se pierden los celos, sino que se saben controlar por el acuerdo al que se llega. Este tipo de relaciones no daña a nadie si los acuerdos se cumplen”, concluye.