¿Cuáles son los riesgos del microplásticos en el cuerpo y cómo protegernos?

Los microplásticos y nanoplásticos son partículas diminutas que se desprenden de productos plásticos y han alcanzado tejidos humanos clave, como el cerebro, los órganos reproductores y el sistema cardiovascular. Según el Dr. Leonardo Trasande, experto en pediatría ambiental, estos materiales están presentes en la comida, el polvo que inhalamos y productos de uso diario como cosméticos.

“Hemos llegado a aceptar el plástico como algo normal, y no lo es”, afirmó. Además de la irritación e inflamación que pueden causar, los plásticos liberan sustancias químicas dañinas como ftalatos y bisfenoles, conocidas por interferir con el sistema endocrino, encargado de regular funciones vitales como el crecimiento, metabolismo y reproducción.

Impacto de las sustancias químicas

El problema no radica únicamente en los microplásticos, sino también en los aditivos que contienen. Estas sustancias, diseñadas para mejorar características como flexibilidad o resistencia, incluyen compuestos como los PFAS, conocidos como “químicos eternos” por su persistencia ambiental.

Según Trasande, estos químicos pueden desprenderse de los plásticos y entrar al organismo, causando alteraciones hormonales y aumentando el riesgo de enfermedades como cáncer, problemas cardiovasculares y desórdenes reproductivos.

Por su parte, la FDA asegura que los niveles actuales de microplásticos detectados en alimentos no representan un riesgo significativo para la salud humana, aunque expertos como Trasande consideran que la evidencia aún es insuficiente para evaluar completamente su impacto.

Cómo minimizar la exposición

Para reducir la exposición a los microplásticos, el Dr. Trasande propone cinco estrategias:

1.- Evitar alimentos enlatados: Aunque el bisfenol A (BPA) ha sido eliminado de muchos envases, sigue presente en algunos. Además, los sustitutos como el bisfenol S podrían ser igualmente dañinos. Optar por alimentos frescos o en envases de vidrio o acero inoxidable es una mejor alternativa.

2.- Evitar el calor y productos dañados: El calor y los limpiadores fuertes liberan partículas plásticas microscópicas en los alimentos. También recomienda desechar recipientes agrietados o desgastados, que aumentan la filtración de químicos. 

3.- Revisar los códigos de reciclaje: Los plásticos marcados con los números 3, 6 y 7 contienen sustancias como ftalatos y poliestireno, vinculados a riesgos de salud. Es preferible optar por materiales con códigos menos riesgosos.

4.- Cambiar utensilios de cocina: Sustituir ollas y sartenes antiadherentes por opciones de acero inoxidable o hierro fundido reduce la exposición a sustancias tóxicas como los PFAS.

5.- Controlar el polvo doméstico: Utilizar aspiradoras con filtro HEPA y mopas húmedas ayuda a eliminar partículas plásticas que flotan en el ambiente y se acumulan en el polvo. Filtrar el aire también puede ser beneficioso para reducir la exposición a bacterias, virus y microplásticos.

Optimismo hacia el cambio

Aunque la eliminación total del plástico es un desafío, Trasande cree que los cambios individuales y la presión de los consumidores están impulsando innovaciones hacia materiales más seguros. “Este sistema se construyó durante décadas, pero merece la pena transformarlo”, comenta, destacando la importancia de ser realista y no buscar la perfección absoluta.

En este contexto, reducir la dependencia del plástico y optar por alternativas sostenibles no solo protege nuestra salud, sino que también contribuye a un futuro más limpio y seguro para el planeta. Con pasos pequeños y consistentes, es posible mitigar los efectos adversos de los microplásticos y avanzar hacia un mundo menos dependiente de ellos.

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