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La construcción de la iglesia de San Francisco empezó en 1636 y tardó 150 años.Franklin Jacome

¿Cuáles son los secretos que reveló la restauración de la iglesia de San Francisco?

La restauración de la nave sur del emblemático templo capitalino descubrió tesoros bajo las superficies de lienzos y murales.

Con delicados movimientos, y el uso de finas brochas e hisopos, el rostro de Cristo fue apareciendo. Había permanecido oculto bajo capas interminables de pintura durante aproximadamente cuatro siglos. Blanco, barbado, con una corona de espinas y sangre sobre su frente, esta figura representaba a un Ecce Homo, una obra que recrea a Jesús minutos antes de la crucifixión, y cuya existencia hasta ese momento era totalmente desconocida.

“El descubrimiento es sumamente importante porque rompe con la historia oficial, que nos dice que la obra más antigua elaborada por un quiteño data de 1599”, afirma la historiadora Diana Vélez.

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La obra salió a la luz a fines de 2024, cuando el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) intervino la nave sur del emblemático templo capitalino con el fin de preservar y revitalizar los retablos, esculturas, pinturas de caballete y murales del lugar.

Sin embargo, la obra hallada en un retablo superior de la nave sur no fue el único tesoro escondido que los restauradores descubrieron, como explica Santiago Chiriboga, restaurador del IMP.

“Una de las primeras medidas que se tomó respecto a las obras que se iban a intervenir, y entre las que había cuatro retablos y pinturas de caballete, fue realizarles radiografías para determinar en qué estado se encontraban... Ahí descubrimos que los retablos correspondían a distintos momentos constructivos de la iglesia y que, justamente por eso, se habían reutilizado para adaptarse al estilo de la época”, explica el experto.

Y aunque el Ecce Homo fue la pieza hallada en mejores condiciones, otros retablos también mostraban esta tendencia de ocultar piezas bajo capas de pintura más contemporánea.

“Fue un descubrimiento importante porque se trata de obras mucho más primitivas que corresponden a unidades de estilo que habían ido, por así decirlo, ‘pasando de moda’. Esto no solo nos habla de los cambios en las técnicas y hábitos del arte de cada época, sino también de cómo fueron evolucionando los estilos decorativos y el quehacer cultural de esos periodos”, señala Chiriboga.

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Sin duda, la iglesia de San Francisco ha tenido numerosas evoluciones. La construcción de este emblemático templo capitalino comenzó en 1536, dos años después de la fundación de la ciudad, y contó con una estructura temporal que se abrió al público en 1550. Ese mismo año comenzó la edificación de la basílica que perdura hasta el día de hoy, y cuya obra concluyó en 1680. Pese a ello, la iglesia no se inauguró oficialmente hasta 1708, contando en su extenso proceso de construcción con 150 años de historia y un cúmulo de más de 3,000 obras de arte colonial que abarcaron estilos como el barroco, el mudéjar y el manierista.

Para la historiadora Diana Vélez, el hallazgo del Ecce Homo y de otras piezas que reposan bajo las capas de pintura de los retablos es vital para profundizar en el pasado del templo y en la mirada al Quito de la época.

RESTAURACION SAN FRANCISCO
Treinta y ocho técnicos del Instituto Metropolitano de Patrimonio trabajaron en la restauración de la nave sur de San Francisco.Cortesía

“La orden franciscana fue la primera en establecerse en la Real Audiencia de Quito y jugó un rol importantísimo en el desarrollo de la ciudad. Uno de esos roles fue su participación en el arte, pues San Francisco fue la cuna de la Escuela Quiteña”, afirma.

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Chiriboga agrega que entre los secretos que guardaba el templo también estaba la enorme extensión del arte mural. “A través de las nuevas técnicas que empleamos encontramos que, alguna vez, todas las paredes habían contado con murales, que se fueron perdiendo por las filtraciones y la humedad”, dice.

El templo muestra sus tesoros

Además del Ecce Homo y de la pintura mural que decoraba las paredes de la iglesia en los siglos XVII y XVIII, los restauradores también hallaron pinturas de querubines que habían sido tapadas por sobrepintura blanca, capas de polvo y cuantioso hollín generado por las velas que se usaban para iluminar el templo.

Chiriboga explica que, durante los seis meses de intervención, los treinta y ocho técnicos expertos en restauración tuvieron que dedicar semanas a retirar los elementos para devolver la luz y los rasgos a las imágenes.

“Con mucha dedicación pudimos descubrir y recuperar el pan de oro, los chinescos, los encarnes que tenían estas esculturas e incluso recuperar piezas que fueron elaboradas con una técnica llamada esgrafiado, que se usaba para dibujar sobre una superficie pintada a partir de dos capas o colores superpuestos”, comenta.

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Retablos y piezas fueron intervenidos durante seis meses.Cortesía

Tras la culminación de los trabajos en la iglesia, la comunidad franciscana está lista para mostrar las preciadas obras recuperadas al público, como lo indica Pablo Rodríguez, coordinador del Museo de San Francisco. “Estas piezas nos ayudan a comprender la importante labor de San Francisco en la vida de la Real Audiencia de Quito y en su arte”, señala.

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Este agrega que las obras se sumarán a los recorridos que se llevan a cabo en el templo, los cuales se ofrecen de lunes a sábado, de 09:00 a 17:00, y los domingos, de 09:00 a 13:00. En ellos, los visitantes recorren las naves de la iglesia, los claustros, el coro e incluso la antigua cervecería del convento.

Las piezas emblemáticas

Debido a su rol vital en la creación artística de la época, San Francisco alberga algunas icónicas obras, como La Virgen de Quito o La Virgen del Apocalipsis de Bernardo de Legarda, y Jesús del Gran Poder, del religioso del siglo XVII, el Padre Carlos.

Al igual que las esculturas, el templo también conserva importantes lienzos, como Jesús sentenciado a muerte y Verónica limpia el rostro de Jesús, de Miguel de Santiago.

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