Teresa
Desde la autogestión ha logrado cambios en la institución.Foto: Pepe Gutiérrez

Teresa Farah Luque: “El chaleco rojo es mi segunda piel”

La Vicepresidenta de la Cruz Roja Ecuatoriana hizo camino desde abajo. Su labor en la pandemia fue reconocida por la OEA.

Por las venas de Teresa Farah Luque corre un tipo de sangre bastante único; de hecho el más especial de todos los que existen. Se trata del grupo sanguíneo AB, también llamado receptor universal.

Así como puede receptar transfusiones de cualquier grupo, ella se entrega a los demás desde el altruismo.

Farah no para. Y su trabajo es una muestra de ello. Es la Primera Vicepresidenta de la Cruz Roja Ecuatoriana, y la Presidenta a nivel de Guayas.

La mayor parte de su agenda las transita desde su oficina en las calles Primero de Mayo y Avenida Quito. Allí dirige, crea, y extiende su servicio a la comunidad, con proyectos que salen a flote desde la autogestión y alianzas estratégicas. Uno de esos es el Centro de capacitación que está dotado con equipos y profesionales de primer orden.

Pero hay una labor que la hizo tomar aún más fuerzas. En medio de la lucha contra la pandemia y mientras se multiplicaban noche tras noches los aplausos de agradecimiento a los profesionales de la salud, Farah y su equipo trabajaban para aliviar el dolor de los más vulnerables.

Eso hizo que la comunidad internacional volteara la mirada a su trabajo. Y así, sin buscarlo, en junio del 2022, en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, recibió un reconocimiento en la IX Cumbre de Las Américas, en el podio de las Organización de Estados Americanos (OEA).

Hoy, aquello está colgado en las paredes de su oficina, donde se lee la distinción otorgada: “Mujeres  líderes en respuesta a la crisis del COVID-19”.

“Esto fue un trabajo en equipo donde la mayoría son mujeres. No me tiembla la mano si tengo que contratar a una más”, dice con su tono suave pero firme.

En diálogo con EXPRESIONES cuenta cómo ha sido el camino con su chaleco puesto. “Esto es como mi segunda piel”, añade, y sin duda con el que inspira a otros a volcarse al mundo del voluntariado.

“Empecé empacando ajuares”

Creció en el centro de Guayaquil, y dice que de sus padres heredó la parte altruista.

“Mi papá se apersonaba mucho para ayudar a alguien. Pero la más generosa es mi madre, ella quiere regalar hasta sus pastillas”, menciona.

Farah es la mayor de seis hijos, y dice que desde niña viene el ímpetu de ayudar. Pero no fue hasta la adultez que llegó a la Cruz Roja por invitación de una vecina.

“Empecé como dama voluntaria y empacando ajuares. Luego vinieron los mercaditos de segunda mano y después, las colectas en la calle pero las paramos porque nos daban billetes falsos”, recuerda.

Estuvo así, cerca de veinte años dividiendo la agenda entre la maternidad, la casa, empresa y el voluntariado.

“Es importantísimo dar un poco de tu tiempo a la obra social. En lo personal soy muy sensible al dolor ajeno, pero me pongo firme para actuar rápido. Ese es el verdadero voluntariado, el que no te lo exigen, sino el que sale de tu corazón”.

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“Logré que el barco esté equilibrado” 

“La Presi”, como la llaman de cariño, dice que tiene una norma general, es que cada noche revisa números.

La institución en Guayas no estaba bien, tomé la decisión de comenzar poco a poco a mejorarla. Yo no cierro la jornada si no reviso datos que me envían las brigadas. Reviso cuánto se ha hecho en capacitación, cuántas pintas hemos extraído, cuánto se ha tipificado... Hay mucho control, y eso a la larga ha dado resultado”, explica.

A modo de ejemplo menciona que antes solo se recogían 4 mil pintas mensuales, hoy ya se llega a 6 mil. Otro logro, que la llena de orgullo, es el centro de capacitación. Allí se dan cursos variados como emergencia y rescate, planes de evacuación, primeros auxilios básicos, primeros auxilios para lactantes, cuidados de adulto mayor, entre otros, que son avalados por el Ministerio de Trabajo. “Hemos tenido como asistentes no solo gente de Guayas sino que vienen desde otras provincias. La idea es abrirles una importante puerta laboral”.

Ante la gran demanda construyeron otro centro en el cantón Playas donde la novedad es la escuela de rescate acuático que espera sea un boom.

“El respeto uno se lo gana. Yo tengo  empresas y las he dirigido. Sé de administración. Solo en Cruz Roja son cerca de 200 empleados, entonces sé cómo hacer que el ‘barco’ esté bien equilibrado”.

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Farah recibió el reconocimiento de “Mujeres líderes en respuesta a la crisis del COVID-19”Foto: Cortesía
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En el podio de la OEA

Su nombre empezó a sonar aún más desde el 2015 cuando ganó la vicepresidencia de la Cruz Roja de la Provincia del Guayas, y por un tema interno, ese mismo año asciende a Presidenta. Ya va dos periodos. Y, en cambio, uno como Vicepresidenta a nivel nacional.

“Desde que empecé, las necesidades son a diario. Hemos ayudado en el terremoto, la pandemia, crisis carcelaria” enumera mientras sus ojos se tornan llorosos. “Ante tanta tragedia siempre me encomiendo a Dios”.

En la pandemia lograron conseguir donaciones de empresa y entregarlas a los hospitales. Ese trabajo de hormiga, mientras una parte del personal se enfermaba de COVID-19 y otra se recuperaba, les valió el reconocimiento a nivel internacional de la OEA.

“Recibir esta distinción, viene no solo de un trabajo en equipo sino que nos hace dar cuenta que el ecuatoriano es muy solidario”, concluye.

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