Vacuna contra la malasangre, por favor
Este término se refiere a la intoxicación emocional que viven quienes han permitido que una actitud densa, negativa, habite en ellos.
Puede ser cualquiera, el vecino que te informa de todo lo que va mal en el barrio, esa persona que siempre te escribe con quejas, tu pareja cuando ve con suspicacia las actitudes de los demás, incluso puede que seas tu.
Se llama hacerse ‘malasangre’ a la intoxicación emocional que viven quienes han permitido que una actitud densa, negativa, habite en ellos. Y todos somos propensos a padecerla cada cierto tiempo.
Las personas que se hacen malasangre en realidad tienen su razón de ser. Si les preguntamos, algunos darán argumentos válidos acerca del porqué de sus actitudes. Muchos de ellos basados en sus experiencias, o en las de alguien cercano. Sin embargo, con el pasar del tiempo ha quedado comprobado que, a pesar de atravesar por muy difíciles circunstancias, el ser humano es capaz de reponerse y salir avante con su espíritu intacto y una actitud fortalecida. Aunque siempre hay quienes no lo logran.
Y es que la malasangre es el resultado de cómo se manejan las emociones. Por ejemplo, aquella persona que cree que el mundo debería ser de determinada forma y se pelea con la realidad tiene más posibilidades de padecerla que aquel que a partir de aceptar las cosas como son, genera actitudes para mejorar aquello, sin gastar pólvora en gallinazos, sin quejarse por lo que pudo ser y no será, sin tomar cada acción de otros como una afrenta personal.
La malasangre representa un conjunto tóxico de emociones que se han estancado: enojo, tristeza, culpa… que son válidas pero que necesitan circular para dar cabida a otras emociones, como son la confianza, esperanza, agradecimiento.
A pesar de atravesar por muy difíciles circunstancias, el ser humano es capaz de reponerse y salir avante con su espíritu intacto y una actitud fortalecida. Aunque siempre hay quienes no lo logran.
Para ayudar a oxigenarlas es necesario compartirlas. Hablar con alguien de su red cercana sobre lo que siente es un gran paso. Y aunque no necesariamente solucionen sus problemas, se sentirán mejor y eso ya es una ganancia. Evitar contagiarse de la malasangre es difícil, pero lo que sí puede hacer es evitar perdurar en ella. Por eso, dese un tiempo para respirar, poner las cosas en perspectiva y siempre contar con nuestra red de apoyo.
*Andrea Velasco es psicóloga, especialista en Disciplina positiva @psicolog.a