Valentina Zárate: "El arte para mí es garantía de cordura"
Abogada, pintora y bailaora de flamenco, la ex subcontralora del Estado hace una pausa para decidir su verdadera misión en la vida.
“Vengo de una familia que me inculcó la disciplina, la pasión y el esfuerzo diario como forma de alcanzar los sueños”. Así se presenta esta abogada que, hace 17 años, empezó su carrera en la Contraloría General del Estado como pasante y se ganó poco a poco más representatividad en el ente regulador hasta ser nombrada subcontralora.
No obstante, acaba de desvincularse de la institución guiada por sus principios. “De repente y sin querer, debí asumir el mando de la Contraloría, de forma subrogante. Decidí dar un paso al costado pensando en la institucionalidad del país, y que, quizá, mi salida ayude a encaminar al nombramiento legítimo de una autoridad definitiva”.
Con tres posgrados (en Derecho, Derecho Procesal y Lucha Anticorrupción y Estado de Derecho), afirma que ha tenido muchos detractores en el camino, pues siempre ha actuado apegada a la ley. “Tener el ‘deber ser’ como forma de vida, te hace una persona muy fuerte, disciplinada, con una fuerza de voluntad de hierro”, enfatiza.
Un origen humilde
Su padre se hizo y formó solo, según cuenta Valentina. Vino del campo, allá en Columbe, un pequeño pueblo al pie de los Andes. “Su corazón de fuego le permitió labrarse una exitosa carrera e hizo lo posible para que su familia tenga una vida diametralmente diferente a la que tuvo él”.
En la capital se formó como abogado y fue ahí donde fundó su hogar: “Con el pasar de los años, me doy cuenta de que la estricta, muy estricta educación que recibí se debe a la historia de vida de mis padres, dos luchadores que no tuvieron nada regalado ni por herencia. A pesar de sus orígenes humildes, a mi hermana y a mí nos educaron creyendo que la formación es la única manera de abrir caminos en la vida. No podíamos ver televisión y cultivaron en mí el placer de la lectura y la idea de que tengo que ser lo mejor en todo lo que haga. Mucha presión, con cierta intolerancia a la debilidad de carácter y a la derrota. Siempre inculcándonos las ganas estudiar y estudiar y seguir estudiando, de aprender idiomas, de comernos el mundo”.
El arte, más que pasión
A sus 38 años, Valentina es una apasionada del arte. Lectora consumada ha realizado dos exposiciones de pintura y ha presentado shows de flamenco en diferentes escenarios de teatro, una afición que aprendió tras una crisis de la ‘mediana edad’, al cumplir los 30.
Pintar y bailar es su desfogue y la salsa o la cumbia también le mueven los hombros. “Mis años en la academia de flamenco han sido los mejores de mi vida. Estoy segura de que yo fui el dolor de cabeza de la directora porque, intensa como soy, en momentos de total conexión, dejaba de lado la técnica y solo me sumergía en un espacio sensorial que me transportaba y liberaba. Así es el flamenco, poderoso, eterno. No es raro verme, mientras espero la fila en el banco, por ejemplo, zapateando inconscientemente y moviendo las manos como ¡buena gitana!” (risas).
La música la ha acompañado desde siempre. Sus vecinos, exclama, ¡seguro la odian!, porque la pone a alto volumen cuando está en casa. “Nunca escuché las fruslerías que estaban de moda en mi niñez. Solo escuchábamos melodías latinoamericanas y del mundo (Violeta Parra, Víctor Jara, Nino Bravo, Charles Aznavour, Nat King Cole, The Beatles, entre otros), luego descubrí el rock que me apasiona. Siempre le agradeceré al ‘doctor Z’, mi padre, por su fino gusto musical. Crecimos en un mundo de letras y cultura. Y es que el arte para mí es una garantía de cordura”.
Mucho por delante
Desde que su padre enfermó hace 10 años, aprendió que se debe vivir un día a la vez. Ahora que renunció a su cargo, busca alejarse de la presión de la vida pública y conectarse aún más con el arte. “Creo que es un momento de hacer una pausa y pensar cuál es el camino que me lleve a la misión de mi vida y de mi corazón. Sí, incluyo el arte que, hasta hoy, solo me dado inmensas satisfacciones y alegrías”.
Casada y con una familia muy unida, no mira la maternidad como una opción inmediata. “Ese es un aspecto no resuelto en mi vida. No he sentido ese ‘llamado’ que me impulse a ser madre. Me parece hermosa la maternidad deseada pero, personalmente, no es una prioridad en mi vida. Hay tantas cosas que me llenan que temo perderlas si llego a ser madre”.
Soy una persona responsable, apasionada, sencilla y decidida que no flaquea, que se cae, pero se levanta, que vive con el coraje de sus convicciones y que vino a este mundo a ser feliz.
La bella en TikTok
Su belleza no ha pasado desapercibida en las redes, en las cuales se la ha comparado incluso con la famosa Érika Vélez, algo que toma con sentido del humor, pues considera a la manabita como una ‘diosa del Olimpo’. “Yo siempre he sido medio hippie. La verdad es que los ecuatorianos son muy chistosos y creativos; tantos memes y TikTok me sacaron más de una sonrisa, a mi familia y a mí”.
Con un perfil bajo, suplantaron su identidad y crearon perfiles falsos a su nombre. Así empezó su periplo por las redes que disfruta porque le permiten tener contacto, sobre todo, con canales y espacios de arte, como el de museos, pintura y fotografía, otra de sus pasiones en curso.
Cara a Cara
- ¿Sintió discriminación por ser mujer?
Sin duda. En muchas reuniones a los hombres se dirigían por sus títulos mientras que, a mí, “buenos días, niña”. Y no solo eso, muchos han buscado aprovecharse del trabajo propio para ser ellos quienes brillen. No es fácil ser mujer, pero es hermoso poder superar, cada día, barreras y obstáculos para alcanzar tus objetivos.
- ¿Qué defectos tiene que corregir?
El principal: el mal genio (ríe). Pero aprendo a controlarme y estar zen. También, creo que tengo que aprender a dejar ir, a perder esa ilusión de que uno puede controlar las cosas, pues no es así.
- ¿Sus anhelos de mujer?
Encontrar mi camino al corazón, a mi verdadera vocación, seguir siendo libre y construir una vida plena, llena de vivencias y experiencias. No pido mucho. Tener lo que mi trabajo me permita, y construir con mi esposo, el tiempo que la vida nos lo permita, nuestro camino juntos.