La vida que merecemos
Si revisáramos a conciencia tan solo uno de nuestros días, descubriremos que nuestro preciado tiempo se desvanece tristemente en medio de tonterías
Cuando vemos el calendario y descubrimos que otro cumpleaños se acerca, de manera inevitable expresamos lo rápido que se ha ido el tiempo y nos angustiamos debido a todo lo que nos falta por hacer en nuestra vida.
Por otro lado, algo curioso y hasta tierno ocurre cuando nos preparamos para despedir el año y darle la bienvenida a uno nuevo y es que nos llenamos de esperanzas y pronunciamos el famoso: “este año si!” hago dieta, aprendo inglés, me voy de viaje, abro mi empresa.
Queremos, queremos, siempre queremos, pero de hacer… poco.
Si revisáramos a conciencia tan solo uno de nuestros días, cualquiera que este sea, muchos descubriremos que nuestro preciado tiempo se desvanece tristemente en medio de tonterías: revisando redes sociales, durmiendo más de la cuenta, enfrascado en conversaciones improductivas, viviendo hábitos poco sanos, juntándonos con las personas incorrectas.
Transitamos por este mundo como si creyéramos que la magia de una vida de ensueño ocurriera de pronto. Sin darnos cuenta de que cada una de nuestras decisiones, ya sea porque tomemos acción o no, nos está conduciendo hacia un destino u otro.
Deseamos que, llegado al final de nuestra (ojalá larga) vida, podamos decir que obtuvimos lo que quisimos y alcanzado todo lo que nos propusimos, pero la realidad es que este anhelo muchas veces no encuentra forma de materializarse porque desmerecemos todo lo que podemos realizar en 24 horas.
Perdemos valioso tiempo revisando redes sociales, durmiendo más de la cuenta, enfrascado en conversaciones improductivas, viviendo hábitos poco sanos, juntándonos con las personas incorrectas.
Vemos con admiración a personas exitosas, incluso más jóvenes que nosotros y deseamos tener la posibilidad de gozar un poco de su suerte, algunos vamos más allá e intentamos seguir sus pasos, desertando al poco tiempo porque no vemos resultados o porque ello implica demasiado esfuerzo, sin darnos cuenta una vez más, de que la constancia frente a la adversidad es parte del proceso para llegar al éxito.
Todos somos merecedores de vivir la vida que deseamos, pero necesitamos esforzarnos para ello, necesitamos probar que en verdad somos merecedores y para ello hay que empezar a tomar acción, no mañana; no el primero de enero; hoy, con esa pequeña acción diaria, con ese ligero cambio de hábitos, con ese giro en tu rutina.
Así, al cabo de algunos años cuando miremos atrás, podamos decir: “He llegado hasta aquí porque para esto me he esforzado. Me lo merezco”.
Soñemos en grande, soñemos bonito y empecemos por algo, pero empecemos hoy.