Vivir en comunidad, una fórmula para la longevidad
Las relaciones sanas que se forman diariamente con familiares, vecinos y amigos aumentan los años de vida.
El misterioso y codiciado secreto para vivir más y mejor tal vez se encuentre en un pequeño poblado italiano llamado Tiana. Con más de 500 habitantes, esta localidad rural tiene una característica particular: la esperanza de vida de quienes residen allí supera los 100 años de edad.
Esta singularidad llevó a los científicos de la Universidad de Cagliari a trasladarse a la isla de Cerdeña para estudiar el estilo de vida de esta longeva población. Los resultados fueron sorprendentes. No solo tenían miembros centenarios, sino que además gozaban de buena salud física, mental y emocional, con niveles de estrés y depresión casi nulos. ¿La razón? Vivir en comunidad.
Convivir con los vecinos, tener cerca a familiares y frecuentar a los amigos, de acuerdo con el ensayo, es la receta para aumentar la esperanza de vida, reducir el estrés y prevenir la depresión. Es incluso más fuerte y efectivo que seguir múltiples dietas y hacer ejercicios diariamente.
“Las demás personas tienen un rol fundamental en nuestra subsistencia. O sea, desde que nacemos el ser humano no puede subsistir sin otro que lo atienda, oriente o le demuestre afecto”, explica Mauricio Orrala Molina, magíster en Psicoanálisis y Educación.
¿Qué es vivir en comunidad?
Una comunidad puede estar vinculada por una zona geográfica, por tradiciones compartidas o ideales en común y en ella se establecen acuerdos de convivencia que incluyen normas de comportamiento social.
En la realidad nacional, los barrios unidos están incluso mejor protegidos y cuidados que aquellos que no lo son, ya que en los primeros existen lazos de confianza, porque han entendido que necesitan del otro y que ese otro también los necesita.
Beneficios
- Expandir su círculo social y ampliar su red de contactos, ya sea para practicar algún deporte o crear un emprendimiento.
- Desarrollo de habilidades sociales en los niños que crecen en un ambiente seguro.
- Aumenta la seguridad de la zona, ya que por ejemplo existe mayor organización para instalar alarmas comunitarias y cámaras de vigilancia.
Socializar y las hormonas de la felicidad
“Vivir en comunidad ayuda a la autorregulación emocional para aprender habilidades sociales y tener retroalimentación en ciertos temas, ya que podemos ver cosas desde otros puntos de vista y con esto, incluso, cambiar patrones de pensamiento”, sostiene la psicóloga María Gracia Abad.
- La soledad no existe cuando se socializa porque el estar siempre en compañía hace sentir a la persona importante e interesante para los demás. Disfrutar de las cosa cotidianas de la vida, de la naturaleza, del trinar de las aves, de una sonrisa, bailar, cantar y el buen humor hacen que el cuerpo libere considerables cantidades de neurotransmisores como la serotonina, que está relacionada con emociones y un estado de ánimo positivos. Cuando hay déficit de ella, aumenta el riesgo de sufrir depresión y ansiedad.
- Las endorfinas en niveles considerables proporcionan un estado de felicidad a las personas, con un efecto similar al de los opiáceos (morfina), por sus propiedades analgésicas y no tener contraindicaciones, dotando al organismo de una sensación placentera de bienestar.
- Y en un estado de alegría y relajación, no hay cabida para el cortisol o la hormona del estrés.
Aprendiendo a convivir
Y porque es importante, no solo tener buenos vecinos, amigos o familiares, sino también serlo, compartimos algunos tips para vivir en armonía con su comunidad.
- Conozca quienes son los que viven a su alrededor
- Salude y sonría a sus vecinos
- Aproveche las zonas compartidas (parque, iglesia) para socializar
- Asista y participe en eventos del barrio como mingas, competencias, jornadas de ejercicio
- Practique el respeto, la colaboración y la integración
- Dé prioridad a su familia, tanto a los niños como a los ancianos.
- Evite el uso de la tecnología cuando esté compartiendo con la familia o amigos.
Sin depresión ni ansiedad
Dennis Guzmán, especialista en psicoterapia, señala que existen dos tipos de socialización: primaria y secundaria. “La primera es la que se desarrolla netamente en el círculo más cercano, es decir, la familia y la segunda, aquella que se tiene a partir de la adolescencia con los amigos y compañeros”.
Estas relaciones, de acuerdo con el experto, minimizan la posibilidad de caer en trastornos como la depresión o ansiedad, ya que a través de estos vínculos se logran espacios donde el individuo puede sentirse libre de expresar lo que siente y de pedir ayuda.