Vuelos largos y niños llorones
Estar más de 8 horas en un avión con sus pequeños es todo un reto. Aprenda a superarlo y que la experiencia a bordo sea la mejor posible.
Los vuelos de muchas horas de viaje son cansados e incómodos. Y aunque intente ir con la mejor predisposición para que este sea lo más tranquilo posible, sus esperanzas desaparecen en el segundo que escucha en el avión y en su misma fila el llanto de un bebé. La primera idea que se le viene a la cabeza es salir corriendo, pero cuidado, no puede hacerlo cuando el autor del griterío lo mira con enojo y le dice “mamá” o “papá”.
Viajar con niños pequeños es un gran desafío, que se agrava aún más cuando se trata de vuelos largos. Lo estrecho del lugar y el cambio de la presión del aire debido a la altura hace que a los pequeños les duelan sus oídos y exclamen su pesar sin importar las miradas de fastidio de los demás.
El cansancio, el aburrimiento y el estrés no solo son propios de los adultos, sino que en los niños parecerían triplicarse justamente en los momentos más inoportunos, lo que hará que los padres (y el resto de pasajeros a bordo) vivan una pesadilla.
Si por esta razón usted evita viajar de vacaciones o visitar a su familia usando este medio de transporte, tranquilo, porque en SEMANA compartiremos infalibles recomendaciones para garantizar que sus hijos se porten 10 sobre 10 a bordo.
Consejos
Erica Rittner, psicóloga infantil especialista en entender y explicar el desarrollo y el comportamiento del menor, enfatiza que “siempre las soluciones van a ser dos: la anticipación y una adecuada respuesta en el momento que surja el comportamiento disruptivo”, y por ello comparte las siguientes sugerencias.
- Viaje en la noche:
Intente hacer que el horario del vuelo coincida con las horas de sueño de los niños. Durante el día en casa planifique actividades que los cansen, como correr, jugar o nadar. De este modo, en el momento del vuelo dormirán.
- Combata el aburrimiento:
Es el enemigo de un viaje tranquilo, por lo que no dude en permitirle usar aparatos electrónicos para jugar o ver películas, llevar algún juguete que sea silencioso y realizar actividades como colorear, etcétera.
- Provisiones:
El hambre es otro detonante del llanto o enojo. Por este motivo, tenga a la mano golosinas que no tengan exceso de azúcar, ni que hagan migas o con las que se puedan manchar como el chocolate. Recuerde que el masticar algo hace que la presión del aire los afecte menos.
- Mantenga la calma:
Puede ocurrir que ellos lloren y usted desee llorar también, pero recuerde que controlar sus emociones es importante para su hijo. Asimismo, ante turbulencias, sonría y no demuestre temor, para no asustarlos.
- Check-in con antelación:
Disponer del tiempo suficiente le permitirá organizarse mejor, por ello, preséntese en el aeropuerto con suficiente antelación.
- Usted está al mando:
Es fundamental que previamente, desde casa, los padres hayan acordado con sus hijos estrategias de conducta, ya que probablemente no tendrá éxito si el lugar que elige para recién educarlos es un avión. Los niños tienen que hacer caso en temas como el uso del cinturón, no correr en los pasillos, no gritar, entre otros.
El método de la historia social
Las acciones repentinas que ocurren sin ninguna explicación causan estrés en grandes y chicos. Por esta razón, lo mejor es anticiparles a los niños respecto a ciertos eventos antes de que sucedan. Por ejemplo, volar por diez horas a casa de los abuelos. Para eso existe una herramienta llamada la historia social.
“Cuando una madre desea explicarle a su hijo temas como el nacimiento, la llegada de un hermano u otros temas que no sabe bien cómo aclararle, puede narrarle un cuento que tenga este tipo de historias sociales”, señala Rittner.
La mamá o el papá deben decirle a su hijo “vamos a viajar a este lugar y para llegar a ese destino iremos en un avión”, contarle el paso a paso de lo que sucederá en ese momento, como por ejemplo el ruido de la aeronave al despegar, que sentirá molestias en los oídos pero estas se irán masticando un chicle, la disposición de los asientos y las reglas que deben cumplirse estando adentro.
Es decir, indicarle lo que ocurrirá y las posibles soluciones o consecuencias.
Lo positivo del refuerzo negativo
Las estrategias de conductas son muy específicas de cada niño y una de ellas es denominada refuerzo negativo. “La mamá no puede el primer día decir ‘si te portas bien en el avión, te ganas una carita’. Lo que sí puede hacer es decirle con anticipación que cada vez que patee el asiento o corra en el pasillo va a quitarle el video o el juguete que llevó”, propone la psicóloga.
Otra estrategia que puede ser un as bajo la manga recomendada por la experta es comprarle el día anterior un juguete que le guste y decirle “si te paras durante el vuelo o gritas, no te lo doy”. Ese es un refuerzo negativo que puede usarse, pero sin que sea tan seguido. Es totalmente diferente a decirle “si te portas adecuadamente, te premio”. Más bien es manifestarle que si no actúa correctamente, perderá algo.