Langostinos, ostras y conchas, amenazados por la acidificación océanica
La mezcla del dióxido de carbono de la atmósfera con el agua del mar desencadena un proceso que amenaza a especies marinas y a quienes viven de ellas.
Estudios ambientales estiman que hay 25 millones de toneladas de plástico en el mar. Considerando que un camión recolector carga un promedio de diez toneladas de basura, se necesitarían 2,5 millones de estos vehículos para retirarlas. Aunque la cifra suena impresionante y circulan miles de imágenes de esos desechos acumulados en las playas o formando islas en medio del océano, hay un contaminante que es 100 veces mayor: el dióxido de carbono.
Cuando este entra en contacto con el mar se forma ácido carbónico, lo que causa que aumente la concentración de iones de hidrógeno activos en el agua de mar, un proceso que se llama ‘acidificación oceánica’. Esto amenaza sobre todo a corales, cangrejos, langostas, camarones, almejas y ostras. Y a quienes viven de ellos.
Quizás porque no es tan visible como el plástico, su investigación científica no es tan antigua en la región y el país. De hecho, el biólogo marino y PhD en Biología de Peces, Francisco Navarrete Mier, afirma que hasta 2014 no había estudios sobre ello en Ecuador. Y que esa fue una de las razones por las que, junto a su colega, la bióloga marina y PhD en Biología Celular y Molecular, Patricia Castillo Briceño, crearon el proyecto ‘Bioma Ecuatorial y Acidificación Oceánica’ (EBIOAC, por sus siglas en inglés), actualmente alojado en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Uleam).
Entre martes y jueves de esta semana se efectuó un foro virtual internacional sobre este tema, con investigadores de todos los continentes. Lo organizó la Red de Observatorios de la Acidificación Oceánica Global (GOA-ON), que agrupa a 730 científicos de 100 países. Entre los ponentes de América del Sur estuvo Navarrete.
Research capabilities are not the same in every country; hearing about challenges faced in the tropical countries of Latin America #OAWeek2020 pic.twitter.com/UTX60hV8Pq
— GOA-ON (@goa_on) September 9, 2020
“La acidificación oceánica no es un invento o un anuncio de algo lejano. Ya hay datos y evidencias de los efectos”, dice. Cita, por ejemplo, un caso de Estados Unidos. Una extraña afectación de las larvas de ostras en la importante industria de la maricultura les impedía construir su esqueleto de carbonato de calcio y morían. Hubo diversas investigaciones hasta determinar que la causa de ello eran los cambios en el pH del agua.
“La acidificación oceánica no es un invento o un anuncio de algo lejano. Ya hay datos y evidencias de los efectos
Castillo agrega un caso de Suecia, donde otro estudio determinó una pérdida de calidad en el sabor de un camarón de agua fría, como consecuencia también de la acidificación del mar.
En Ecuador, como parte del proyecto EBIOAC, Castillo y Navarrete implementaron en la Uleam un ‘mesocosmos marino’, un simulador para estudiar posibles efectos en especies marinas nativas del Ecuador bajo escenarios previstos de acidificación oceánica.
Para esa simulación utilizaron el camarón, por ser uno de los productos de exportación más importantes del país. Aunque casi en su totalidad el crustáceo se cultiva en piscinas y no en mar abierto, estas dependen de los estuarios y brazos de mar.
Estudios preliminares efectuados indican que, a mayor nivel de acidificación, si bien los camarones en estado juvenil mostraron resiliencia y sobrevivieron; en estado larvario, mueren.
Los dos científicos coinciden en que falta más investigación para dar esos datos como concluyentes, pero consideran que es un llamado a la acción, pues se trata de un fenómeno inminente y global que afectará a la pesquería y acuicultura.
“Ecuador está en una de las zonas que se espera se vea más afectada por la acidificación oceánica”, advierte Castillo.
“Ecuador está en una de las zonas que se espera se vea más afectada por la acidificación oceánica”