El colibrí y su aleteo
La frecuencia con la que los animales voladores, sean aves, insectos o murciélagos, agitan sus alas.Mauricio Duenas Castaneda /EFe

Una ecuación universal describe el batir de alas

Un grupo de investigadores daneses han dado con esta fórmula

La capacidad de volar ha evolucionado de forma independiente en distintos grupos de animales. Para minimizar la energía necesaria, los biólogos esperaban que hubiera un patrón en la frecuencia con la que las distintas especies baten las alas, pero encontrar una descripción matemática común a todas resultaba difícil.

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Ahora, investigadores de la Universidad de Roskilde (Dinamarca) lo han conseguido. En la revista de acceso abierto PLOS ONE presentan una ecuación universal que describe la frecuencia del batido alar en aves, insectos y murciélagos, e incluso en animales nadadores como las ballenas, a pesar de su diferente tamaño, historia evolutiva y forma de sus estructuras alares o natatorias.

Una de las autoras, Tina Hecksher, explica a SINC la esencia de esta fórmula, derivada de principios físicos: “La frecuencia del batir de alas (f) es proporcional a la raíz cuadrada de la masa (m) del animal dividida por el área (A) del ala o aleta”. En la versión completa de la ecuación también se incluyen otros parámetros como la intensidad del campo gravitatorio y la densidad del aire.

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Los autores comprobaron la exactitud de su ecuación con los datos publicados sobre las frecuencias del batir de alas de abejas, polillas, libélulas, escarabajos, mosquitos, murciélagos y aves de distintos tamaños, desde colibríes hasta cisnes. También lo confirmaron con información sobre las frecuencias en el movimiento de aletas en pingüinos y varias especies de ballenas, como las jorobadas y las mulares del norte.

Los resultados de 414 animales, desde estos grandes cetáceos hasta los pequeños mosquitos, que difieren en casi un factor 10000 en la frecuencia de la agitación de las alas y las aletas, caen en la misma línea de la gráfica que han representado. “Como físicos, nos sorprendió ver lo bien que funciona nuestra sencilla predicción de la fórmula del batido de las alas para una colección tan diversa de animales”, apuntan los autores.

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