La nave espacial Starship de Elon Musk estalló y se vieron caer sus restos

La nave Starship de SpaceX, el cohete más grande y potente jamás construido, protagonizó un impactante incidente que ha sacudido a la comunidad aeroespacial. Durante su séptima misión de prueba, la nave explotó minutos después de su lanzamiento, enviando fragmentos en llamas al cielo y generando preguntas sobre los riesgos y desafíos de la exploración espacial.

El lanzamiento se llevó a cabo desde el sur de Texas, donde el cohete despegó con éxito y su propulsor logró regresar intacto a la plataforma de lanzamiento, algo que la compañía de Elon Musk había conseguido apenas por segunda vez en la historia del programa Starship. Sin embargo, la etapa superior de la nave sufrió un “desmontaje no planificado rápido” que desencadenó su desintegración en pleno vuelo.

¿Qué salió mal?

Los primeros análisis anunciado por SpaceX apuntan a una posible fuga de combustible en el compartimento superior de la nave. Según Musk, la acumulación de presión en la cavidad sobre la barrera de fuego del motor podría haber iniciado un incendio que comprometió la estructura de la nave. 

Aunque el incidente ocurrió a 8 minutos y medio del vuelo, superando el tiempo mínimo considerado un éxito técnico, los motores comenzaron a fallar progresivamente antes de que la comunicación con la nave se interrumpiera.

A pesar del desastre, SpaceX ha destacado que el cohete permaneció en su corredor de vuelo designado, sobre el Golfo de México y el Atlántico. “Con una prueba como esta, el éxito radica en lo que aprendemos”, afirmó la compañía en un comunicado, asegurando que trabajarán junto con la Administración Federal de Aviación (FAA) para investigar las causas exactas del fallo.

Impacto visible y medidas de seguridad

Videos grabados cerca de las Islas Turcas y Caicos captaron la caída de restos ardientes, creando un espectáculo luminoso en el cielo. Aunque no se reportaron heridos hasta el momento, vuelos cercanos tuvieron que ser desviados como medida de precaución. Además, SpaceX aclaró que cualquier fragmento sobreviviente habría caído en el océano, lejos de zonas habitadas.

La misión también llevaba diez satélites de prueba diseñados para replicar los de la red Starlink, aunque no llegaron a desplegarse. Esto pone en evidencia la complejidad de alcanzar el equilibrio entre la innovación tecnológica y la seguridad operacional.

El fracaso del Starship ocurrió el mismo día que Blue Origin, la compañía de Jeff Bezos, enfrentó su propio contratiempo: aunque su cohete New Glenn logró alcanzar la órbita en su debut, el propulsor no sobrevivió a un intento de aterrizaje en el Atlántico.

A pesar del accidente, Elon Musk considera que este revés es “apenas un bache en el camino” hacia metas más ambiciosas, como la colonización de Marte. SpaceX ya tiene contratos con la NASA para utilizar dos Starships en el programa Artemis, que busca llevar astronautas a la Luna esta década.

Mientras tanto, la compañía avanza con la construcción de su octava nave de prueba, prometiendo implementar mejoras basadas en lo aprendido durante este lanzamiento. En palabras de SpaceX: “Hoy hemos dado un paso importante hacia la fiabilidad del Starship”.

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