Cuenca

Cementerio de Cuenca
Las familias cuencanas llegaron desde muy temprano al cementerio para limpiar y arreglar las tumbas de sus seres queridos.Claudia Pazán

Cementerio Patrimonial de Cuenca cobró vida con las visitas de las familias

El Comercio local tuvo la oportunidad de reactivarse

Desde muy temprano, decenas de personas se dieron cita en el Cementerio Patrimonial de Cuenca para rendir homenaje y recordar a sus seres queridos. Equipados con escobas, recogedores y trapos para la limpieza, llegaron para dejar todo listo y así, en el Día de los Difuntos, sus seres amados reciban un homenaje especial.

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Flores, fotografías, cajas musicales, pintura blanca y adornos hechos a mano se utilizan para decorar las cientos de tumbas que existen en el cementerio de Cuenca. Manuel Inga, trabajador del camposanto, recorre los pasillos del lugar con un pequeño balde de pintura y una escalera para corregir las fallas de las bóvedas que se deterioran con el paso de los años.

Él trabaja desde hace doce años en el lugar y cuenta que entre el 1 y el 3 de noviembre el cementerio se viste de gala para recibir a los visitantes. Inga asegura que a pesar de tener a sus propios padres enterrados allí, se dedica con el mismo amor al arreglo de todas las tumbas. “Nunca he sentido nada extraño; más bien ellos me cuidan. Yo trabajo para ellos y, durante todo el año, les rindo homenaje”, comenta.

Al igual que Manuel, decenas de familias se dedicaron a deshierbar, pintar y adornar la última morada de sus parientes o amigos.

Arreglo de tumbas en Cuenca.
Manuel Inga, trabajador del Cementerio Patrimonial de Cuenca, pinta y arregla todas las tumbas del lugar.Claudia Pazán

Reactivación del comercio 

El Día de Difuntos no es solamente un homenaje a quienes ya no están; fuera de las paredes blancas del cementerio se activa el comercio de flores, adornos y la tradicional colada morada con guaguas de pan.

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María Torres es una de las mujeres que se ubica con carpa, sillas, canastas, cocina y varias canecas de colada junto a la entrada del cementerio. Ella prepara esta bebida tradicional desde hace doce años y, desde entonces, la comercializa en el mismo lugar cada año. En el primer día de conmemoración preparó tres canecas y dos grandes ollas de colada morada, además de guaguas de pan.

“Junto a mis hijas nos levantamos a la una de la mañana para preparar la colada. Ellas se encargan de la fruta mientras yo inicio la cocción de la bebida, que toma más de tres horas en estar lista”, reseña.

El Cementerio Patrimonial ha preparado una agenda de actividades conmemorativas para rendir homenaje, que incluye misas, serenatas y recorridos guiados por el lugar.

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