Aurelio León y el dolor del olvido
Campeón Panamericano y Mundial en silla de ruedas, el exdeportista tricolor vive de la caridad. Le quitaron el bono sin razón
El 25 de septiembre, Aurelio León Olvera cumplió 82 años. Alejado de la natación y del lanzamiento de disco, bala y jabalina, que en 1976 lo llevó a representar al Ecuador y a ganar medallas en Panamericanos y Mundiales de silla de ruedas, enfrenta hoy una de las pruebas más difíciles: sobrevivir en medio del olvido y la soledad.
Entre las cuatro paredes de un pequeño terreno que habita en la ciudadela Las Orquídeas, al norte de Guayaquil, pasa mañana, tarde y noche, solo. No tuvo hijos, ni esposa. Dedicarse en cuerpo y alma al deporte y pasar viajando con la selección nacional por competencias, sumado a su condición de discapacidad, no le permitieron formar una familia y ahora siente las consecuencias. Para colmo, hace un año aproximadamente, le quitaron el bono de discapacidad que percibía por parte del Gobierno.
¿Los motivos? Ni él los conoce. Desde los 10 años en que quedó destinado a una silla de ruedas tras padecer una infección y fuertes fiebres, siempre tuvo un carné de discapacidad con el 100 por ciento.
Curiosamente a mediados de 2019, y ya con 81 años a cuestas, ese porcentaje le fue reducido al 74 por ciento, por lo que ya no califica al beneficio gubernamental. Según le supieron decir, los inspectores que hicieron el análisis anual adujeron que el puesto de venta de periódicos y lotería donde trabajaba era suyo, así como la casa donde habita. Y no es así.
“Estoy a la deriva. Mi único sustento era ese bono, ya que con la venta de periódicos solo ganaba 10 centavos que eran para mi desayuno. Esta casa tampoco es mía; hace 20 años estoy aquí porque me dieron para cuidarla. No pido caridad, solo que se reconozca lo que por ley me corresponde”, dijo casi al borde de las lágrimas.
Precisamente en esa casa, guardadas en una caja de zapatos, Aurelio conserva como reliquias las 3 medallas de plata y 1 bronce que consiguió en el Panamericano de sillas ruedas disputado en Río de Janeiro, Brasil, en 1976, tras llegar al podio en las pruebas de natación, estilo pecho, libre y espalda; a un costado yacen 2 preseas más de oro, en lazamiento de disco, pertenecientes a los Juegos Mundiales de Londres 1981.
Y es que desde los 26 hasta los 46 años, León se dedicó al deporte, inmediatamente después de retirado buscó cómo ganarse la vida de comerciante en su silla de ruedas a pedal en la que hoy ya no tiene las fuerzas para subirse.
Vendía desde mercadería, caramelos, hasta que en los últimos 10 años se dedicó a la venta de periódicos y lotería en la avenida Francisco de Orellana, a pocas cuadras de la iglesia católica Jesús del Buen Pastor, donde los feligreses establecieron un contacto especial con él. Hoy son sus “ángeles”.
“Es una persona que se supo ganar el cariño por su sencillez y trato amable. A raíz de la pandemia no lo volvimos a ver... pensamos lo peor, pero nos enteramos que estaba encerrado en su casa en condiciones deplorables”, relata Alfredo González, feligrés de la iglesia.
Don Aurelio permaneció más de cinco meses solo, sin salir, en completa insalubridad, y descuido. Desde entonces la parroquia lo ayuda haciéndole llegar la comida a diario, le han limpiado la casa y están pendientes de él. Solo le falta que alguna autoridad revise su caso y restablezca el bono. Confía en que llegará el día.