Barcelona, 98 años: Isidro Hernández y un amor que se le subió a la cabeza
El Ídolo está de aniversario y son sus hinchas los que hablan de lo que significa la institución que nació en el Barrio del Astillero
Isidro Hernández, de 69 años, lleva al equipo de sus amores, Barcelona, en el corazón y en el ‘mate’. Y no precisamente porque piense cada segundo en el Ídolo, sino porque tiene tatuado su escudo en su cabeza, ¡y a todo color!
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Leer másCuenta que se lo hizo en el 2001 en Nueva York, pues vivió 22 años allá. El tatuador fue un ecuatoriano (no recuerda su nombre) y el arte le costó $ 1.700 y muchísimo dolor. Fueron cerca de seis horas en las que la aguja entró incontables veces con tinta, algo que le hizo ‘ver estrellas’, y no precisamente las 16 que lleva su equipo. “Me dolió el pescuezo, los cachetes, casi me desmayo. No me hice ni la foto de mi madre. Este es el estadio (señala el tatuaje de 10 x 10 cm) y mi ñaña me tiñó el pelo de verde, este sería el césped”, comenta entre risas.
En ocasiones debe usar gorra, pues una vez tres emelecistas lo agarraron y casi le rayan su arte con una botella de vidrio. Fue en el estadio Capwell.
A Isidro, su familia (los hinchas de Barcelona) lo llaman Papi Chila o el Loco Trobbiani, pues el guayaquileño ‘aprovechó’ que la camiseta de Marcelo Trobbiani, campeón mundial con la selección argentina en 1986, estaba ‘mal parqueada’ en un entrenamiento en el desaparecido Reed Park, donde hoy está el hospital Roberto Gilbert, y se la llevó. Actualmente la prenda es su segunda piel, no se la saca para nada. Es más, hasta sus calzoncillos son amarillos, y los usa de ese color no por cábala de Año Nuevo, sino por el Ídolo.
Buscando en sus recuerdos, Hernández cuenta que se hizo barcelonista porque en algún momento andaba con el Rey de la Cantera, Pablo Hanníbal Vela, y el Rey de la Campana, Julio Espinoza, hoy ambos fallecidos.
Por su particularidad, le han ofrecido ir a una suite del Monumental, pero a él le gusta el relajo, cantar y celebrar los goles con la barra de Infierno Oscuro, cuyos miembros lo cuidan cuando ‘empina mucho el codo’.
Isidro es devoto de san Jacinto, al que ha encomendado su equipo. Su fe lo llevó a tatuarse al religioso en la espalda. Es más, en su barrio, ubicado en las calles Lizardo García y calle B, en el Cristo del Consuelo, suroeste porteño, celebran sus fiestas patronales (agosto). La barriada es 99 % canaria y parece que el destino escogió la zona, pues paradójicamente está en la calle B, de Barcelona.
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Leer másIsidro recalca que otro arte que le falta hacerse son las 16 estrellas del Ídolo. Se las iba a tatuar bordeando el rostro, de una mejilla a la otra. Y es que ha hecho varias locuras por el equipo, como treparse en los reflectores del estadio Modelo para ver a la plantilla. Antes, cuando estaba ‘chiro’, se convertía en Spiderman y subía hasta las luminarias; y si los policías lo ‘cachaban’, le tocaba dar un sucre o lo que tuviera.
Como vende maquillajes, a veces no tiene para la entrada al estadio y presta a chulqueros. Uno de los sueños por cumplir de don Isidro es conocer a la plantilla actual y al futuro alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez. Cuando muera tiene ‘la película’ clara: quiere ser velado en su barrio y en el Monumental, mientras se entona el himno de su amado Barcelona.