Jimmy Espinoza, hijo Hombre de la Campana
Jimmy Espinoza atiende aún, de lunes a sábado, el puesto que compartió con su papá en las calles Aguirre y Chile.freddy rodriguez

Barcelona SC: Hombre de la Campana, el legado sobrevive en el centro de Guayaquil

El hincha que se convirtió en emblema del Ídolo se niega a desaparecer. Dos de sus hijos siguen la tradición

“Quédate en el negocio, cholo, si no llueve, te garúa”. La frase de Julio Espinoza (+), el popular y recordado Hombre de la Campana, aún resuena con fuerza en la memoria de Jimmy, su hijo. Se la repetía con frecuencia, dice. Casi 18 años después de su muerte, esas palabras son un eco imborrable.

Luciano Macías

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A pocos días de que el equipo más popular del Ecuador cumpla 100 años de vida, es imposible no recordar a un hincha que trascendió ese lugar y se convirtió en un emblema del club

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Y es que Don Julio fue mucho más que un vendedor ambulante: fue el alma de la afición del Barcelona. Con su inseparable campana, alentó al Ídolo desde la década del sesenta, recorriendo estadios dentro y fuera del país con una devoción que pocos pudieron igualar. Su figura se volvió tan emblemática como la de cualquier estrella del equipo.

Hoy su legado permanece entre las calles Aguirre y Chile, en pleno centro de Guayaquil. Allí, Jimmy, el quinto de sus nueve hijos, continúa atendiendo el puesto comercial que alguna vez compartió con su papá.

Un negocio que palidece

Hombre de la campana
Jimmy Espinoza atesora el gorro que Julio utilizaba para alentar.FREDDY RODRIGUEZ

Las ventas ya no son las mismas, asegura Jimmy. Entre revistas deportivas, camisetas amarillas, tazas y relojes con el escudo del club, se cuelan otras prendas genéricas, como intentando adaptarse a un tiempo que ya no es el de antes.

A veces no gano ni un solo dólar. Los tiempos han cambiado”, dice resignado, mientras se resguarda del sol porteño que alcanza los 32 grados centígrados a la hora de esta entrevista.

Jimmy (65 años) comenzó a trabajar a los siete años, acompañando a su padre en la intersección de 9 de Octubre y Boyacá. En aquellos días, el negocio de recuerdos deportivos estaba en auge, así como su querido “viejo”, recuerda melancólico.

Julio Espinoza, Hombre de la Campana
Origen: La campana de Julio Espinoza no empezó siendo tal, sino restos metálicos.cortesía

“Él era pana de los jugadores. Le decían ‘viejito’. Cuando pasaban por la 9 de Octubre, les pedía sus camisetas y se las sacaban para dárselas. Yo estaba detrás, de ‘ojo seco’”, dice soltando una sonrisa.

Para Jimmy, Julio fue más que un padre: fue su mejor amigo. Un hombre de carácter fuerte, de esos que corregían con firmeza, pero también con amor. “Me reprendía si me perdía en los estadios, pero con el tiempo entendí que lo hacía por mi bien”, relata.

Con la misma emoción, recuerda los consejos que le repetía como mantras: “‘Pilas’ con el negocio, cuídalo porque esto será tuyo.” Y así terminó siendo.

Nueva generación

Hombre de la campana
Los hermanos Espinoza en el puesto que heredaron de su papá.FREDDY RODRÍGUEZ
Barcelona SC

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El legado de don Julio también lo encarna Bolívar Espinoza, el menor de sus hijos. Tenía apenas nueve años cuando su padre falleció el 30 de junio de 2007. Hoy, con 29, asegura comprender la magnitud del impacto que causó su partida.

“Cuando vi a la gente despedirlo… eran como treinta cuadras pintadas de amarillo. Ahí supe que no era cualquier hincha. Era el número uno”.

El Hombre de la Campana vivía su barcelonismo con intensidad. En su casa del barrio Garay, entre Sucre y 10 de Agosto, siempre quiso pintar las paredes de amarillo. Celebraba cada victoria del equipo con una bulla que sacudía la cuadra, especialmente si el triunfo era de visitante.

De sus jugadores favoritos, uno brillaba con luz propia: Carlos Muñoz Martínez, el ‘Frentón’. “¡Vamos, mi cholo de la Octava y Venezuela!”, le gritaba siempre desde las gradas del Monumental.

Hombre de la Campana
El Hombre de la Campana tiene su propia escultura en las calles 9 de Octubre y Boyacá, donde empezó su negocio de venta de revistas y artículos deportivos.cortesía

Esa ruidosa y sincera pasión sigue sonando en cada recuerdo. Porque aunque la campana ya no suena físicamente, el eco que dejó Julio Espinoza vivirá en la memoria colectiva de la hinchada torera. “El barcelonismo sabe de la campana. Ese sonido no se va a quedar nunca en silencio”, cerró Bolívar.

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