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Barcelona SC: con Joaquín Valiente y Octavio Rivero el gol está vivo
Opinión | Valiente es un delantero agresivo y furioso; Rivero tiene movilidad para eludir persecuciones
El talento nunca es suficiente. Si hablamos de velocidad físico-motriz, nos referimos a la velocidad de reacción, aceleración y combinada.
En cambio cuando hacemos referencia a la velocidad mental, estamos hablando de la capacidad del futbolista de percibir, anticipar y decidir una acción o jugada, como lo hace Joaquín Valiente.
Con referencia a la cualidad física de la velocidad, Valiente es rápido, sobre todo altamente reactivo en acciones cortas, de uno o tres metros (vital en puesto de ataque). Su velocidad está relacionada a los procesos mentales: percepción, anticipación y decisión.
Estos índices de velocidad y potencia son logrados no solo en acciones ocasionales, sino que es de gran importancia poder mantenerlas en el tiempo y ejecutarlas con intensidad y precisión durante los 90 minutos.
La transcendencia de contar con jugadores como Valiente y Octavio Rivero, que puedan sostener acciones cortas (1” a 5”) a alta intensidad (máxima o submáxima), con breves periodos de recuperación (10” a 30”), lo que conocemos como resistencia a esfuerzos neuromusculares, como cualidad física, específica para el fútbol
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Valiente, la acomoda junto al palo, suavecita. Por debajo de la estirada del portero, sin llegar a levantar la pelota diez centímetros del piso. Delantero agresivo y furioso. Socio afectivo del nueve.
Las características de Octavio Rivero en Barcelona SC
Rivero tiene la malicia insidiosa de un atacante antiguo por su ondulación ascendente. Un ariete tenso, atento, calculadoramente frío para explotar todo resquicio del juego. Astuto para localizar zonas vacías, velocidad para evitar choques. Movilidad para eludir persecuciones.
Merodeador del área, con olfato y sentido del tiempo para estirar el pie, en el momento exacto, frenarse en el instante preciso, y pericia notable para acomodar el cuerpo y defender la pelota cuando está ganada, o para ganarla cuando está en disputa con el rival más pintado.
Pisa el último tercio de cancha bien afirmado y luce una determinación encendida. Juega atento a los malos despejes largos o disparos trabados a último momento. Baja la pelota sin dificultad, midiéndola con la mirada torva de los que saben.
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