Carlos Xavier Caicedo, la leyenda olmedina
El exjugador tiene más partidos en el fútbol ecuatoriano que nadie, además de un cúmulo de objetivos como entrenador y el miedo a los aviones que aún no supera
Como formador de nuevas generaciones se proyecta Carlos Xavier Caicedo, el deportista que ostenta la mayor cantidad de partidos de fútbol profesional jugados en el Ecuador. De sus 47 años de vida, 30 los ha dedicado al fútbol y 20 de ellos a militar en el Club Deportivo Olmedo, equipo donde hoy se desempeña como asistente número 2 de la categoría de mayores y entrenador de la Sub 18. Su sueño, sin embargo, es dirigir la escuela de fútbol donde se formarán las futuras estrellas del deporte rey.
Los equipos se aprietan el cinturón
Leer másEn el complejo del Batán, los jóvenes le demuestran su cariño y respeto, nadie pasa sin saludar al ‘profe’, a todos les contesta con una gran sonrisa y levanta su mano si se encuentra ocupado, pero nunca ignora a nadie, de voz fuerte, pero pausada y alegre, es el eterno Capi, amigo de todos.
Natal de Limones, una isla al norte de Esmeraldas, llegó a Riobamba a los 17 años y nunca más se fue, se define como riobambeño de corazón y fiel hincha del Olmedo.
Esa pasión llegó a su clímax cuando en el año 2000 hizo historia con el equipo riobambeño al lograr el cetro nacional, algo inédito no solo a la interna del club, sino que es el primer monarca nacional que no era de Quito o Guayaquil.
“Desde que llegué me fue tan bien, la vida me dio tanto, éxitos, gloria, y soy muy agradecido”, manifiesta muy emocionado mientras une sus manos y las eleva al cielo.
Dios, la familia y el Olmedo son las prioridades en su vida; aunque revela que tuvo una infancia complicada prefiere no hablar de eso. “Vivimos quejándonos y no vemos que todo depende de uno”, dice; para él todo problema o complicación de la vida no es más que la forma de Dios para dar oportunidades de progresar.
Incluso la pandemia fue el tiempo perfecto para capacitarse y profesionalizarse con cuánto curso encontró para dirigir. “Cuando salí de Olmedo tenía la esperanza de regresar, que me llamaran, pero Dios me tenía preparado otro camino”, asevera. Recuerda que varios profesores de una institución educativa se acercaron a él para proponerle un proyecto; eso le dio la oportunidad de dirigir un equipo de segunda categoría, así como las selecciones juveniles y escolares.
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Leer más“Decía y si me llaman, el padre rector me dijo: te vas, hasta eso ven; ni cobraba hasta estar seguro, pero qué linda experiencia, me dio tantas alegrías y me encaminó a donde estoy”, apunta.
Disfruta de la atención de la gente que lo reconoce y le pide fotos, pero está consciente que lo que más recuerdan es su miedo a viajar en avión.
Desde que llegué a Riobamba me fue tan bien, la vida me ha dado tanto, éxitos, gloria, y la verdad es que soy muy agradecido por todo lo que tengo
“Me tienen señalado, eso sí no se les olvida” asiente entre carcajadas. Recuerda que ya no depende de él, la primera vez que viajó en avión fue muy joven hasta Argentina, para probarse; pero se sintió tan mal que se regresó, eso sí, averiguando cómo hacerlo por vía terrestre.
“Ya sé que tengo que viajar y no duermo, no sé, no puedo comer, me pongo mal y afecta en mi rendimiento”, afirma. Muchas veces fue llamado por la selección y hasta se inventó que extravió su pasaporte con tal de no viajar; recuerda entre carcajadas la vez que para jugar en el Sudamericano fue en bus a Venezuela. “Oiga, decían aquí los abismos de la Alóag-Santo Domingo, nada que ver, esos por Cúcuta eran tremendos”, acota.
Muchas veces le insistieron que esa fobia era normal y que podría curarse; Eduardo Granizo y el Bolillo Gómez lo llevaron a terapia, pero no resultó.
Su familia lo apoya, su hijo Romario, juega en Emelec, y tuvieron la oportunidad de encontrarse durante año y medio en las canchas, para él solo hay palabras de aliento y orgullo. “Es un buen muchacho, que trabaja duro para llegar, deseo que le vaya muy bien, esta profesión, si se elige, es así, de perseverancia”, señala.
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Leer másHace ocho años se retiró como jugador, y se cumplen 21 años del campeonato con el Olmedo, pero la imagen y la personalidad de Caicedo viven por siempre en los hinchas.
Trabajo, trabajo y más trabajo, es lo que hay en su agenda al momento; quiere ayudar a todos los jóvenes de aquí y de su tierra natal para que busquen una oportunidad en el fútbol. “Espero que Dios me ayude y estar a la altura de quien confió en mí, devolver las alegrías a esta tierra que me acogió y dio tanto”, finaliza.