El Clásico del Astillero, una película de terror

La edición 230 del Clásico del Astillero no tuvo un ganador, pero sí un perdedor: la afición, que fue a disfrutar un partido de fútbol y terminó aterrorizada por lo que sucedió fuera del campo entre hinchas del mismo color y un ataque a los del otro.

Imprudencia, violencia, cobardía, intolerancia, rostros de temor, inseguridad, daños materiales y físicos en medio de una programación, que fue todo, menos un espectáculo futbolístico.

Hubo dos situaciones violentas en medio del compromiso y otras experiencias desagradables. La primera sucedió entre los mismos barristas de la Sur Oscura. Increíble, pero cierto, la bandeja baja de la General Sur se convirtió en un ring que dejó afectado a simpatizantes que solo querían ir a ver a su equipo, entre esos, niños y mujeres que reflejaron terror entre lágrimas.

La seguridad privada del escenario, que dejó en evidencia que son muy pocos para controlar a tantos desadaptados, debió auxiliar a los afectados y hasta ingresarlos al campo para no ser aplastados por los barristas.

El segundo acto de violencia se dio a raíz del gol de Emelec. Si bien en la programación se prohibía el ingreso de hinchas visitantes, usualmente en suites llegan unos. Este puñado encendió dos bengalas y empezaron a provocar a los toreros, que reaccionaron de una forma injustificable.

Barristas de la Sur Oscura rompieron las mallas que dividían la General Sur con el sector de Palco y llegaron hasta los hinchas de Emelec. A uno de ellos lo bajaron de la suite y le propinaron una golpiza que lo terminó dejando en el hospital con varias suturas en su boca y rostro.

Un hincha de Barcelona vivió en carne propia el suceso y contó toda la mala experiencia. Él estaba en la suite de al lado y pidió ayuda de las fuerzas de seguridad, pero hicieron caso omiso.

“Llegué al estadio aproximadamente a las 18:30. En la suite de al lado habían aproximadamente 5-7 personas identificadas con el equipo azul, y algunos con distintivos de la “filial” La 43”, empieza explicando Jorge Sotomayor, hincha de Barcelona.

“Para esta hora ya estaban bajo efectos de alcohol y drogas. La suite donde estaba apestaba a cigarrillo y marihuana; también había escupitajos en el piso. Comenzaron con gestos obscenos, a insultar, y desde la Sur Oscura nos lanzaron un hielo del tamaño de un celular”.

“Personalmente advertí a personal de Barcelona, a la seguridad privada y a la Policía. Nadie hizo nada. Estas personas tuvieron disturbios todo el partido con la gente de alrededor, lanzando agua y alcohol, insultando y haciendo gestos inapropiados. En el gol del otro equipo, salieron y prendieron dos bengalas y automáticamente ingresaron todos a la suite y se desató el problema. La Sur Oscura rompió la malla lateral, se metieron a nuestra suite y pasó todo lo que se vio. La Policía se demoró 10 minutos en llegar”, complementa.

Sotomayor, al final, reconoce que la suite en la que estaban los hinchas de Emelec quedó destrozada.

David Baquerizo, encargado del despliegue de seguridad de Conmebol, explicó que estamos muy lejos de erradicar a estos violentos de los estadios.

“Hoy, en el país no se ha hecho una campaña seria para censar a los violentos. Internacionalmente se actualiza la base de datos, acá ni se empieza. Clubes deben designar un presupuesto para seguridad privada, pero con varios efectivos para controlar estos incidentes”, explicó.

Reconoce que para los clubes es complicado controlar qué se ingresa en las suites, ya que son propiedad privada y por lo general lo hacen en la semana previa, no el mismo día del espectáculo.

También hubo un reporte en el que aproximadamente 1.000 fanáticos se quedaron fuera del escenario deportivo con su boleto en mano.

Además, los jugadores de Emelec recibieron insultos racistas y les lanzaron objetos al finalizar el partido, en su ingreso a la boca túnel rumbo a los vestuarios.

Esta vez los hechos se tomaron las gradas del Monumental, pero ha sucedido en la mayoría de estadios del fútbol ecuatoriano. La violencia en los escenarios sigue impune.