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Jhosep Vizcaíno junto a su hijo, Gerard, de 3 años, en uno de los entrenamientos de la pugilista. Ella se acostumbró a trabajar con su pequeño acompañándola.Archivo

Coronavirus: Vizcaíno hace de su casa un gimnasio de box durante la pandemia

La pugilista ecuatoriana entrena con su esposo y su hijo. La familia sortea la crisis económica.

Más de un mes ha pasado desde la última vez que Jhosep Vizcaíno cruzó la puerta de su casa por el coronavirus, en el Comité del Pueblo, al norte de Quito.

La boxeadora, de 23 años, quien ha disputado peleas profesionales e incluso el cinturón Latino del Consejo Mundial de Boxeo, ni siquiera ha salido a comprar víveres, ya que su esposo, Ángel Pazmiño, es quien se encarga de abastecer a la familia. La joven confiesa a EXPRESO que actualmente vive aterrada por lo que ocurre afuera con la pandemia.

Sin embargo, la emergencia sanitaria no es el único “dolor de cabeza” de los Pazmiño Vizcaíno, pues ante la falta de actividad profesional el golpe más duro lo están sintiendo a nivel económico por la falta de ingresos que les está afectando cada vez más.

Según contó Vizcaíno, el único ingreso fijo que recibe la familia es el de su esposo, quien trabaja como conductor y repartidor en una empresa de envíos a domicilio. Pese a ello, por la situación actual, dicha empresa solo ha convocado a un grupo de trabajadores para que la mantengan a flote, en donde no fue tomado en cuenta Pazmiño, al menos para laborar en abril.

“Mi esposo gana el sueldo básico y con los 15 días que trabajó en marzo le pagaron 180 dólares, que es con lo que hemos sobrevivido. Ahora de abril no le van a pagar porque no todos están trabajando”, comentó la pugilista, quien indicó que actualmente se encuentran sobreviviendo con unos ahorros que se están agotando.

“Mi esposo tiene hermanos que viven en la Costa que nos envían víveres y comida; mientras que aquí en Quito tengo a mi familia que nos está apoyando”, añadió Jhosep como justificando en algo el mal rato.

Hasta que eso pase, el deporte no sale de la vida de esta pareja. El esposo de la boxeadora fue levantador de potencia, así que en su casa hay pesas y algunos implementos que Vizcaíno ha utilizado para mantenerse en forma durante la cuarentena. Entrenan juntos en el patio de su casa.

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Jhosep Vizcaíno junto a su hijo, Gerard, de 3 años, en uno de los entrenamientos de la pugilista. Ella se acostumbró a trabajar con su pequeño acompañándola.Cortesía

Con el transcurso de los días de encierro, a Jhosep y Ángel se les ha sumado un nuevo practicante: el hijo de ambos, Gerard, de 3 años. “Nos imita en todo, entonces cuando estamos entrenando él hace sentadillas y lagartijas, que aprendió a hacer de tanto vernos”, confiesa la pugilista con una sonrisa.

Pero no todo son “fierros”, en casa de los Pazmiño hay también un saco de boxeo, guantes y vendas, de ahí que la pugilista tiene los artículos necesarios para seguir practicando con los puños mientras todo vuelve a la normalidad. Dice que antes entrenaba solo con su esposo, sin embargo ahora lo hace con un club de crossfit con cuyos deportistas hace videoconferencias todos los días con el objetivo de conservar su acondicionamiento físico, tal como si estuvieran todos en un gimnasio.

Cuando Jhosep se quita los guantes y la ropa de entrenamiento es madre. Tiene experiencia en las dos facetas y las sabe combinar a la perfección, ya que durante un buen tiempo el pequeño Gerard se quedó sin guardería y ella debía llevarlo a sus entrenamientos en los gimnasios. Ahora que el niño está matriculado en un Guagua Centro pasa con ella en casa.

“Pasamos mucho tiempo haciendo las tareas con mi hijo. Le mandan a usar colores, a pintar, a hacer garabatos; luego todo eso hay que mandar por video a su profesora”, comentó Vizcaíno. Aunque confesó que no es muy buena cocinera, ha aprendido a hornear pasteles, actividad que también realiza con su esposo. Hasta que llegue la hora de volver al cuadrilátero o al gimnasio, los Pazmiño ven en los juegos de cartas o las noches de películas como otras de las alternativas para ocupar el tiempo. Confían en que cada vez quede menos de este encierro.