Día del Padre, amor y deporte
EXPRESO recoge en tres historias la motivación y superación de progenitores que hicieron trascender la actividad profesional o amateur a memorable
El Día del Padre puede ser hoy, el próximo mes, o el año entrante, y aún así la condición de los siguientes tres personajes no cambiará en nada. Tener que asumir ese rol de manera obligada a muy temprana edad, perder a uno inesperadamente, o convertirse en ello y tener que sobreponerse a adversidades, desarrolló en ellos una motivación que en el deporte se convirtió en oro.
El marchista Claudio Villanueva, el boxeador Ítalo Perea y el futbolista George Tenorio bien pueden no conocerse, pero los une o han desarrollado una fuerza ligada a la figura paternal que los ha llevado a ser vicecampeones mundiales, monarcas sudamericanos y panamericanos, así como intentar continuar un legado que desde ya es imborrable y que EXPRESO quiere ponderar en su día.
Contra enfermedades o muertes, los tres desarrollaron junto al deporte una sinergia que quizás no hubieran podido conseguir siendo espectadores. Hoy son inspiración.
A Villanueva la parálisis cerebral de santiago no le detuvo la marcha
El deporte tiene mucho que ver en la vida de los dos hijos del marchista cuencano Claudio Villanueva. Cuando nació Santiago, el primero, el andarín tenía 6 meses intentando sobreponerse a la noticia de que el infante iba a vivir por el resto de sus días con parálisis cerebral y ciego; aun así Villanueva obtuvo la marca y se clasificó a los Juegos Olímpicos de Río 2016. Luego, en el 2017 llegó Joaquín, a quien en cambio no pudo ver nacer por estar compitiendo en el Mundial en Londres.
El camino ha sido arduo, dice el actual campeón panamericano y sudamericano de los 50 km marcha; sin embargo al mirar a sus costados y ver a los dos infantes le hacen reflexionar cómo dos niños, hoy de 5 y 3 años, le han enseñado tanto. “De ellos he aprendido la paciencia, la tranquilidad, el paso a paso, pero bien hechitas las cosas. Las ganas de superarme en la vida”, dice Claudio con voz entrecortada.
El sentimiento es entendible al contar que el mayor de sus hijos nació bien el 15 de abril de 2015, sin embargo a los 15 días le fue diagnosticado enterocolitis necrotizante, un padecimiento que le complicaba los intestinos y del cual solo el 1% de neonatos sale con vida, por ello tuvo que ser sometido a una cirugía de alto riesgo que en cambio le provocó parálisis cerebral y ceguera. Mientras todo eso sucedía, Claudio se alistaba para conseguir el cupo a los Olímpicos de 2016. Seis meses más tarde lo hizo.
“Fue el medio año más intenso de mi vida. Pensaba solamente en conseguir la marca para entrar al Plan de Alto Rendimiento, ya que no tenía el apoyo de ninguna empresa. Nosotros vivíamos de lo que yo trabajaba en las calles. Y así pasó”, recuerda. Ya en el 2017 llegó Joaquín. Hoy ambos son su fuerza para seguir. Dice tener un pie en los Juegos Olímpicos de Tokio del año entrante.
Perea adoptó el rol desde que le tocó criar A sus hermanos a los 15 años
Existe un antes y un después en la vida del boxeador ecuatoriano Ítalo Perea. En 2009, con 15 años, su carrera empezaba a despegar tras obtener el vicecampeonato Mundial Juvenil en Pereira, Colombia, cuando a los pocos meses recibió un ‘derechazo’ que todavía siente como si hubiera sido ayer: la muerte de su madre.
Ítalo ya era huérfano de padre, de ahí que a la deriva quedaban 4 niños: Dayana, en ese entonces de 14 años; Taíz de 9, Jorge de apenas 1 y él que por ser el mayor le correspondió tomar la batuta. Fue duro -reconoce- pero hoy, con 27 años, una participación en Juegos Olímpicos, único oro ecuatoriano en boxeo en Juegos Panamericanos (Guadalajara 2011) y un paso por el profesionalismo en Estados Unidos, Ítalo puede decir que cumplió con el objetivo. Sus hermanos crecieron bien y las enseñanzas le sirven ahora para formar a Gisella (7) e Ítalo Jr. (3), sus propios hijos.
“Dios sabe por qué pasó... Tenía un propósito al darme esa responsabilidad desde joven”, recalca el púgil, quien a los 11 años aprendió a dar golpes en un gimnasio del populoso barrio Fertisa, al sur de Guayaquil.
Al hablar de sus cinco hijos (los que crió y los propios), la rudeza del corpulento boxeador, especialista en los +91 kilogramos, se desbarata. Dice que es lo mejor que le ha pasado, que no cambiaría absolutamente nada porque lo fortaleció.
Perea no ha cerrado aún el libro de su historia, integra la selección nacional de este deporte y busca clasificar a los Juegos Olímpicos del próximo año, su asignatura pendiente.
Otilino, la fuerza omnipresente en la vida de George
El nombre de George Tenorio Mina puede resultar desconocido en el mundo del fútbol, pero al mencionar que es hijo del inolvidable Otilino Tenorio (+) su historia cobra relevancia. Con 21 años, 15 de ellos sin la presencia del exjugador de Emelec y de la selección nacional, el joven cuenta desde el otro lado lo que es un Día del Padre para él.
Exjugador de Independiente del Valle, Emelec, Guayaquil City, Mushuc Runa, entre otros, George intenta seguir los pasos de su padre. Aparte de su presencia como progenitor, recuerda las celebraciones de los títulos, las convivencias en las concentraciones y los gritos de gol.
“Estoy ligado a la misma pasión de mi papá porque tengo un compromiso con él, más que con el fútbol. Quiero continuar con lo que hizo. Todos los momentos al lado de él fueron muy especiales. Aún lo recuerdo jugando y entrenando, como si fuera ayer”, asegura.
Cada tercer domingo de junio se convierte en un día especial para Jordy, como lo conocen en el balompié, debido a que las memorias de su antecesor quien falleció el 7 de mayo de 2005, producto de accidente de tránsito.
A pesar de la pronta partida del exdelantero tricolor, George nunca dejó de sentir la presencia de su papá, sobre todo cuando está de cara al arco, pues comparten la misma posición en cancha: delantero y goleador, aunque profesionalmente no pudieron jugar juntos.
“Con el pasar de los años no hubo un momento en el que me haya sentido solo; papá me acompaña en cada cosa que hago. Incluso lo llevo plasmado en mis canilleras para sentir que juega conmigo”, dijo Jordy entre risas. Sabe que Oti estará festejando hoy al igual que él.