Ecuatorianos, desayuno con trago amargo
Bares, restaurantes y festivales de hinchas esperaron esperaron en Guayaquil y Quito una fiesta tricolor que nunca llegó. Queda el sabor de que se pudo hacer más
El sueño se convirtió en pesadilla. Lo que pudo ser una celebración multitudinaria, en una explanada del estadio Modelo a reventar, o una fiesta total en plena avenida 9 de Octubre no fue más que una marea de caras largas y desazón.
El Khalifa, una fiesta ecuatoriana
Leer másDesde antes de las 09:00, el tráfico de la avenida de las Américas, en el norte de Guayaquil, indicaba que ya había decenas de personas haciendo fila para entrar al Fan Fest organizado al pie del estadio. Ni el calor ni el tumulto aplacaron las ganas de las personas por ver una clasificación de Ecuador a octavos de final, que tristemente no llegó.
En cuatro pantallas gigantes, más de 10.000 aficionados se “comieron las uñas” entre el sufrimiento por el primer gol de Senegal, el posterior empate de Ecuador y, finalmente, la inevitable derrota.
“Lo sufrimos y el árbitro no ayudó y los goles que nos comimos con Holanda nos pesaron”, lamentó Guillermo, un fanático que confesó haber perdido clases en la universidad.
En el centro de la urbe, específicamente en las intersección de las calles 9 de Octubre y Boyacá, la tónica fue similar. Las tiendas de electrodomésticos tuvieron gran cantidad de aficionados que se acomodaron en las afueras para ver y sufrir -literal- la transmisión.
“Pobre Galíndez, está que sufre, ahora sí le tocó”, expresó Eli, una visitadora médica que paralizó su jornada con la ilusión de ver a su país repetir la hazaña de la Copa del Mundo 2006, pero eso no sucedió.
Dolor tricolor por la eliminación del Mundial
Leer másEn restaurantes, oficinas y bares, el desayuno supo amargo, pero con matices de agradecimiento. “Lo dieron todo, nos hicieron soñar en que no hay rival más grande, sino aquel no se sabe pelear”, precisó María Contreras, quien mezcló un bolón de verde con un discreto vaso de cerveza.
En Quito, el ruido que caracteriza las mañanas capitalinas por el transitar de autos y personas hacia oficinas, clases o a realizar diversos trámites desapareció durante las horas del partido. En algunas empresas se permitió que los empleados se reúnan para ver el partido, mientras que otros optaron por acudir a restaurantes y bares que abrieron sus puertas temprano.
Con tristeza, Karina Ramos se lamentó que “es feo ir a trabajar con el corazón partido”; en tanto que lugares de servicio público como la Unidad de Flagrancia del Cuartel Modelo de Guayaquil lucieron vacíos. Los funcionarios estuvieron ‘suaves’ en sus puestos de trabajo, pues pocas personas habían acudido a poner alguna denuncia.