Roberto Cabezas funeral
Funeral del futbolista Roberto Cabezas.Luis Cheme

Funeral de Roberto Cabezas en Quinindé: el adiós a un joven talento del fútbol

La comunidad de Quinindé se reunió para despedir a Roberto Cabezas, joven futbolista, en un emotivo cortejo .

La mañana de este 9 de octubre en Quinindé, provincia de Esmeraldas, se presentó radiante, con un sol que iluminaba el cielo despejado y un aire que, a pesar de su calidez, parecía cargado de una tristeza profunda. La comunidad se unió en un solo corazón, uniendo sus pasos en un cortejo que no solo era un adiós, sino un homenaje a un hijo del pueblo, un talento que dejó una huella imborrable en el fútbol y en los corazones de quienes lo conocieron: Roberto Cabezas.

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El recorrido comenzó en el barrio Nuevos Horizontes Altos, desde la casa de sus padres donde fue velado. La noticia de su partida aún resonaba como un eco doloroso. Familias enteras se unieron al camino a pie, en sus motos o en sus bicicletas; algunos con lágrimas en los ojos, otros con rostros de incredulidad.

La música del viento parecía susurrar su nombre, mientras los asistentes, vestidos de negro y blanco, se preparaban para acompañar a la familia en este último viaje. Entre ellos, se destacaban sus padres, quienes, con el corazón desgarrado, apenas podían contener el llanto. La imagen de su madre, con el rostro bañado en lágrimas, aferrada a una fotografía de su hijo, era un reflejo del dolor que envolvía a todos.

Muchas hazañas en el campo de juego

A medida que el cortejo avanzaba, los recuerdos de Roberto emergían en las conversaciones. “Era un chico lleno de vida”, decía un vecino, mientras otro añadía: “Siempre tenía una sonrisa y un balón en los pies”. La comunidad recordaba sus hazañas en el campo, su entrega y pasión por el deporte que lo llevó a ser un referente para muchos jóvenes. Cada paso hacia el centro de Quinindé era un paso hacia la memoria, un viaje que conectaba el presente con el pasado.

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La ruta estaba adornada con flores blancas, ofrendas de aquellos que no pudieron asistir pero que deseaban rendir homenaje. Los amigos, que alguna vez jugaron con él, seguían el cortejo, con miradas curiosas y tristes, sin entender del todo la magnitud de la pérdida. Los adultos, sin embargo, llevaban el peso de la tristeza en sus hombros, mientras el sol brillaba intensamente, como si el universo mismo se resistiera a aceptar la partida de un joven tan prometedor.

Al llegar al centro de Quinindé, el cortejo se detuvo brevemente. Las calles, normalmente llenas de risas y juegos, se transformó en un espacio de solemnidad. Amigos y conocidos compartieron anécdotas, risas entre lágrimas, recordando cómo Roberto iluminaba cada rincón con su energía. “Él hacía que todo pareciera posible”, comentó un compañero de equipo, con la voz entrecortada. “Hoy, el fútbol pierde a un guerrero, pero su espíritu seguirá vivo en cada partido que juguemos”.

La ceremonia fue breve, pero muy significativa

Finalmente, después de una misa de cuerpo presente en la iglesia Sagrado Corazón, el recorrido continuó hasta un cementerio particular en la vía a Santo Domingo, en la periferia de Quinindé. La llegada al lugar fue marcada por un silencio reverente. El sonido de las palas al excavar y el murmullo de las oraciones eran los únicos ecos que rompían la atmósfera cargada de emoción. Los padres de Roberto, abrazados, se aferraban el uno al otro, buscando consuelo en medio del abismo que se había abierto en sus corazones. Era un dolor que no se podía medir, un vacío que solo el tiempo podría intentar llenar.

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La ceremonia fue breve pero significativa. Amigos, familiares y admiradores se acercaron para despedirse, dejando flores y palabras de aliento. “Siempre serás parte de nosotros, Roberto”, se escuchó en varias ocasiones, un mantra que resonaba en el aire. Las lágrimas se mezclaban con el polvo de la tierra, mientras el sol comenzaba a descender, como si también él quisiera llorar la pérdida de un hijo del pueblo.

El sepelio de Roberto Cabezas fue más que un adiós; fue un recordatorio de la fragilidad de la vida y de la importancia de valorar cada momento. En este día soleado, Quinindé se unió en duelo, pero también en gratitud por haber tenido la oportunidad de conocer a un joven que, aunque se fue demasiado pronto, dejó una luz que jamás se apagará en los corazones de quienes lo amaron.

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