Glenda Morejón
La medallista olímpica de marcha Glenda Morejón participó en un conversatorio de una de las marcas privadas que la auspician en la capital.Gustavo Guamán/Expreso

Glenda Morejón: “No podemos seguir con falta de apoyo o de infraestructura”

La medallista olímpica alerta a los dirigentes y revela tener planes de poner una escuela

Un poco más relajada y aún sin entender la magnitud de su medalla olímpica de plata en los relevos mixtos de París 2024, la marchista ecuatoriana Glenda Morejón le contó a EXPRESO cómo vive estos días de homenajes y felicitaciones en el país. Además de precisar si su vida ha cambiado luego de alcanzar la presea y el diploma olímpico en 20 kilómetros, sobre todo por las celebraciones y lo famosa que se ha vuelto ante tanto reconocimiento.

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¿Cómo ha vivido estos días tras conseguir la medalla?

Realmente todavía no sé si lo he asimilado, pero para mí la vida sigue normal. Desde el Ministerio (del Deporte) nos han dicho que nos van a dar una casa, que nos van a pagar por las medallas... todo eso es gracias al fruto del esfuerzo que hemos realizado.

En el proceso para alcanzar las medallas vivió algunas circunstancias adversas ¿Cómo las pudo superar?

Eso creo que empezó en 2019 cuando salí de mi casa en Ibarra para irme a Cuenca. No estaba lista para dejar a mis padres a esa edad (19); estar sola realmente fue muy difícil para mí. Luego vino la pandemia y eso agravó más la situación, porque no podíamos competir ni practicar, y para mí entrenar es como un escape... Parar tantos meses fue muy difícil, pero mis padres, entrenador y psicólogo me mucho ayudaron en esos momentos.

¿Cuánta influencia tuvo su papá en su carrera deportiva?

Toda, porque él (Luis Morejón) siempre creyó que el deporte es una fuente de superación. Primero lo intentó él (quiso ser futbolista), luego con sus hermanos, con mis hermanos y afortunadamente resultó conmigo (sonríe). Yo al principio quería solo jugar con mis amigos, pero me inscribieron en la escuela de atletismo Tarquino Jaramillo en Ibarra y a los cinco años ya gané mi primera medalla. Sin embargo, a los 10 me retiré porque no me gustaba mucho y quería ser bastonera. Mi papá lo tomó bien, me dijo que me iba a apoyar prestándome el dinero, pero yo no sabía cómo le iba a pagar; entonces él me contestó que me ponga a vender sandías en el mercado con mi mamá (María del Carmen Quiñónez), y así lo hice. Ya luego me encontré con un excompañero de la escuela de atletismo, quien me motivó a volver. Debo confesar que al principio no me gustaba la marcha, tampoco a mi papá, quien quería que yo sea fondista. Hasta que mi primer entrenador, Giovan Delgado, nos convenció a los dos.

Glenda Morejón
Glenda, junto a su padre, Luis Morejón, quien la inició, y su madre, María del Carmen Quiñónez, a quien ayudó a vender sandías en el mercado.Maribel Rojas / Expreso

Pero lo de su papá no se detuvo con usted, ahora inculca a sus nietos.

Eso es verdad. Ahora mi sobrina (Sofía Morejón) está entrenando marcha y mi sobrino (Gabriel Morejón), fútbol. Como tía sí me gustaría en un futuro mirarlos brillar.

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¿Su papá aún guarda los primeros zapatos parchados que usted usó?

Sí, él me ha dicho que los tiene guardados, pero no sé dónde. Yo sinceramente creo que él con eso quiere demostrar el esfuerzo que realizaba a diario, porque los entrenamientos eran muy fuertes. Además eso ha servido también para recibir el apoyo de la empresa privada, como la Fundación Crisfe y el Banco Pichincha, además del Estado.

¿Qué tan importante fue el apoyo psicológico que recibió en todo este proceso?

Muchísimo. Él (Franklin Ramón) es de Cuenca. Personalmente trabajo con él desde 2022 y realmente es un gran profesional, un amigo. Me ayudó a superar los obstáculos que se me han presentado en la vida. Obviamente poniendo de mi parte, porque Franklin solo me da herramientas, pero todo depende de uno.

¿Por esa experiencia se inclinó a estudiar Psicología?

No, más bien por todo lo que me pasó a partir de 2019 y porque la salud mental es muy importante. Si uno no está bien internamente, no podemos estar bien con los demás. Entonces desde allí nació mi pasión por la psicología... En un futuro espero tener mi centro de psicología para poder ayudar a los demás en ese ámbito.

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¿Qué papel cumplió su entrenador Julio Chuqui?

Uno fundamental. Después de los JJ. OO. de Tokio (Glenda se retiró) empecé a trabajar con él y de entrada se enfocó en subirme los ánimos, en hacerme confiar de lo que soy capaz y de lo que estoy hecha. Con él nos hemos sentado a conversar; no siempre hemos estado de acuerdo, pero siempre conservamos el respeto y pienso que eso hizo que tengamos una buena relación entre atleta y entrenador para conseguir estos resultados.

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Las mundialistas Glenda Morejón y Paola Pérez, junto al DT Julio Chuqui.Cortesía

¿Qué mensaje quiere dejar tras los logros en París?

Deseo buscar un cambio en el deporte nacional. No podemos seguir con temas de falta de apoyo o de infraestructura. Por ejemplo, a nosotros nos toca salir al extranjero a realizar campamentos, porque aquí no tenemos un Centro de Alto Rendimiento bueno para quedarnos. Ojo: en Ecuador tenemos todo, altura, llano, para poder prepararnos, pero por la poca o casi nula infraestructura no podemos quedarnos aquí.

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A pesar de todo eso, ¿cómo logró diploma y plata olímpica?

Sinceramente a mí me da mucha pena haberme tenido que preparar en estas circunstancias, pese a ello hemos conseguido cosas muy importantes para el país. Por allí leí que fue la mejor participación de Ecuador en unos JJ. OO., con cinco medallas y seis diplomas. Eso es realmente muy grande, solo espero que todos los dirigentes piensen sobre esto. Que a pesar de no tener la infraestructura y el apoyo adecuado, conseguimos bastante. Deben hacer conciencia de que si tuviéramos todo el respaldo, podríamos obtener muchas más medallas.

A su criterio, ¿de qué están forjados los deportistas ecuatorianos?

Nosotros hemos demostrado que no solo los deportistas sino todos los ecuatorianos estamos hechos de mucha resiliencia, fortaleza y perseverancia... En los resultados de París se ve reflejado todo eso.

¿En qué invertirá sus reconocimientos?

Tenemos planes a futuro de crear una escuela de atletismo, es algo grande, pero esperamos contar con el apoyo de las empresas privadas y públicas. La escuela no solo se enfocará en lo deportivo, sino que también queremos formar seres humanos integrales. Es algo que queremos plasmar en algunos años. El lugar de la sede aún lo estamos pensando.

¿Dónde va a estar la casa que recibirá: en Ibarra o Cuenca?

Por lo pronto hemos decidido que sea en Cuenca, porque allí vive mi entrenador. Ya luego tal vez se abran más oportunidades para buscar otros lugares. Además, mis padres tienen su vida hecha en Ibarra y no se mueven por nada del mundo de allá (sonríe), mientras que yo tengo mi vida en Cuenca.

Glenda Morejón
La evolución de Glenda. A la derecha cuando tenía 5 años y ganó su primera medalla y a la izquierda cuando ganó la medalla olímpica.Cortesía

¿Dónde va a colocar la medalla?

En la nueva casa. Ahí construiremos una habitación dedicada solo a las medallas y trofeos que he ganado, allí tendrá un lugar muy especial.

¿Qué significa para usted la cruz que porta?

Soy católica, pero en estos últimos años me enfoqué más en la parte espiritual, en buscar ser cada día una mejor persona y creo que Dios ha puesto personas en mi vida que me han ayudado a seguir creciendo y evolucionando como persona. Además, por el tema de mi endometriosis (diagnosticada en 2023) usé terapias alternativas que me ayudaron a superar eso; obviamente, con la ayuda de los médicos, que también han estado allí pendientes de mi recuperación. En París, por ejemplo, experimenté una cosa en la que creo mucho: cuando el cuerpo ya no puede más, aparece la parte espiritual.

El entrenador Giovan Delgado fue su descubridor. ¿Ha mantenido contacto con él?

Sí, aunque en la caravana de homenaje no nos vimos en Ibarra; pero él me envió un mensaje justo cuando volvía a Ecuador, lo abrí y sus palabras me alegraron mucho. Lamentablemente no hemos conversado así seguido, solo nos hemos saludado en los viajes. Pese a ello, lo que me dijo en ese mensaje me llenó de mucha alegría y gratitud hacia él, porque en su momento formó parte de mi proceso y me imagino que también está muy alegre por esta medalla.

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