
Infiltrarse, ¿valentía o irresponsabilidad?
Una lesión necesita un proceso de recuperación y esta práctica es un riesgo. Expertos hablan de lo contraproducente que puede ser este método
En el fútbol hay situaciones atípicas que se han normalizado hasta el punto de llamarlas heroicas o valientes. Cuando un futbolista está lesionado y termina siendo la figura del partido, se convierte en un ídolo. Pero detrás, en camerinos, hay un procedimiento, no recomendado por los médicos, que se ha convertido en una práctica común en el mundo del deporte, no solo en el balompié.
Hablamos de la infiltración, una medida extrema en la que se corren riesgos para obtener un beneficio y que al mismo tiempo deja consecuencias, a mediano o largo plazo, en el deportista.
EXPRESO conversó con personas cercanas a esta práctica y todas coinciden en que ocurre cuando un jugador tiene un gran partido por delante, o un deportista tiene una competencia inédita, pero que no es lo mejor para el cuerpo humano.
Nosotros tratamos de rehuirle a la infiltración, es una práctica que no recomendamos a los deportistas por sus riesgo.
“Alguna vez en el tobillo me infiltré, pero no aguanté porque el dolor era demasiado y por más anestesia tuve que salir del campo. Eso se hace antes del partido, le ponen silocaina para el dolor, pero depende si el dolor va saliendo de la lesión, pero si aún está bien afectado es difícil”, empezó diciendo el exfutbolista Ricardo ‘Bocha’ Armendáriz.
El exjugador de Barcelona y Emelec recordó a dos futbolistas que debieron retirarse prematuramente debido al exceso de infiltraciones: “Un delantero que siempre se infiltraba el tobillo era Luis ‘Cocacho’ Macías y terminó su carrera jovencito porque se le cristalizó el tobillo, por muchas infiltraciones. Van Basten fue otro, de los mejores delanteros del fútbol y se infiltraba tanto que ya a los 31 años se retiró”.
Profundizando más en este método, el médico Fabián Sanmartín reconoce que hay aspectos que desconocen los deportistas por priorizar ser parte de un partido o evento.
“La infiltración es un momento extremo en la vida de un deportista y en el tratamiento de su lesión. No es la primera opción, sino un recurso desesperado que tiene muchos riesgos. Es la aplicación de cualquier fármaco en alguna lesión o alrededor”, empezó diciendo.
Para recuperarse bien recomendamos alimentarse bien y descanso. Cuando se infiltran se agudiza la lesión, el cartílago se desgasta más.
“Como consecuencias pueden haber afectaciones a nivel suprarrenal, que esta persona tenga un sinnúmero de molestias como baja de función metabólica o de energía en lo cotidiano. Y lo otro es una alteración en la producción de hormonas. Hay que inteligenciar a los deportistas de estas prácticas. Antes solo la hacían los traumatólogos, lamentablemente ahora vemos que fisioterapeutas lo hacen, hasta utileros practican esto y es de los peores escenarios”, agregó.
“Tu puedes estar infiltrado y ganar, me queda claro que eres el héroe, pero qué pasa con la vida útil del futbolista y hasta cuándo podrá jugar y qué va a pasar con él, cómo van a quedar sus estructuras óseas. Los médicos preferimos no infiltrar, no la vemos como común, a veces sucede que lo hacen por presiones de que tenga que jugar”, concluyó.
El preparador físico Wilson Torres también se pronunció acerca de las infiltraciones y fue contundente al remarcar que esto entorpece el proceso de recuperación.
“En el fútbol mandan los resultados y eso obliga a técnicos y jugadores a infiltrarse, pero dentro de la parte física se merma mucho porque están jugando lesionados pero sin dolor y a la larga les pasa factura a todos. Se complica muchísimo porque uno puede sacar resultados a corto plazo, pero en un torneo largo puede ser perjudicial y perderse muchos partidos. Además que siempre toma más de tiempo en recuperarse, porque juega, pero no siente. Pierde sensibilidad en el lugar donde lo infiltren y cuesta muchísimo la recuperación”, cerró.